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35.13: El Sol y El Dios

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    St. John's Ashfield Stained Glass” de Alfred Handel está licenciado bajo CC BY-SA 3.0

    “Pero largamente, una visión más cómoda de mi condición se me presentó nuevamente a la mente, y me consoló: porque nuevamente reflexioné sobre la gran improbabilidad que había de que encontrara en mi cautiverio tal recurso, como el libro del ermitaño, y lo agradecido que debía estar. En este instante, experimenté en mi mente una persuasión tan interna, que debía escapar de esta isla, que todo pensamiento intranquilo huyó, y dejó mi mente tranquila, apenas para expresarse. Por lo tanto, me levanté, y fui alegremente por mis pequeñas preocupaciones; pero no sin haber agradecido primero a ese Dios que me había dado esta consulta”.

    Tomar en consideración la religión y la espiritualidad al analizar este pasaje revela los poderes que están jalando a Eliza en diferentes direcciones.

    En el pasaje, vemos que Eliza desea escapar de la isla en la que se ha quedado varada. Ella encuentra consulta y orientación en el libro del ermitaño que se ha dejado atrás. Este texto le muestra cómo vivir de la tierra y sobrevivir. También lo ve como una ayuda crucial para su futuro, ya que el alimento del generoso paisaje le dará tiempo para formular un plan de escape.

    Lo interesante, sin embargo, es que agradece a “Dios” por dejar atrás este libro. Ella no agradece al ermitaño, ni a su propia buena fortuna; atribuye el recurso a sus creencias cristianas.

    Los recursos terrenales que se le otorgan a través de la guía del libro, sin embargo, parecen más alineados con el otro Dios. El dios de los indígenas. El “Sol”.

    Hay otros puntos en la novela donde el “Sol” ayuda directamente a Eliza, como una fuerza benevolente que le guía el camino. Por ejemplo, Eliza escribe que el sol caliente seca su ropa después de quedar varada (65). Cuando descubre el “departamento”, el sol brilla intensamente a través de sus piedras, iluminando el espacio (66). También se refiere al sol como abrasador, pero sus rayos abrasadores son la causa de las grandes recompensas que cosecha para su supervivencia (76).

    Eliza alaba a Dios más que al Sol, pero el Sol es lo que parece estar ayudándola en su momento de necesidad. Esto ilumina la preferencia significativa en los dos sistemas de creencias en juego. El sistema de creencias europeo favorece un poder indirecto e ilusorio que dicta la moralidad. El sistema de creencias nativas, sin embargo, favorece el poder tangible, como el poder del sol para hacer crecer la tierra.

    Eliza parece preferir el poder europeo, siguiendo su ejemplo con la cultura de su padre. Pero no olvidemos este importante detalle —el padre de Eliza se desplazó de ida y vuelta de Europa a América tras la muerte de su esposa, buscando llenar el hueco que dejó atrás su esposa “nativa”.


    This page titled 35.13: El Sol y El Dios is shared under a CC BY-SA license and was authored, remixed, and/or curated by Robin DeRosa, Abby Goode et al..