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8.4: Bienestar

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    Objetivos de aprendizaje

    Al final de esta sección, podrás:

    • Describir el hedonismo epicúreo y el utilitarismo.
    • Analizar argumentos a favor y en contra del satisfaccionismo como determinante del bienestar.
    • Identificar bienes objetivos que contribuyan al bienestar.
    • Esbozar diferentes enfoques del eudaimonismo.

    El bienestar, o el florecimiento, como a veces se le llama, es un tema ampliamente discutido en la teoría del valor porque nos ayuda a entender lo que valoramos y por qué. Las cosas que la gente valora en la vida —por ejemplo, una sociedad justa, buena salud, bellas artes, placer físico y amistades solidarias— contribuyen a su bienestar. Para algunos filósofos, el bienestar determina los valores. Si quieres definir si una acción es valiosa, debes determinar si promueve el bienestar de una persona.

    El bienestar se centra en lo que es bueno para una persona, no simplemente en lo que es bueno en un sentido abstracto. También se enfoca en bienes intrínsecos que contribuyen a una vida floreciente. En lo que sigue, aprenderás sobre diferentes conceptos de bienestar y cómo pueden ayudarte a pensar en lo que es valioso y bueno. Hay tres formas generales en que los filósofos abordan el valor del bienestar: (1) el placer, (2) el deseo y (3) los bienes objetivos.

    Hedonismo

    Algunos filósofos describen el bienestar como obtener placer y evitar el dolor. El término general para este enfoque es hedonismo. El término hedonismo tiene un significado diferente en filosofía que en el uso popular. En el lenguaje cotidiano, el hedonismo se refiere a la extravagante indulgencia en los placeres corporales. Por el contrario, el hedonismo filosófico no se trata solo del placer corporal, sino que también tiene en cuenta el placer emocional y mental y el dolor. Un hedonista filosófico priorizará los placeres intelectuales o placeres duraderos que contribuyen a una vida buena y significativa, más que a los placeres momentáneos y fugaces.

    El hedonismo se basa en la idea de que el placer y el dolor son las dos emociones o estados más fundamentales del ser. Para un hedonista, el placer es bueno y el dolor es malo, y por ello pueden servir como principios para determinar el bienestar.

    Hedonismo de Epicuro

    El hedonismo tiene una larga historia filosófica. El antiguo filósofo griego Epicuro (341—270 a. C.) fundó una escuela de filosofía llamada Epicureanismo, que enseñaba que el placer es el bien más elevado. El concepto de placer de Epicuro, sin embargo, no es simplemente físico y está lejos de ser extravagante, materialista o indulgente. Enseñó que una vida de moderación, virtud y filosofía sería lo más placentero. Creyó que era importante domar deseos salvajes que son imposibles de satisfacer y que causan infelicidad e insatisfacción con la vida. Su filosofía se centró en métodos para lograr la liberación del dolor mental, emocional y físico a través de la ataraxia (tranquilidad). Para Epicuro, lograr la ataraxia requiere enfrentar miedos irracionales, especialmente el miedo a la muerte.

    El concepto de hedonismo e incluso la palabra epicúreo tienen significados muy diferentes en el uso popular ahora. El hedonismo describe deleitarse con placeres corporales y sensoriales indulgentes como la comida, el alcohol y el sexo. El término epicúreo suele referirse a individuos que disfrutan especialmente de la comida y bebida, como un conocedor del vino o alguien obsesionado con los restaurantes con estrella Michelin. No obstante, para Epicuro, lo mejor de la vida fue tener buenos amigos que quieran hablar de filosofía.

    Utilitarismo

    El utilitarismo se considera hedonista porque basa la teoría moral en maximizar el placer y minimizar el dolor. Para los filósofos utilitarios Jeremy Bentham (1748—1832) y John Stuart Mill (1806—1873), los valores descansan en el placer y el dolor, que son estados mentales psicológicos. El placer es un estado mental psicológico que es intrínsecamente bueno, mientras que el dolor es un estado mental psicológico que es intrínsecamente malo. El valor de una acción descansa así en el estado psicológico que causa. Los utilitarios evalúan las acciones con base en la intensidad, duración, certeza y grado de placer o dolor y el número de personas que afecta. En general, los filósofos utilitarios creen que una acción es moral si conduce al mayor beneficio para el mayor número de personas. Así, el utilitarismo puede describirse como un método para maximizar el bienestar.

    Distinciones cualitativas en el placer

    El placer puede ser un término resbaladizo. Es experiencial, pero se puede experimentar de muchas maneras diferentes. Por esta razón, los filósofos suelen crear distinciones para explicar diferentes tipos de placer. El placer puede ser sensorial o corporal, afectivo o emocional, y mental o emocional. Puedes describir el placer de morder una jugosa manzana, ver la luz reflejarse en el agua y sentir texturas suaves. Se puede describir la euforia de lograr una meta, la alegría de recibir buenas noticias y la comodidad de pasar tiempo con un amigo cercano. También se puede describir la gratificación de aprender algo nuevo, la satisfacción de compartir ideas con otros y la euforia de sumergir completamente el enfoque en una actividad.

    El placer como estado mental

    El placer parece ser un sentimiento o sensación, pero también mucho más. Por ejemplo, saborear una manzana significa disfrutar de su sabor. Aquí el placer depende de que el sabor sea bueno, pero el placer que tomamos al probarlo no es lo mismo que simplemente probarlo. Por ello, algunos filósofos han argumentado que el placer no es simplemente sensación sino que implica una noción de bien. Es decir, el placer satisface un deseo por lo que es bueno, lo que implica un estado mental, no solo una sensación, y por lo tanto implica razonamiento, creencias, o la satisfacción de un deseo.

    CONEXIONES

    El capítulo sobre teoría moral normativa explora con mayor profundidad el utilitarismo.

    En consecuencia, los críticos de las filosofías hedonista se quejan de que el placer es demasiado variado, indeterminado, subjetivo y condicional para ser una base sólida de ética, bienestar, o cualquier teoría filosófica, y que el bienestar consiste en algo más que placer. La máquina de la experiencia ilustra este problema.

    La máquina de la experiencia (un experimento de pensamiento)

    La máquina de la experiencia es una crítica al hedonismo y a los conceptos de bienestar basados en el placer. En este experimento de pensamiento creado por el pensador estadounidense Robert Nozick (1938 — 2002) en 1974, una persona puede ser enchufada a una “máquina de experiencia” que le brinda cada experiencia que valora y disfruta. Además, desconocerían completamente la máquina, lo que significa que experimentarían todo como real a pesar de que todo sería una ilusión. El experimento de pensamiento incita a uno a pensar en lo que hace que la vida sea buena. ¿El bienestar es simplemente un estado mental que una máquina podría replicar, o hay más en él? Para Nozick, no es una buena vida porque no es real. La gente quiere lo que es real, y realmente quiere hacer cosas. El placer por sí solo no satisface esa necesidad y ese deseo.

    El bienestar y la satisfacción del deseo

    Otra forma de pensar en el bienestar es la satisfacción del deseo. Existen múltiples formas de definir el deseo y pensar en su satisfacción. Un enfoque es describir el deseo como basado en la acción. Los deseos de una persona la disponen para tomar ciertas acciones, por ejemplo, usted come porque desea comer. Otro enfoque es pensar en el deseo como relacionado con las creencias sobre lo que es bueno. En este caso, dirías que comes porque crees que es bueno hacerlo. Esta teoría del deseo explica por qué es relevante para los conceptos filosóficos del bienestar. El bienestar es satisfacer los deseos de uno. Este concepto de bienestar se llama satisfaccionismo.

    En el satisfaccionismo, si un individuo es capaz de satisfacer deseos más grandes en su vida, vive una buena vida. El florecimiento es así una cuestión de satisfacción del deseo que depende de las preferencias del individuo. Sin embargo, los individuos pueden equivocarse acerca de lo que es bueno y pueden tomar decisiones que creen que les traerán felicidad pero no. Por ejemplo, una persona puede creer que ser astronauta los hará felices en la vida pero luego descubre que no lidia bien con la soledad de los largos vuelos espaciales. Si hubieran entendido lo que implica ser astronauta, no lo habrían deseado. Entonces solo la satisfacción de los deseos informados conduce a la felicidad, mientras que la satisfacción de los deseos desinformados puede que no.

    Cognitivismo y no cognitivismo

    Explicar el bienestar en términos de deseo y preferencias expone desacuerdos específicos sobre cómo piensan los filósofos sobre los valores, más específicamente, si los valores tienen contenido. En otras palabras, ¿los valores expresan ideas y creencias explícitas que puedes poner en una declaración, o son los valores los estados emocionales de un individuo? El cognitivismo sostiene que los valores son cognitivos (implican el pensamiento) y expresan declaraciones sobre propiedades de las cosas (por ejemplo, esta manzana es saludable) o estados de eventos (por ejemplo, el hundimiento del Titanic fue una tragedia). El no cognitivismo sostiene que los valores no son cognitivos porque no necesariamente hacen declaraciones sobre propiedades de las cosas o estados de eventos y tienen más que ver con un estado mental psicológico.

    Emotivismo

    El emotivismo es una rama del no cognitivismo que sostiene que los juicios de valor expresan las emociones de alguien, que a diferencia de una creencia no pueden ser verdaderas ni falsas. El filósofo inglés A. J. Ayer (1910—1989), un defensor del emotivismo moral, propuso que la gente no sostiene creencias morales, sino que emociona sentimientos morales. Eso quiere decir que si alguien dice: “Matar a personas inocentes es malo”, está expresando cómo se siente al matar a personas inocentes en lugar de hacer una declaración que pueda probarse o refutarse o que esté en debate.

    Los filósofos morales contemporáneos suelen argumentar en contra del emotivismo porque significa que los valores dependen de los sentimientos de los individuos y, por lo tanto, son completamente subjetivos. La filosofía moral a menudo intenta afirmar que existen valores objetivos, particularmente cuando se trata de bienestar. En la siguiente sección se explicarán dichos planteamientos filosóficos.

    Bienestar y Bienes Objetivos

    Otro enfoque del bienestar es crear listas de bienes objetivos que contribuyan a una vida floreciente. A diferencia de los conceptos de bienestar basados en el deseo, los bienes objetivos pueden argumentar contra las preferencias personales. Distinguir entre deseo y bienes objetivos puede ser útil en situaciones donde el deseo personal entra en conflicto con lo que es bueno para la persona. Como ejemplo, considere un bien que claramente contribuya al bienestar, como la salud. Se podría argumentar que una dieta equilibrada y la actividad física frecuente son bienes objetivos. Incluso si un individuo desea comer alimentos poco saludables o llevar un estilo de vida sedentario, sus preferencias individuales no cambian lo que es objetivamente bueno. Los filósofos que proponen que hay bienes objetivos con frecuencia se enfocan en el conocimiento, la virtud y la amistad como formas de evaluar y comprender el bienestar.

    Conocimiento

    Aristóteles inició su Metafísica con la idea de que el deseo de conocer es una cualidad humana universal. Parte de ser humano es buscar el conocimiento. La gente es curiosa. Tienen un sentido de asombro. Valoran el descubrimiento. Por el contrario, tener una falta de conocimiento sobre el mundo puede llevar a malas decisiones, confusión, ansiedades, delirios y otros estados mentales y actividades que restan valor al bienestar. Por estas razones, el conocimiento puede considerarse una parte importante del bienestar y el florecimiento en la vida.

    Virtud

    La virtud también se considera un bien objetivo. Los antiguos filósofos griegos Sócrates, Platón y Aristóteles consideraban que la virtud era esencial para una buena vida. En griego antiguo, la palabra para virtud era arête, que también puede traducirse como “excelencia”. Para determinar la arête, o excelencia, de algo, hay que saber cuál es su propósito o función. Por ejemplo, el propósito de un cuchillo es cortar cosas, por lo que su arête es la nitidez. Un buen cuchillo es un cuchillo afilado. Es más fácil determinar el arête de un objeto práctico como un cuchillo que el arête de una persona. Por esta razón, Sócrates sostiene que la gente necesita “discutir la virtud todos los días” y examinar continuamente sus vidas (Platón [399—360 BCE] 2002, 41). La virtud no es simplemente un rasgo característico o de personalidad para los antiguos griegos. Es una forma de vivir.

    Cuatro teacups de porcelana con platillos alineados sobre una mesa.
    Figura 8.6 Determinar la arête, o excelencia, de los objetos suele ser una tarea sencilla. Estas tinajas de té, por ejemplo, deberían cumplir su función de sostener muy bien el té. Determinar la función de la existencia humana, sin embargo, es más difícil, haciendo que determinar el arête en este contexto sea mucho más complicado. (crédito: “Teacups” de Heather/Flickr, CC BY 2.0)

    La Ética Nichomacheana de Aristóteles describe la virtud como una promoción del bienestar humano. Para determinar qué acciones son virtuosas, Aristóteles propone que la virtud es la media entre una deficiencia y un exceso. Los vicios, lo contrario de las virtudes, son deficiencias o excesos. Aristóteles utiliza la valentía como ejemplo (Libro II, Capítulo 7, §2). La valentía es virtud que implica tener la cantidad justa de miedo y confianza. Es la media entre el miedo excesivo y la confianza deficiente por un lado (cobardía) y el miedo deficiente y la confianza excesiva (temeridad) por otro lado. De esta manera, la acción virtuosa será la media dorada, ni demasiado ni muy poco. La virtud describe así ser capaz de hacer lo correcto de la manera correcta, una cualidad que contribuye al bienestar de uno.

    Amistad

    La amistad también se considera un bien objetivo. Las relaciones sociales de una persona y los estrechos vínculos con los demás también le permiten florecer. Para Aristóteles, la amistad es “necesaria para nuestra vida” (1155a5). En el Libro VIII de la Ética Nicomaca, Aristóteles identifica tres tipos diferentes de amistades: (1) amistades de placer, (2) amistades de utilidad, y (3) amistades de carácter. Los dos primeros tipos de amistad son instrumentales en el sentido de que estos amigos no son apreciados por sí mismos sino que son un medio para otro fin (placer o utilidad). Aristóteles piensa que estas amistades se disuelven fácilmente. Para Aristóteles, las amistades basadas en una apreciación del carácter de alguien son más fuertes y no se disuelven cuando cambian las circunstancias. Este tipo de amigos reconocen lo que es bueno el uno en el otro como personas y quieren lo que es bueno el uno para el otro. De esta manera, las amistades contribuyen a nuestro bienestar.

    Eudaimonia (Florecimiento Humano)

    Los filósofos a veces usan la palabra eudaimonia, el término griego antiguo para “felicidad” o “florecimiento humano”, para describir el bienestar. Eudaimonia es una palabra difícil de traducir. La gente suele asociar la palabra felicidad con un momento fugaz de euforia o satisfacción personal en lugar de un estado de bienestar general. Sin embargo, la eudaimonia no es un mero sentimiento o subida temporal. Describe la vida de uno como un todo, no solo cómo se siente, razón por la cual el término florecimiento se usa con más frecuencia. Florecer también tiene la sensación de prosperar según la propia naturaleza. Agregamos lo humano al florecimiento para especificar que nos referimos a sobresalir en las cosas propias de una vida humana.

    Vista griega antigua de Eudaimonia

    La eudaimonia se deriva de las palabras para “bueno” (eu) y “espíritu” (daimón). Un daimón era un espíritu guardián que ayudaría a alguien en la vida y lo guiaría al inframundo. El antiguo filósofo griego Sócrates afirmó que su daimón le dijo que filosofara para que pudiera despertar al pueblo ateniense. La eudaimonia es más que un sentimiento temporal de alegría o euforia. Es tener un buen espíritu a través de la vida, o —para decirlo en términos más modernos— tener una vida floreciente, llena de todas las cosas buenas que una vida puede proporcionar.

    Para Platón y Aristóteles, la eudaimonia está relacionada con la virtud o excelencia de algo (arête). La virtud o excelencia está determinada por la naturaleza y propósito de algo. Para los humanos, uno simplemente necesita determinar las virtudes que son propias de la naturaleza humana y practicarlas para florecer en la vida. Además, florecer en la vida da una indicación de que uno está actuando bien o virtuosamente. Para Aristóteles, la virtud por sí sola no era suficiente para florecer. Después de todo, alguien podría ser muy virtuoso y sufrir una grave desgracia. El sufrimiento parece antitético al florecimiento. No obstante, los antiguos estoicos creían que la virtud era suficiente para florecer y que las trágicas circunstancias no podían robarle a alguien su florecimiento, porque no podía quitarle su virtud. Estos debates en la filosofía griega antigua y romana nos ayudan a pensar si un individuo cultiva florecer solo a través de su propia agencia o si las circunstancias determinan el florecimiento, o si quizás ambas son ciertas.

    G. E. M. Anscombe y el eudaimonismo moderno

    La filósofa británica Gertrude Elizabeth Margaret Anscombe (1919—2001), conocida como G. E. M. Anscombe, criticó la ética y el eudaimonismo de Aristóteles en su artículo de 1958 “Modern Moral Philosophy”. Para Anscombe, el concepto de eudaimonismo de Aristóteles es demasiado vago para ser útil a la filosofía moral, y muchas de las virtudes que describe en la ética nicomaca no encajan dentro de un marco moral.

    Al mismo tiempo que Anscombe criticaba el eudaimonismo griego antiguo como principio para la filosofía moral, negó que la filosofía moderna hubiera proporcionado mejores alternativas. Para Anscombe, las filosofías morales modernas, como la ética kantiana y el utilitarismo, utilizan “oughts” que no tienen fundamento firme. Ella argumenta que un “debería” implica un mandamiento o ley, que requiere de un legislador. Este concepto de moralidad funciona bien dentro de un marco teísta donde Dios sirve como legislador, pero la filosofía moral moderna se presenta como secular, no religiosa. Los contemporáneos de Anscombe asumieron el desafío de describir el florecimiento y las virtudes humanas de una manera más rigurosa que pudiera formar la base de la filosofía moral moderna.

    Perfeccionismo

    Otra forma de abordar el florecimiento humano es pensar en el bien más alto alcanzable para un individuo, la naturaleza humana o la sociedad. Esta aproximación a la ética se llama perfeccionismo. Hay una variedad de formas en las que se puede articular el perfeccionismo. Para Tomás de Aquino, el objetivo de uno en la vida es llegar a ser una imagen perfecta de Dios (Aquino [1485] 1948, 439). El filósofo de la Ilustración Baruch Spinoza (1632—1677) argumentó en su Ética ([1677] 1985) que las personas persiguen lo que aumentará y perfeccionará sus poderes y capacidades. Por ejemplo, la alegría permite a las personas elevarse a una mayor perfección, mientras que la tristeza conduce a una menor perfección. Hay muchas otras filosofías de autoperfección a lo largo de la historia de las ideas. En cada una de ellas, se puede ver cómo el concepto de bienestar está ligado a perfeccionarse.

    El reino de los fines de Kant

    Para Kant, los valores no son estados psicológicos sino máximos racionales. Como se explicó anteriormente, Kant basa su filosofía moral en el imperativo categórico, que ayuda a reconocer las acciones morales e inmorales a partir de si pueden convertirse en una máxima universal que se aplique a todos. Kant proporciona otras formulaciones del imperativo categórico, donde afirma que siempre se debe tratar a los humanos como “fines en sí mismos” en lugar de “un medio para un fin”. Esto significa que no puedes usar a otras personas como instrumentos para lograr tus metas.

    Kant afirma que otra forma de llegar a una máxima universal es imaginar que estás creando leyes para un reino de fines. El reino de los fines es una sociedad hipotética, ideal en la que cada individuo es tratado como un fin y nadie es tratado como un medio para un fin. Sería una sociedad de iguales, donde todos florecen. En este sentido, la filosofía moral de Kant utiliza como principio rector el concepto de una sociedad ideal o perfecta.

    Noción japonesa de Ikigai (razón de ser)

    La psicología japonesa retoma el concepto de ikigai (razón de ser) para describir el bienestar. La psicóloga contemporánea Michiko Kumano describe dos sentidos del bienestar en Japón: (1) shiawase, o bienestar hedónico, y (2) ikigai, o razón de ser. Explica que si bien el shiawase es un estado de satisfacción o felicidad y libertad de preocupación, ikigai se ocupa más de lo que hace que la vida sea significativa. Explica que ikigai es “menos filosófico y más intuitivo, irracional y complicado en sus matices que otros términos relacionados en las lenguas occidentales” (Kumano 2017, 421). ¿Cómo se experimenta este sentido matizado e intuitivo de propósito en la vida? Para Kumano, ikigai tiene que ver con dedicarse a metas y actividades alineadas con los propios valores.


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