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4.3: Teoría del Derecho Natural

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    La Teoría del Derecho Natural de Aquino contiene cuatro tipos diferentes de ley: la Ley Eterna, la Ley Natural, la Ley Humana y la Ley Divina. La manera de entender estas cuatro leyes y cómo se relacionan entre sí es a través de la Ley Eterna, así que será mejor que empecemos ahí...

    Por “Ley Eterna” Aquino significa el propósito y plan racional de Dios para todas las cosas. Y porque la Ley Eterna es parte de la mente de Dios entonces siempre ha, y siempre existirá. La Ley Eterna no es simplemente algo que Dios decidió en algún momento escribir.

    Aquino piensa que todo tiene un propósito y sigue un plan. Él, al igual que el Capítulo 10). Si algo cumple su propósito/plan entonces está siguiendo la Ley Eterna.

    Aquino piensa que algo es bueno en la medida en que cumple con su propósito/plan. Esto encaja con el sentido común. Un ojo “bueno” es aquel que ve bien, una bellota es una buena si se convierte en un roble fuerte.

    Pero, ¿qué pasa con los humanos? Así como un buen ojo es ver, y una buena bellota es crecer entonces un buen humano es...? ¿A qué es? ¿Cómo vamos a terminar esta frase? ¿Qué opinas?

    Aquino piensa que la respuesta es la razón y que es esta la que nos distingue de las ratas y las rocas. Lo que es correcto para mí y para ti como humanos es actuar de acuerdo a la razón. Si actuamos según la razón entonces estamos participando en la Ley Natural.

    Si todos actuamos según la razón, entonces todos estaremos de acuerdo con algunas reglas generales generales generales (lo que Aquino llama preceptos primarios). Estos son absolutos y vinculantes para todos los agentes racionales y por ello Aquino rechaza el relativismo.

    El primer precepto primario es que se debe perseguir y hacer el bien y evitar el mal. Piensa que este es el principio rector de toda nuestra toma de decisiones.

    Antes de desempacar esto, vale la pena aclarar algo sobre lo que significa “ley”. Imagínese que estamos jugando a Cluedo y estamos tratando de resolver la identidad del asesino. Hay ciertas reglas sobre cómo moverse por el tablero, cómo repartir cartas, cómo revelar al asesino etc. Estas reglas están todas escritas y pueden ser consultadas.

    No obstante, al jugar al juego hay otras reglas que operan que son tan obvias que no están escritas ni habladas. Una de esas reglas es que una afirmación hecha en el juego no puede ser tanto verdadera como falsa; si es el profesor Plum quien es el asesino entonces no puede ser cierto que no sea el profesor Plum quien sea el asesino. Se trata de reglas internas que cualquier persona racional puede llegar a reconocer simplemente pensando y no son externas como las otras reglas —tal como solo se puede tener una suposición en cuanto a la identidad del asesino. Cuando Aquino habla de Leyes Naturales, quiere decir reglas internas y no externas.

    El Derecho Natural no genera un conjunto externo de reglas que están escritas para que las consultemos sino que genera reglas generales que cualquier agente racional puede llegar a reconocer simplemente en virtud de ser racional. Por ejemplo, para Aquino no es como si necesitemos comprobar si debemos perseguir el bien y evitar el mal, ya que es solo parte de cómo ya pensamos sobre las cosas. Aquino da algunos ejemplos más de preceptos primarios:

    1. Proteger y preservar la vida humana.
    2. Reproducir y educar a la descendencia.
    3. Conocer y adorar a Dios.
    4. Vivir en una sociedad.

    Estos preceptos son primarios porque son ciertos para todas las personas en todas las instancias y son congruentes con la Ley Natural.

    Aquino también introduce lo que él llama la Ley Humana que da origen a lo que denomina “Preceptos Secundarios”. Estos podrían incluir cosas como no conducir por encima de los 70 mph en una autopista, no secuestrar a la gente, usar siempre casco al andar en bicicleta, no hackear la cuenta bancaria de alguien. Los preceptos secundarios no son generados por nuestra razón sino que son impuestos por gobiernos, grupos, clubes, sociedades etc.

    No siempre es moralmente aceptable seguir preceptos secundarios. Sólo es moralmente aceptable si son congruentes con la Ley Natural. Si lo son, entonces debemos seguirlos, si no lo son, entonces no debemos. Para ver por qué pensar a través de un ejemplo.

    Considera el precepto secundario de que “si eres mujer y vives en Arabia Saudita entonces no se te permite conducir”. Aquino sostendría que este precepto secundario es prácticamente irracional porque trata a las personas de manera diferente a partir de una diferencia arbitraria (género). Él razonaría que si los hombres en el poder en Arabia Saudita realmente pensaran mucho entonces ellos también reconocerían que esta ley es moralmente incorrecta. Esto a su vez significa que Aquino pensaría que esta ley humana no encaja con la Ley Natural. De ahí que sea moralmente incorrecto seguir una ley que diga que los hombres pueden, y las mujeres no, conducir. Entonces, aunque se presenta como un precepto secundario, porque no está conforme a la Ley Natural, es lo que Aquino llama un bien aparente. Esto contrasta con aquellos preceptos secundarios que se ajustan a la Ley Natural y a los que él llama los bienes reales.

    A diferencia de los preceptos primarios, Aquino no se compromete a que haya un solo conjunto de preceptos secundarios para todas las personas en todas las situaciones. Es consistente con el pensamiento de Aquino tener una ley para conducir por la derecha en EU y por la izquierda en el Reino Unido ya que no hay razón práctica para pensar que hay un lado correcto de la carretera sobre el que conducir.

    Es claro que por nuestra cuenta no somos muy buenos para descubrir preceptos primarios y consecuentemente Aquino piensa que lo que debemos hacer es platicar e interactuar con la gente. Para descubrir nuestros bienes reales —nuestros preceptos secundarios que concuerdan con la Ley Natural— necesitamos formar parte de una sociedad. Por ejemplo, podríamos pensar que “tratar a los cristianos como ciudadanos secundarios” es un buen precepto secundario hasta que hablemos y convivamos con los cristianos. Cuanto más podamos pensar y platicar con los demás en la sociedad mejor y es por ello que “vivir en sociedad” es en sí mismo un precepto primario.

    Pero viendo lo que ya hemos dicho sobre las Leyes Naturales y los preceptos primarios y secundarios, podríamos pensar que no hay necesidad de Dios. Si podemos aprender estos preceptos primarios mediante la reflexión racional entonces Dios simplemente se retira de la historia (recordemos el dilema de Eutifro anterior).

    Solo para recapitular ya que hay un montón de partes móviles a la historia. Ahora tenemos la Ley Eterna (los planes de Dios/propósito para todas las cosas), las Leyes Naturales (nuestra participación en la Ley Eterna que conduce a los preceptos primarios), las Leyes Humanas (los seres humanos que hacen leyes específicas para capturar las verdades de las Leyes Naturales que conducen a preceptos secundarios) y ahora finalmente Aquino introduce la Ley Divina.

    La Ley Divina, que se descubre a través de la revelación, debe pensarse como el equivalente Divino de la Ley Humana (las descubiertas a través de la reflexión racional y creadas por las personas). Las leyes divinas son aquellas que Dios tiene, en Su gracia, visto adecuadas para darnos y son esos “misterios”, esas reglas dadas por Dios que encontramos en las escrituras; por ejemplo, los diez mandamientos. Pero, ¿por qué introducir en absoluto la Ley Divina? Ciertamente se siente que tenemos suficientes Leyes. Aquí hay una historia para ilustrar la respuesta de Aquino.

    Hace varios años estaba platicando con un ministro de una iglesia. Me habló de una instancia en la que un hombre casado vino a pedirle consejo sobre si terminar una aventura que estaba teniendo. El razonamiento del hombre fue de la siguiente manera — “Estoy teniendo una aventura que simplemente se siente tan bien, los dos estamos muy enamorados y seguramente Dios querría lo que es mejor para mí! ¿Cómo podría estar mal si somos tan felices?”

    En respuesta, el ministro abrió la Biblia a los Diez Mandamientos y señaló el mandamiento de que dice que es incorrecto cometer adulterio. Caso cerrado. El punto de esta historia es simple. Podemos estar confundidos y equivocados acerca de lo que creemos que tenemos más razones para hacer y por ello necesitamos que alguien que realmente conozca la mente de Dios nos guíe, y que mejor para saber esto que Dios mismo. Esto es entonces precisamente lo que se revela en la Ley Divina.

    O consideremos otro ejemplo. Reconocemos que nos cuesta perdonar a nuestros amigos y casi siempre imposible perdonar a nuestros enemigos. Nos decimos que tenemos derecho a estar enojados, a tener rencores, etc. ¿No es esto solo humano? No obstante, estas razones humanas son distorsiones de la Ley Eterna. Necesitamos alguna orientación a la hora de perdonar y es donde está la Ley Divina la que nos dice que debemos perdonar a los demás —incluyendo a nuestros enemigos—. Seguir las Leyes Humanas y las Leyes Divinas nos ayudará a cumplir nuestros propósitos y planes y a ser verdaderamente felices.


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