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2.1: El cerebro es una máquina de inferencia

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    Objetivos de aprendizaje

    Al final de esta sección, podrás:

    • Describir el papel de la emoción en el pensamiento.
    • Explicar cómo los sistemas cognitivos producen inferencias sin pensamiento consciente.

    Uno de los primeros pasos para llegar a ser un pensador más crítico y reflexivo es entender cómo y por qué eres propenso a cometer errores en el pensamiento. Estos errores no son el resultado de una falta de inteligencia sino que son una función de la forma en que nuestras mentes funcionan y de cómo naturalmente nos llevan por mal camino.

    Desde una perspectiva biológica, hemos sido moldeados por cientos de miles de años de evolución, que han cebado nuestros cerebros para convertirnos en máquinas de inferencia extremadamente efectivas. Una inferencia es el proceso mental que nos permite sacar conclusiones a partir de la evidencia. Si bien tendemos a pensar en la inferencia como un proceso deliberativo y consciente, inferimos todo tipo de cosas inconscientemente, sin esfuerzo e inmediatamente; de hecho, la mayor parte de la percepción de los sentidos es una especie de inferencia. La inferencia ha sido crucial para la supervivencia humana, pero nuestras conclusiones no siempre son correctas. Al tomar conciencia de cómo funcionan nuestros cerebros para evitar las amenazas y proporcionarnos “facilidad cognitiva”, o una sensación de bienestar y comodidad, podemos comenzar a corregir y protegernos contra el pensamiento defectuoso.

    La capacidad adaptativa del cerebro para planificar con anticipación

    Una visión de la biología evolutiva es que cada célula y órgano de nuestro cuerpo se adapta a su entorno local con el propósito de hacer que sea más probable que nuestros genes sobrevivan en la próxima generación. En consecuencia, es útil pensar en el papel del cerebro en la propagación de nuestros genes. Nuestros cerebros facilitan nuestra supervivencia y promueven nuestra capacidad de encontrar pareja y reproducirse mediante el uso del pensamiento, el cálculo, la predicción y la inferencia. Por esta razón, nuestras formas de pensar naturales y genéticamente preparadas no necesariamente sirven a las metas de la filosofía, la ciencia o la verdad.

    Silueta de figura humana sentada, con el cerebro delineado dentro del cráneo. Una burbuja de pensamiento se levanta de la cabeza de la figura.
    Figura 2.2 El problema “mente-cerebro” apunta a la relación poco clara entre nuestros pensamientos, sentimientos y percepciones, y las interacciones neurológicas y electroquímicas que tienen lugar en el cerebro. (CC BY 4.0; Universidad de Rice y OpenStax)

    Agravaciones filosóficas sobre “Brain Talk”

    Antes de llegar mucho más lejos, tenga en cuenta que es importante ser cautelosos cuando hablamos de cerebros y mentes, que son conceptos distintos. De hecho, la relación entre mente y cerebro es uno de los problemas centrales de la metafísica, conocido como el “problema mente-cuerpo”, que bien podría llamarse el “problema mente-cerebro”. Dicho brevemente, el problema mente-cuerpo es el problema de entender la relación entre la materia orgánica gris y blanca en nuestros cráneos (el cerebro) y el rango de conciencia (la mente). Sabemos que el cerebro y el sistema nervioso central proporcionan la base física de nuestros pensamientos, percepciones, emociones, imaginación y deseo, en definitiva, toda nuestra vida mental. Pero la biología no nos dice cuál es la relación entre nuestra vida mental privada y las interacciones neurológicas, electroquímicas que tienen lugar en el cerebro. ¿La relación de la mente con el cerebro es como la relación entre el rayo y la descarga eléctrica o un arco iris y la refracción de la luz a través de gotitas de agua? En otras palabras, ¿es “la mente” solo el término que usamos para etiquetar ciertos tipos de actividad cerebral? Algunos filósofos piensan que sí. Sin embargo, la actividad mental no se asocia fácilmente con ninguna actividad cerebral específica. Adicionalmente, parece haber algo en la experiencia subjetiva de nuestra vida mental que se pierde cuando intentamos explicarlo a fondo en términos de actividad cerebral. Entonces otros filósofos sostienen que la mente es algo diferente al cerebro. Sin embargo, la mente y el cerebro están estrechamente y algo misteriosamente conectados. Como resultado, puede ser útil utilizar los recursos de la psicología y la ciencia cognitiva (el estudio de los procesos del cerebro) para ayudarnos a entender cómo llegar a ser mejores pensadores. Podemos pensar en los recursos de la psicología y la ciencia cognitiva como que nos proporcionan una descripción de cómo se comporta realmente el cerebro. Por el contrario, cuando estudiamos el pensamiento crítico, nos interesa cómo debemos pensar. Ser conscientes de cómo pensamos puede ayudarnos a idear estrategias efectivas de cómo debemos pensar, pero debemos entender que las descripciones que nos proporciona la psicología no son determinativas. En este capítulo, exploramos hallazgos psicológicos que pueden ayudarte a ser más reflexivo sobre las formas en que tu pensamiento puede salir mal.

    CONEXIONES

    Lee más sobre la naturaleza de la mente y el problema mente-cuerpo en el capítulo sobre metafísica.

    Representación como Proyección

    Si bien puedes considerar que pensar está compuesto por ideas o pensamientos, los filósofos y los científicos cognitivos utilizan el término representación para describir los elementos básicos del pensamiento. Las representaciones son unidades de pensamiento informativas. Esta noción de representación se remonta a Aristóteles y ha jugado un papel importante en la historia de la filosofía, pero en la filosofía contemporánea el término representación es más preciso. Cuando pensamos en las cosas, ya sea a través de la percepción, la imaginación, la memoria o el deseo, representamos esas cosas. Lo que se representa puede ser algo presente y real, o puede ser ficticio, imaginado en el futuro, o recordado del pasado. Las representaciones pueden incluso estar inconscientes. Es decir, la mente puede tener algún contenido definido que se dirija hacia un objeto sin que la persona sea consciente de que ha producido tal representación.

    Durante el proceso de representación, incluso en un caso relativamente sencillo de percepción visual, el cerebro realiza un complejo conjunto de inferencias. Por ejemplo, considera el tablero de ajedrez a continuación. Podrías imaginar que cuando percibes algo así como un tablero de ajedrez, tu cerebro toma pasivamente una imagen mental de la cuadrícula. En esta analogía, el ojo funciona como la lente de una cámara, y el cerebro desarrolla el cuadro para presentarlo a la mente. Pero hay varios problemas con este modelo. Primero, ¿dónde está la imagen en tu cerebro? ¿Quién está viendo la imagen en tu cabeza? Hay otros problemas con la analogía de la cámara que se pueden revelar cuando examinamos ilusiones ópticas. Observe el conjunto de cuadrados a cuadros en la Figura 2.2. ¿Las líneas horizontales son paralelas?

    Un tablero a cuadros en blanco y negro con cuadrados que no se alinean directamente uno debajo del otro crea la ilusión de que los cuadrados no son del mismo tamaño.
    Figura 2.3 Las líneas horizontales de esta cuadrícula son paralelas, pero a menos que mires la imagen desde un lado, es imposible “ver” esto. Este es uno de los muchos ejemplos de ilusiones perceptuales comunes. (crédito: “Ilusión óptica” de Selena N. B. H. CC BY 2.0)

    De hecho, las líneas horizontales son paralelas, pero a menos que mires la imagen desde un lado, es imposible visualizarla. Hay innumerables ejemplos de este tipo de ilusiones perceptuales. Representamos al mundo exterior como una imagen estable que está completamente llena, enfocada y uniformemente coloreada. En realidad, nuestro campo visual es limitado y nebuloso alrededor de los bordes, y los colores cambian drásticamente dependiendo de las condiciones de iluminación, la distancia, el movimiento y una serie de otros factores. De hecho, tu cerebro no está capturando pasivamente el mundo, como una cámara, sino que está proyectando activamente el mundo para que tenga sentido para ti. En la ilusión anterior, tu cerebro está ajustando automáticamente tu percepción de los cuadrados de colores al dar cuenta de la sombra proyectada por el cilindro. Entonces tu cerebro presenta el cuadrado B como si fuera más claro que A ajustando el tono de B para dar cuenta de la sombra.

    El neurocientífico David Eagleman (2011) utiliza la analogía de la portada de un periódico para describir cómo funciona la percepción. La portada es una representación de los eventos mundiales de un día determinado. Por supuesto, no presenta una imagen completa o completa del mundo, sino un resumen destinado a destacar los acontecimientos de consecuencia, los que han cambiado, y aquellos que más probablemente nos importan. Al igual que un editor de periódico, tu cerebro está trabajando horas extras para proyectar una imagen del mundo basada en lo que es relevante para tu supervivencia. Inconscientemente ajustas las imágenes que percibes para darte la impresión de que están muy lejos, cercanas, en movimiento, etc. En lugar de la imagen completamente formada, tridimensional del mundo que parece que vemos, en realidad percibimos una especie de boceto, destacando lo que necesitamos saber para navegar con seguridad en nuestro entorno y obtener lo que necesitamos. Probablemente pienses que la percepción de los sentidos es la forma más clara y segura de conocer el mundo que te rodea. Como dice el adagio, “Ver es creer”. Para convertirte en un mejor pensador crítico, sin embargo, necesitarás volverte escéptico de algunas de tus creencias básicas. Hay momentos en los que absolutamente no debes creer tus ojos mentirosos.

    Emociones y Razón: Homeostasis y Alostasis

    Además de la licencia editorial de representación mental, pensar no siempre es tan racional como imaginamos. El neurocientífico Antonio Damasio (1994) fue uno de los primeros en popularizar la noción de que el pensamiento racional está templado por las emociones. Es crítico de lo que percibe como el sesgo filosófico contra la emoción en la historia de la filosofía. En Error de Descartes, dice que los filósofos modernos han descuidado el papel de las emociones en el pensamiento, imaginando que el objetivo del pensamiento racional es eliminar la influencia de las emociones. En cambio, sus años de trabajo clínico con pacientes le revelaron que las emociones no pueden separarse de la razón. Nuestros pensamientos más racionales son, de hecho, guiados, informados e influenciados por las emociones. Según Damasio, el razonamiento y la inteligencia funcionan mejor cuando nos importa algo. Sin sentimientos, dice Damasio, somos menos racionales, no más racionales.

    Damasio (1994) explica que las emociones sirven para mantener la homeostasis en el cerebro a través de los mensajeros químicos conocidos como neurotransmisores. La homeostasis es la tendencia biológica a encontrar un estado neutro de equilibrio (la palabra estasis significa “quedarse quieto” y homeo significa “igual o similar”). Este proceso se basa en un bucle de retroalimentación donde se monitorean, observan y luego se alteran los estados corporales actuales para que el cuerpo vuelva al equilibrio. La mayoría de los procesos homeostáticos en el cuerpo son inconscientes, pero las emociones están vinculadas a la conciencia consciente. Por ejemplo, cuando tu nivel de azúcar en sangre es bajo y tu cuerpo necesita calorías, hay una serie de procesos químicos que dan lugar a la sensación de hambre. Esta es una señal consciente de que necesitas comer; promueve un comportamiento que asegura la supervivencia. De igual manera, un crujido en los arbustos por la noche desencadenará una serie de respuestas fisiológicas (sentidos intensificados, aumento de la frecuencia cardíaca, dilatación de la pupila, etc.) que corresponden a la sensación de miedo y promueven comportamientos, como la lucha o la huida, que son necesarios para la supervivencia. Lo que Damasio demuestra es que las emociones tienen su propio mecanismo de retroalimentación, de manera que una idea o imagen puede generar respuestas fisiológicas incluso en ausencia de un estímulo externo. Debido a que las respuestas emocionales y el pensamiento consciente están estrechamente vinculados, la toma de decisiones puede verse influenciada por este mecanismo de retroalimentación emocional-fisiológica. Nuestro pensamiento puede descarriarse porque tenemos miedo a los malos resultados, y ese miedo domina un cálculo más racional sobre qué curso de acción es más beneficioso (1994, 172—175).

    Además de mantener el equilibrio, el cerebro también anticipa eventos y circunstancias futuras proyectando escenarios probables basados en un catálogo de experiencias y conceptos pasados generados a través de normas sociales e interacciones sociales. El proceso de regulación que prepara al cuerpo para anticipar necesidades futuras antes de que surjan se llama alostasis (allo significa “otro o diferente”). La psicóloga Lisa Feldman Barrett (2017) explica que el cerebro almacena vías neuronales que son desencadenadas por estímulos externos o internos para proporcionar la coincidencia más cercana a la situación actual. Las vías neuronales forman una especie de plantilla de acción, promoviendo comportamientos como aumento de la frecuencia cardíaca, dilatación de la pupila o movimiento. Los sentimientos son una respuesta orientada a objetivos a ciertas situaciones: nos preparan para comportarnos y reaccionar de ciertas maneras que promueven lo que es beneficioso para el cuerpo y agudizan y dan forma a nuestra conciencia del mundo.

    En resumen, el cerebro hace inferencias sobre el mundo a través de percepciones, emociones y conceptos que están en gran parte inconscientes y profundamente arraigados en nuestra psique. Este proceso nos permite navegar con fluidez y precisión a través de un mundo con tantos y variados estímulos. Nuestras reacciones a los estímulos son parcialmente homeostáticas, lo que significa que el cuerpo tiende a regresar a un estado óptimo de equilibrio, y parcialmente alostático, lo que significa que el cuerpo se prepara y anticipa situaciones futuras. Juntos, estos impulsos construyen una imagen del mundo que experimentamos sin problemas y de forma dinámica. Nuestra experiencia es mucho más complicada que el modelo mental crudo que imaginamos. Estamos proyectando y construyendo el mundo que experimentamos tanto como lo estamos grabando y viendo. Y ese hecho tiene consecuencias importantes para el tipo de pensamiento reflexivo y crítico en el que debemos ocuparnos cuando tratamos de pensar con claridad sobre el mundo.

    La ventaja evolutiva de los atajos

    Los seres humanos han evolucionado para navegar por el mundo de la manera más efectiva y eficiente al involucrar la conciencia solo cuando es necesario. Por esa razón, puedes caminar por la tienda de abarrotes mientras piensas en lo que vas a cocinar para la cena. No tienes que pensar conscientemente a dónde ir, cómo reducir la velocidad para dar paso a otras personas, o lo difícil que es empujar el carrito de compras para que mantenga el impulso frente a ti incluso a medida que cambia su peso a medida que agrega abarrotes a la canasta. Toda esa actividad biomecánica puede ser subcontratada a mecanismos inconscientes a medida que escanea su lista de compras. El cerebro es bastante bueno para participar en actividades habituales sin la ayuda del pensamiento consciente. Y eso es algo bueno porque el pensamiento consciente es caro en términos energéticos. Considera la imagen que sigue.

    Una mujer de pie mira pensativamente a lo lejos.
    Figura 2.4 Se pueden hacer muchas inferencias sobre la experiencia interna de esta mujer a partir de su expresión y postura. Si bien tales inferencias se pueden hacer rápidamente, no se pueden verificar sin más investigaciones, y son altamente susceptibles a errores, sesgos y estereotipos. (crédito: “CL Society 226: Mujer con celular” de Francisco Osorio/Flickr, CC BY 2.0)

    Probablemente de inmediato puedas proporcionar inferencias complejas sobre esta imagen, como que la mujer está preocupada, preocupada o ansiosa por algo. Las inferencias que haces sobre esta imagen son fáciles, rápidas y complejas. Están impulsados por el tipo de procesos de pensamiento emocional y conceptual que son inconscientes y eficientes. Si bien estas inferencias son rápidas y fáciles, también puede ser consciente de que son provisionales sin más información. Dados más datos sobre las circunstancias que rodean esta imagen, podrías revisar tu percepción sobre lo que está pasando. Este es exactamente el tipo de pensamiento que impulsa las proyecciones emocionales discutidas en la sección anterior.

    Se requiere un tipo diferente de pensamiento para resolver un problema matemático. El siguiente ejemplo proviene del libro del psicólogo Daniel Kahneman Pensando rápido y lento (2013). Intenta resolver lo siguiente en tu cabeza:

    \[\nonumber 24 \times 14 = \]

    ¿Conoces la respuesta? Para la mayoría de la gente, multiplicar números de dos dígitos sin lápiz y papel (o una calculadora) es bastante difícil. Quizás necesites 10 o 20 segundos de pensamiento esforzado para resolver el problema en tu cabeza ya que no tienes los mecanismos inconscientes para hacerlo automáticamente. Las presiones sociales y evolutivas a largo plazo han dado forma a nuestro cerebro para encontrar soluciones eficientes a preguntas complejas sobre expresiones faciales. No se puede decir lo mismo de los problemas matemáticos. Conocer la solución a un problema matemático puede ser útil, pero no es el tipo de cosas generalmente requeridas para la supervivencia y la reproducción. Por otro lado, leer rápidamente las emociones de otras personas es a veces vital para la supervivencia. Existen otras diferencias interesantes entre estos dos tipos de pensamiento. Si bien es difícil resolver el problema matemático, una vez que lo resuelves, puedes estar 100 por ciento seguro de que la respuesta es correcta. Por el contrario, es fácil generar una historia sobre expresiones faciales, pero esta historia es altamente susceptible al error, sesgo y estereotipos. En consecuencia, los pensadores críticos deben tener cuidado de no saltar a la primera y más obvia solución.

    Demandas energéticas en el pensamiento deliberado

    Resolver un problema matemático requiere pensamiento y esfuerzo racionales. Cuando nos dedicamos al pensamiento racional, nuestros cerebros consumen preciosas reservas de energía que pueden ser necesarias para el mantenimiento del cuerpo. Debido a que las presiones evolutivas buscan mantenernos vivos el tiempo suficiente para pasar nuestros genes a la siguiente generación, tenemos una tendencia biológica a evitar el pensamiento esforzado. En cierto sentido, es evolutivamente sabio ser perezoso.

    Los recursos que demanda el pensamiento consciente pueden ser entendidos en términos de la noción familiar de “atención”. Cuando una tarea requiere una atención significativa, impone mayores demandas de energía al cerebro. Los períodos de actividad de alta atención pueden ser estresantes, ya que el cuerpo aumenta el flujo sanguíneo al cerebro, entregando más glucosa y oxígeno para aumentar la actividad mental. Adicionalmente, la atención es limitada y enfocada a tareas específicas. Consideremos la “prueba de atención selectiva” desarrollada por Daniel Simons y Christopher Chabris. Mire el video a continuación y vea cómo se desempeña en esta prueba.

    Video

    Prueba de Atención Selectiva

    Haga clic para ver el contenido

    ¿Cuántos pases contaste? ¿Te perdiste algo en el proceso? Cuando nuestra atención se centra en una tarea novedosa y compleja, nos hacemos menos conscientes de otros estímulos fuera del área específica de enfoque. Además, podemos sentirnos fatigados, estresados o ansiosos mientras nos dedicamos a prestar mucha atención. No es sorprendente que nuestros cerebros prefieran atajos automatizados.

    Heurística y Aprendizaje

    Kahneman (2013) llama a estos atajos mentales heurística, o reglas generales para hacer inferencias. La resolución de problemas con heurística es en gran parte inconsciente, automatizada, sin esfuerzo y eficiente, pero no siempre es correcta. El pensamiento racional o la computación requiere atención y esfuerzo conscientes y puede que ni siquiera sea posible sin alguna práctica. Nos vemos obligados a pensar con esfuerzo cuando nos enfrentamos a algo nuevo y posiblemente peligroso—o incluso con algo ligeramente fuera de nuestra rutina normal. Por ejemplo, probablemente hayas conducido a casa desde el trabajo o la escuela a lo largo de una ruta familiar en “piloto automático”, preocupado por tus pensamientos. A lo mejor incluso has llegado a casa y te has sentido como si no pudieras recordar cómo llegaste ahí. Por el contrario, probablemente hayas experimentado el estrés de navegar por una ciudad nueva y poco familiar. En el primer caso, la navegación se puede llevar a cabo utilizando un procesamiento fácil, en gran parte automático, mientras que en el segundo caso, la navegación requiere de los intensos recursos de atención activa y cálculo racional.

    A veces las actividades complejas pueden llegar a ser fáciles, pero a diferencia de cuando estamos en “piloto automático”, esas actividades se sienten agradables y satisfactorias. Cuando te sumerges completamente en una actividad compleja hasta el punto en que se vuelve sin esfuerzo, has entrado en el estado de “flujo” (Csikszentmihalyi 2008).

    Los estados de flujo solo son posibles para alguien que ha alcanzado cierto nivel de competencia en una tarea. Se caracterizan por una intensa concentración y conciencia así como un sentido de control personal o agencia, pero son placenteros porque el reto de involucrarse en la tarea es acorde con tu habilidad. Por el contrario, un novato puede encontrar las mismas tareas estresantes y frustrantes. Este fenómeno se puede ilustrar utilizando la noción de la “curva de aprendizaje” que describe cómo un novato crece en el dominio.

    Lo que esto significa es que una persona puede ser capaz de confiar en intuiciones, reacciones intestinales y otras respuestas automáticas en un campo en el que es experto, pero el novato debe ser escéptico de estos métodos de pensamiento. Como novato, tus heurísticas mentales son frecuentemente defectuosas, por lo que eres susceptible a prejuicios, sesgos implícitos y errores.

    Considera el caso de comprar un auto. Alguien que esté profundamente familiarizado con el mercado del automóvil como comprador o vendedor puede estimar fácilmente el verdadero valor de un automóvil, pero la persona promedio tendría que investigar mucho para llegar a una estimación verdadera. Debido al esfuerzo que requieren los no expertos para evaluar el valor del automóvil, son fácilmente influenciados por los incentivos de los concesionarios, los precios de lista remarcados, las opciones de financiamiento y otros trucos del oficio. Dado que todos somos susceptibles a este tipo de errores, parece una buena idea tratar de volvernos más conscientes de sí mismos y críticos y no depender exclusivamente de reacciones intestinales o intuiciones a la hora de encontrar nuevo material. Como probablemente eres un novato en filosofía si estás leyendo este libro de texto, deberías sospechar de tus reacciones instintivas e intuiciones sobre cuestiones filosóficas. Mantén la mente abierta, y no asumas que ya entiendes los problemas filosóficos que encontrarás en los capítulos que siguen. Estar abierto a nuevas ideas y permitirte admitir cierto grado de ignorancia son importantes primeros pasos para convertirte en un mejor pensador.

    Heurística y sustitución en la toma de decisiones

    Los sesgos cognitivos que examinaremos en la siguiente sección se basan en una “heurística de sustitución” más fundamental. Este término describe nuestra tendencia a responder a una pregunta o problema difícil sustituyéndola por una pregunta más fácil de responder. Si bien la sustitución suele resultar en una respuesta incorrecta o inapropiada, nos da una sensación de satisfacción o “facilidad cognitiva” al pensar que hemos resuelto un problema. Por ejemplo, cuando se le pide evaluar algo complejo e incierto, como el valor futuro de una inversión o las perspectivas políticas de un político, es probable que sustituya ese cálculo complejo por uno más fácil. En particular, puede sustituir sus sentimientos positivos o negativos hacia el político o el producto de inversión. Pero es probable que tus sentimientos se guíen por tus ideas preconcebidas.

    Cuando el cerebro opta por defecto en heurísticas que producen un resultado menos que óptimo o incluso una decisión incorrecta, está operando con un sesgo cognitivo. Un sesgo cognitivo es un patrón de pensamiento “rápido” basado en la “regla general”. Una persona que opera bajo un sesgo cognitivo no utiliza la lógica ni el razonamiento cuidadoso para llegar a una conclusión. Los sesgos cognitivos son como ilusiones perceptuales. Al igual que las ilusiones perceptuales, los sesgos cognitivos son el resultado del funcionamiento natural y, ordinariamente, eficiente del cerebro. A pesar de que la heurística mental a menudo funciona perfectamente bien para ayudarnos a darnos una estimación de la realidad sin el esfuerzo mental requerido para generar una imagen más integral, los sesgos cognitivos son el resultado de patrones engañosos y defectuosos que surgen de este proceso.


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