Saltar al contenido principal
LibreTexts Español

1.7: Del orden de interacción a los significados compartidos

  • Page ID
    95079
  • \( \newcommand{\vecs}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)

    \( \newcommand{\vecd}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash {#1}}} \)

    \( \newcommand{\id}{\mathrm{id}}\) \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)

    ( \newcommand{\kernel}{\mathrm{null}\,}\) \( \newcommand{\range}{\mathrm{range}\,}\)

    \( \newcommand{\RealPart}{\mathrm{Re}}\) \( \newcommand{\ImaginaryPart}{\mathrm{Im}}\)

    \( \newcommand{\Argument}{\mathrm{Arg}}\) \( \newcommand{\norm}[1]{\| #1 \|}\)

    \( \newcommand{\inner}[2]{\langle #1, #2 \rangle}\)

    \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)

    \( \newcommand{\id}{\mathrm{id}}\)

    \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)

    \( \newcommand{\kernel}{\mathrm{null}\,}\)

    \( \newcommand{\range}{\mathrm{range}\,}\)

    \( \newcommand{\RealPart}{\mathrm{Re}}\)

    \( \newcommand{\ImaginaryPart}{\mathrm{Im}}\)

    \( \newcommand{\Argument}{\mathrm{Arg}}\)

    \( \newcommand{\norm}[1]{\| #1 \|}\)

    \( \newcommand{\inner}[2]{\langle #1, #2 \rangle}\)

    \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\) \( \newcommand{\AA}{\unicode[.8,0]{x212B}}\)

    \( \newcommand{\vectorA}[1]{\vec{#1}}      % arrow\)

    \( \newcommand{\vectorAt}[1]{\vec{\text{#1}}}      % arrow\)

    \( \newcommand{\vectorB}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)

    \( \newcommand{\vectorC}[1]{\textbf{#1}} \)

    \( \newcommand{\vectorD}[1]{\overrightarrow{#1}} \)

    \( \newcommand{\vectorDt}[1]{\overrightarrow{\text{#1}}} \)

    \( \newcommand{\vectE}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash{\mathbf {#1}}}} \)

    \( \newcommand{\vecs}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)

    \( \newcommand{\vecd}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash {#1}}} \)

    Una lección del estructuracionalismo es que el orden social no existe en un espacio abstracto por encima y más allá de los sitios reales de las relaciones sociales, sino que debe ser constantemente rehecho y mantenido en espacios vividos de interacción. En consecuencia, cualquier patrón mayor de orden social y organización que pueda existir debe constituirse y construirse sobre patrones y relaciones que se desarrollen a nivel concreto de los individuos en los eventos individuales. Este reconocimiento va más allá del simple hecho de ver evidencias de órdenes sociales en datos concretos, como las consecuencias o ramificaciones de órdenes más abstractos. Más bien la estructuración nos dirige a mirar las interacciones como ellas mismas el sitio en el que se constituye el orden.

    La fundamentación de la sociedad en la interacción concreta sugiere que el orden social puede estudiarse efectivamente en interacciones individuales concretas. El advenimiento de las tecnologías de grabación ha facilitado a los investigadores capturar datos interaccionales, examinarlos, ralentizarlos y analizar sus realidades sociales con gran detalle. Los analistas conversacionales estudian los órdenes sociales a través del microanálisis de la interacción de conversación sincrónica, ya sea cara a cara o telefónicamente (Lerner, 1993; Schegloff, 1987). Sin embargo, la escritura facilita y conecta a las personas, los eventos y las interacciones a través del tiempo y el espacio, creando objetos para la coorientación, la corelación y la acción que no dependen de la copresencia. Además, las tipificaciones, patrones y organización social de la comunicación que facilitan la comunicación a distancia fomentan y estructuran agregados sociales y organizacionales más grandes. Los objetos textuales, simbólicos y concretos que se multiplican y viajan a través del tiempo y el espacio, además, proporcionan un medio concreto de entender cómo es posible el orden social a distancia; además, el estudio de cómo las personas producen, se involucran y utilizan estos objetos puede abrir algunos de los mecanismos fundamentales de órdenes sociales más grandes. Sin embargo, el proyecto de fundamentar las realidades sociales en la interacción concreta es poderoso que nos brinda orientación para perseguir órdenes más grandes “a distancia” de formas concretas. Por lo tanto, antes de considerar cómo se promulga el orden interaccional en el mundo alfabetizado, primero debemos considerar cómo las personas que estudian la interacción cara a cara han perseguido el proyecto de entender el orden interaccional.

    El orden de interacción

    No hay investigador más poderoso y fundamental del orden interaccional que Erving Goffman. Fortuitamente para nuestros propósitos, también ha considerado la comunicación en circunstancias algo menos personales, como en conferencias, por radio, e incluso en forma impresa, proporcionando puentes a las interacciones alfabetizadas que son el foco de este volumen. Entonces es con una discusión de Erving Goffman que comenzamos este capítulo, y particularmente con su ensayo “El orden de interacción” (Goffman, 1983). En muchos sentidos este ensayo publicado póstumamente es el enunciado teórico culminante de su carrera, enmarcado como el discurso presidencial de 1982 para la sociedad sociológica estadounidense, pero nunca entregado en persona ya que estaba luchando contra el cáncer.

    En este ensayo Goffman parte de la premisa de que pasamos gran parte de nuestra vida en presencia de otros y que las condiciones y necesidades de la vida lo aseguran. Para que convivamos este espacio compartido con éxito (es decir, para satisfacer nuestras necesidades individuales y compartidas sin deshacer conflictos) necesitamos hacer conjeturas plausibles y apropiadas sobre el estado y las relaciones de cada uno, pero aún más sobre las intenciones y metas. Obtenemos mucha información para la coordinación visual al observar las acciones, orientaciones, mirada y apariencia de cada uno, incluyendo elementos rituales y espontáneos. El discurso facilita enormemente y hace más eficientes estas coordinaciones. Además, esta información es recabada y utilizada dentro de la situación concreta percibida por el individuo. Como señala Goffman, “Son las situaciones sociales las que proporcionan el teatro en el que se promulgan todas las exhibiciones corporales y en el que se leen todas las exhibiciones corporales. Así, la orden para emplear la situación social como unidad básica de trabajo en el estudio del orden de interacción” (1983, p.4). También podemos decir que es dentro de las situaciones donde se escucha e interpreta el habla.

    Significativamente, la atención fundamental de Goffman a la situación social refleja la preocupación fundamental de la retórica por la situación retórica o kairos. Es a través del reconocimiento y construcción de situaciones que las personas encuentran orden en la interacción, para poder anticipar que las acciones serán efectivas. Para ello deben tener una manera de percibir los detalles de la situación inmediata en el aquí y ahora a medida que se despliega y de asociar eso con lo que perciben como patrones repetidos de eventos. Estos patrones perceptibles necesitan ser compartidos con otros coparticipantes en la medida en que sus entendimientos se coordinen o alineen en la producción de interacciones que puedan desarrollarse de manera que tengan sentido para todos los participantes. Es decir, si no tienen suficiente alineación en la comprensión del evento, las definiciones contradictorias producirán comportamientos que otros no podrán dar sentido o percibir como cooperativos, poniendo el evento en peligro de desintegrarse. Schutz podría llamar a estos patrones compartidos de percepciones tipificaciones, mientras que Goffman los llama presuposiciones cognitivas.

    Para utilizar la metáfora extraída de la alfabetización que el mismo Goffman invoca, se debe leer la situación y el comportamiento de las personas (1983, p. 4) y, por tanto, deben ser legibles. Para utilizar una imaginería menos alfabetizada, uno debe ser capaz de dar sentido al entorno inmediato de uno y al comportamiento de los demás de una manera que sea sensata, es decir, accesible a los procedimientos de creación de sentidos humanos. Algunos microsociólogos de hecho argumentan, la gente solo necesita esa toma de sentido inmediata para operar dentro del mundo, y que las estructuras meso-y macrosociales son en su mayor parte construcciones de analistas y no del mundo real en acción. Goffman en realidad tiene una posición contraria, diciendo que las estructuras sociales más grandes tienen una influencia independiente en nuestras vidas, aunque pueden tener sobre el micro y el micro podría tener sobre ellos. Cita el ejemplo de ser informado por un patrón o un cónyuge que sus servicios ya no son necesarios. Si bien la forma particular de compartir esta noticia puede tener algunas consecuencias emocionales a corto plazo, lo cierto es que un día o una semana o un mes después, el cambio en los arreglos comerciales o personales superará con creces la amabilidad de la entrevista de terminación. Tampoco, como señala, las interacciones amistosas cambian seriamente las desigualdades subyacentes de clase, raza o género.

    Sin embargo, los mecanismos concretos y las consecuencias de estos arreglos sociales más amplios deben desarrollarse y entregarse en una secuencia de escenarios reales, como sitios de acción local. Estos patrones, tipificaciones o supuestos cognitivos son operativos de varias maneras: a través de las creencias y orientaciones que enfocan las percepciones de las situaciones que llaman a la acción; en los medios y recursos disponibles para ser desplegados en las situaciones; dentro de los artefactos y arreglos que proveen motivos de interacción local; y en las significaciones desplegadas en la improvisación momento a momento del comportamiento dentro de la situación. La vida social y la promulgación de sentido solo existen tal y como suceden concretamente durante los evanescentes mechones de momentos de desarrollo percibidos por los participantes. Sin embargo, estos momentos de fuga dejan un residuo de artefactos perdurables, textos, arreglos y hábitos que crean un complejo orden mutable que da cierta forma y previsibilidad a los momentos futuros, que son igualmente concretos y evanescentes, saturados de significados semiestables y atribuibles. Si bien los artefactos y los recuerdos pueden viajar a través de situaciones, existen en el mundo de la vida de las personas en lo evanescente aquí y ahora formado por la atención, el significado en acción y la interacción. Si bien puede haber algunos aspectos de la existencia humana que pueden entenderse en un grado significativo sin hacer referencia al momento de desarrollo (como la estructura de los químicos orgánicos que se encuentran en el cuerpo, pero incluso los estados químicos corporales responden a nuestra sintonía neurológica a las situaciones), casi todos los preguntas sobre el lenguaje y la escritura (una vez que se va más allá de la química del papel y la tinta), dependen de significados dados y tomados por las personas en el momento. De manera que la fuerza retórica se promulga directa e irremediablemente en el momento interpretado, sin importar la cantidad de artefactos textuales que puedan perdurar a través de múltiples situaciones y circunstancias para proporcionar un carácter común de situaciones y condiciones. Ni siquiera un texto fijo significa lo mismo en todas las situaciones y para todos los participantes; la existencia física de documentos solo da como resultado que el documento esté disponible para su inspección u otro uso por múltiples participantes en múltiples situaciones (incluyendo situaciones probatorias legales, analíticas y académicas). En cada nueva situación, el significado del texto se recrea dentro de los hábitos, prácticas, intereses y arreglos a disposición de los participantes.

    Goffman identifica dos razones por las que estamos atentos y cumplidos con el orden de interacción, es decir, el conjunto de entendimientos que nos permiten crear cooperativamente situaciones dentro de las cuales nuestros comportamientos tienen sentido para los demás de manera que se alinean con el sentido que deseamos que tengan. Una (que Goffman llama la razón del “contrato social”) es que tenemos mucho que ganar al respetar este pedido a bajo costo y mucho que perder si el orden de interacción se disuelve. Es decir, al reconocer y enmarcar nuestros comportamientos dentro del orden, somos capaces de actuar con los demás, y si no atendemos la orden perderíamos esa capacidad de actuar con los demás y no ganaríamos nada. Como señala Goffman, incluso los delincuentes y otros que normalmente violan las normas del orden de interacción, confían en esas normas para localizar sus violaciones selectivas y ocultar sus fechorías de fácil aviso. La segunda razón (que Goffman llama el “consenso social”) es la suposición irreflexiva de que lo que uno ve a su alrededor es cómo actúa la gente y no hay alternativas plausibles o sensatas, esto es similar a lo que los fenomenólogos llamarían “la actitud natural”. Tanto el contrato social como el consenso social llevan a la conclusión de que las limitaciones que se aplican a uno mismo también se aplican a los demás y que uno debe someterse a ellos (salvo las violaciones conscientes y enfocadas, como las cometidas por delincuentes).

    Órdenes Interaccionales Proximas y Distantes

    Goffman's se centra en el espacio inmediato y próximo con sus eventos temporalmente desplegados visibles para los participantes, incluso cuando lo que es atencionalmente relevante puede expandirse o contraerse a medida que se desarrollan los eventos y a medida que cambian las definiciones de la situación a través de marcos cambiantes atribuidos al espacio visible y audible y hacia la que se alinean los participantes. Esta alineación compartida definiendo la situación, Goffman llama pie. Su conocido ensayo sobre “Footing” (1981) y su volumen Análisis de marcos (1974) elaboran estas ideas de manera más explícita.

    Este espacio próximo cara a cara crea una urgencia, porque somos visibles para los demás y abiertos a su evaluación. Si no respondemos al orden interaccional, otros pueden proyectar sus interpretaciones y reacciones en el espacio. Si violamos los presuposiciones o tipificaciones o marcos activos para otros en ese espacio, o si no disciplinamos nuestros comportamientos para que sean legibles por otros, podemos ser aclamados a la atención, reprendidos por falta de atención, acusados de no respetar nuestras responsabilidades con el orden moral, o incluso expulsados como irrelevante, irresponsable o demente. Goffman al final de su carrera incluso colocó esta alineación con el orden público interpretable de quienes inmediatamente nos rodean como impulsados por el deseo de no ser considerados locos. Esta posición resuena, con una claridad punitiva, con la comprensión de Adam Smith de los sentimientos morales que surgen de nuestro vernos a nosotros mismos como otros podrían vernos y la visión de G. H. Mead de que formamos nuestro sentido de nosotros mismos a través de los ojos de los demás para que podamos hacernos entender por ellos mismos.

    Sin embargo, mientras Goffman hace un fuerte contraste entre los espacios sociales inmediatos del orden interaccional (definidos por la visibilidad mutua que impone legibilidad mutua) y el orden social estructural (donde debemos ser sensibles a las fuerzas y a las personas que no están dentro de nuestra esfera inmediata de visibilidad mutua y mutua en tiempo real legibilidad), él mismo examina algunas interacciones que tenían asimientos más tenues sobre la reciprocidad inmediata plena, como las conferencias con guión (donde la capacidad de respuesta y atención de la audiencia pueden influir en la entrega, pero rara vez interrumpe el flujo de conversación) o direcciones de radio (donde la atención y las reacciones de las personas son invisibles, incluso en la medida en cuanto a si algún oyente está sintonizado) (Goffman, 1981). En estos casos Goffman mira la anticipación del orador o autor de los marcos interpretativos de la audiencia, y el intento del autor de dar forma, moldear e invocar esos marcos interpretativos y zapatas. En consecuencia, si bien los sitios típicos de investigación de Goffman (personas que manejan el tráfico peatonal en una acera abarrotada, manteniendo la cara en una reunión de negocios o manejando roles en un pabellón psiquiátrico) pueden verse como que están en un extremo de un espectro de visibilidad inmediata y responsabilidad moral, no lo son divorciados de otros puntos del espectro donde nuestra vida financiera se forma en nuestra interacción con estados de cuenta institucionales, pagos mensuales y lecturas de nuestros saldos bancarios; o nuestra vida ciudadana se enmarca en torno a encuentros periódicos con urnas; o nuestra vida intelectual está formada por nuestras reacciones a las palabras de los autores dentro de las revistas que leemos. Todos estos espacios interaccionales deben ser legibles y leídos, y nuestra presencia depende de nuestra participación, posturas, alineaciones y marcos.

    Fragilidad de la interacción escrita

    Por escrito, sin embargo, los problemas de atención y alineación son mucho mayores que en la interacción cara a cara. Sin una copresencia plena, encarnada, los canales de comunicación son más limitados, la oportunidad de señalar la respuesta y hacer ajustes para retener la atención y la alineación son más raras, y la compulsión por la atención y la respuesta responsable es más tenue. El mayor problema es que mucha gente ni siquiera mira o lee (en sentido estricto) otro texto, incluso cuando puede haber alguna expectativa que sí. Incluso las cartas dirigidas personalmente no se leen, y mucho menos los memos grupales. Los libros que “todos los ciudadanos deberían leer” pueden vender unos pocos miles de ejemplares, con muchos compradores nunca abrirlos ni volver a ponerlos en la estantería después de algunas páginas; sólo unos pocos pueden leerlo de principio a fin.

    En la comunicación escrita, rara vez un texto se presiona sobre nosotros exigiendo atención, a menos que toque una compulsión interna. Por supuesto que está la carta del Servicio de Rentas Internas o del banco u otras instituciones sociales poderosas que una persona no se atreve a ignorar. Estos casos de alta compulsión y rendición de cuentas identifican marcos interpretativos fuertes que exigen atención y limitan las acciones probables. Es probable que la carta del IRS tenga solo unos pocos tipos de gistas—solicitando más información, ordenando más pagos, pidiendo una auditoría, presentando un reembolso. Estos gists corresponden a formar letras y géneros de enmarcado estrecho. Los mensajes individualizados del IRS se contextualizan dentro de regulaciones, comunicaciones pasadas y finanzas personales que localizan los significados, acciones y urgencia de atención. Incluso entonces hay algunas personas que tiran esos avisos sin leer, alegando que no tendrán nada que ver con el IRS, hasta que el IRS mande a la policía a tomar posesión física de la gente o sus activos, con lo que llama la atención.

    Sin embargo, más a menudo en la lectura, los textos son autoseleccionados. Incluso en la oficina, qué expedientes consideramos relevantes y luego examinamos son cuestión de juicio. A menos que decidamos ir a un archivo, o recoger el periódico matutino, o hacer clic en el enlace a un sitio web, no hay interacción. El texto permanece ilegible en el sentido interpretativo porque no se lee en el sentido de decodificación. La atención no es sólo un asunto aleatorio, pues lo que constituyen nuestros intereses o lo que nos llama atractivo o significativo, depende del sentido de sentido que estemos construyendo sobre nuestras vidas y el mundo. Ese sentido de sentido de nuestro mundo de vida incluye evaluaciones de los tipos de significados que creemos que diversos tipos de documentos van a contener para nosotros: “Oh, nunca leo revistas así, porque no tienen sustancia. . .” o “Solía leerlo, pero luego crecí”, o “esas cosas son demasiado difíciles de entender”, o “puede servir a los intereses de los gerentes pero no a los consumidores”.

    Incluso después de que los lectores recojan un texto, la atención puede vagar y el interés puede desvanecerse. Muchos documentos se quedan dormidos, desnatados, menoscabados. En definitiva, los lectores escapan o disminuyen la presencia del texto y se retiran de la interacción ante la relación, la atención cognitiva, el esfuerzo por crear un significado compartido va muy lejos. Es como si la gente se alejara de ti cuando empiezas a hablar, o te alejaras para mirar la televisión, o te exigiera que saltes al grano. Incluso en situaciones de rendición de cuentas estructurada, los estudiantes no pasan por la lectura asignada, los gerentes no leen los informes con ningún detalle, los usuarios no siguen el manual de instrucciones y los aspirantes no atienden el reglamento para su presentación.

    Incluso si las personas leen un documento hasta el final, leen a diferentes velocidades con diferentes niveles de atención y retención, desde la perspectiva de su propia comprensión y metas. La variación en la lectura se hace visible en esas circunstancias inusuales cuando las personas comparan sus lecturas, como en las clases dedicadas a discutir textos específicos, ya sean de poesía, filosofía o teoría social. En tales circunstancias, es probable que surjan diferencias en lo que las personas toman como sentido junto con desacuerdos en cuanto a lo que parece más importante o sobresaliente para cada lector. La formación avanzada en disciplinas específicas de la lectura, ya sean literarias, teológicas, jurídicas o filosóficas, puede servir para proliferar lecturas alternativas, aun cuando la formación excluye ciertas ingenuas o desatentas. No importa lo bien elaborado que esté un texto, siempre es poroso, incluso en la ley, por eso tenemos abogados y tribunales. Este es el rompecabezas sobre el que tropezó el círculo hermenéutico (De Man, 1983; Gadamer, 1975; Shklar, 2004), que la teoría de la respuesta del lector (Fish, 1980; Iser, 1980) intentó dar cuenta, y las nuevas críticas intentaron mejorar a través de una lectura cercana (Richards, 1924, 1929), a pesar de que la nueva crítica rápidamente se convirtió en un medio para proliferar aún más lecturas (Brooks, 1947; Empson, 1947).

    La invisibilidad de la fragilidad

    La fragilidad de la comunicación cara a cara suele ser difícil de detectar porque los participantes se ajustan regularmente entre sí para llevar adelante las situaciones y reparar cuando aparecen infracciones menores (H. Sacks, 1995). A menudo nuestros interlocutores anticipan las infracciones y se ajustan por ellas, incluso cuando no percibimos ninguna amenaza de ruptura; llamamos a ese comportamiento disculpándose, complaciente o ansioso. Trabajamos arduamente para mantener unidas las situaciones y mantener al menos la apariencia de mutualidad, como señalaron los etnometodólogos al identificar “déjalo pasar” como uno de los principales métodos que la gente sigue para intentar darle sentido entre sí y a las situaciones (Garfinkel 1967, p. 3).

    Notamos la fragilidad, sin embargo, cuando las situaciones se desmoronan, surgen resentimientos y las personas crean caracterizaciones desagradables de los ex interactores y el comportamiento que violó las expectativas. Los notorios experimentos de incumplimiento de Garfinkel revelaron cómo incluso pequeñas desviaciones del comportamiento normativamente esperado pueden conducir a rupturas sociales muy grandes (Garfinkel, 1967). Tales experimentos ponen a prueba los límites del comportamiento esperado y revelan la profundidad de importancia moral que le damos a otros que sostienen su parte. Tales experimentos también revelan las presiones sobre nosotros para seguir el comportamiento esperado.

    La fragilidad de la interacción alfabetizada es aún más invisible, porque la ruptura ocurre fuera de la vista. La gente rara vez nos avisa si no han leído lo que escribimos, si perdieron el interés, o estaban tan indignados que dejaron de leer. Tampoco, aunque terminen, nos reportan el significado que obtuvieron del texto. Nosotros felizmente seguimos creyendo que leyeron lo que escribimos. Pregunte a cualquier autor que tenga la suerte de ser ampliamente revisado o discutido en otras publicaciones sobre qué tan bien entienden sus lectores su trabajo o incluso si sus lecturas parecen plausibles, y es posible que vea otro lado. Por otro lado, rara vez interesa al autor impugnar las lecturas, pues al menos el texto está siendo leído y discutido. La sabiduría común de los autores es dejar que el texto hable por sí mismo. En su mayor parte, las personas sostienen su lectura en privado dentro de sí mismas como parte de su propia diversión, desarrollo intelectual, curiosidad, formación de creencias o acumulación de información para la acción. Si comparan lecturas, sus comentarios pueden ser amplios o vagos, por lo que rara vez es probable que alguien cuestione en detalle lo que obtuvieron de los textos.

    Sólo en casos limitados existe de hecho alguna exigencia para que lleguemos a lecturas compartidas de cualquier texto con cualquier detalle. Las necesidades operativas inmediatas pueden requerir una interpretación compartida, como un grupo que da sentido a un manual para llevar a cabo una reparación, pero las lecturas coinciden solo con el nivel necesario para fines prácticos inmediatos, que luego se hace cargo de las exigencias y materialidad de la acción y los artefactos mismos. La incorporación de prácticas de lectura en conjuntos complejos de prácticas sociales compartidas también puede ayudar a alinear lecturas. Aunque los estudiantes que se encuentran por primera vez con un libro de texto de química pueden tener todo tipo de entendimientos inusuales del texto, si resuelven suficientes problemas, hacen suficientes experimentos, discuten suficientes fenómenos y participan en suficientes otras actividades de profesionalización a lo largo de los años, sus lecturas de textos químicos se alinearán con las lecturas de quienes se han convertido en sus compañeros. Las prácticas especializadas de afirmar entendimientos de lecturas antes de comentar, como las asociadas con el argumento Rogeriano (Rogers, 1961), o la revisión de literatura relevante en el trabajo científico, son intentos de crear alineamientos comunales compartidos con textos previos para luego llevar adelante la discusión. Cuando las personas tienen apuestas significativas en la comparación de lecturas en detalle, pueden surgir foros profesionalizados y prácticas técnicas disciplinadas y pueden perfeccionarse en debates interpretativos, como en derecho, filosofía, estudios literarios y teología. A veces en estos foros la discusión lleva a la gente a consentir lecturas más alineadas, como Fleck (1979) en sus observaciones de colectivos de pensamiento, y Fish (1980) en sus comunidades interpretativas. Sin embargo, incluso en los foros profesionales ninguna exigencia puede presionar para la resolución, con la gente simplemente refinando y argumentando por la validez de sus lecturas particulares. Sólo cuando hay un juez o jurado para determinar la lectura autoritaria eso soluciona la cuestión, pero incluso entonces generalmente bajo coacción y con murmullos de quienes sienten que tienen que abrocharse al estado.

    Cuando los textos no logran crear significados razonablemente congruentes adecuados para fines prácticos cooperativos, tenemos muchas formas de contabilizar las averías, ocultando la fragilidad. Lo más fácil y común es culpar a cualquiera de los participantes. O el escritor no puede escribir o el lector no puede leer. Otros tipos de estigmatizaciones y consecuentes elaboraciones hostiles pueden ocultar la ruptura como acusaciones de que la otra persona carece de comprensión de los temas o está equivocada filosóficamente o es impulsada cínicamente por motivos ulteriores. Esto no quiere decir que tales caracterizaciones a veces no estén justificadas, ni para sugerir que la lectura crítica o la inteligencia retórica sean cosas malas. Sin embargo, estas caracterizaciones pueden movilizarse en casos de ruptura comunicativa.

    Tales caracterizaciones que enmascaran la ruptura de las relaciones alfabetizadas se hacen más tentadoras debido a la semiprivacidad dentro de la cual solemos llevar a cabo actividades alfabetizadas, solo nosotros y el libro o terminal informático. En la semiprivacidad mental podemos contarnos historias que nos alejan del reto o diferencia del texto que estamos leyendo o de la diferencia de quienes podrían leer nuestro texto. El hecho de que la educación y la lectura estén tan rodeadas de una ideología hortatoria de abrir la mente, entretener la diferencia y aprender del otro lado, sugiere lo difícil y excepcional que es abordar textos que no coinciden cómodamente con nuestras ideas preconcebidas. Por otro lado, la experiencia común de llegar a ser más comprensivo y comprensivo de un escritor una vez que lo escuchas leer o hablar en persona sugiere hasta qué punto el aislamiento de la alfabetización limita nuestra alineación con las palabras y posturas de los demás (Ver Inglese, 2010 para un estudio de cómo mostrar entrevistas en video de famosos escritores a estudiantes mejora la comprensión y simpatía de los estudiantes por los textos de esos escritores). Este valor para ver al escritor como persona se corresponde del lado del escritor por la conocida importancia (y dificultad de obtener) un sentido de cómo los lectores responden realmente a lo que el escritor ha escrito. Sin embargo, los escritores suelen resistirse a aceptar cualquier respuesta que no sea la más laudatoria de los lectores. Incluso los autores experimentados deben tener dificultades para recibir comentarios con ecuanimidad y evaluarlos de manera equitativa.

    Las caracterizaciones de lectores y escritores defectuosos suelen suponer que un texto ideal, bien escrito, leído cuidadosamente por escritores y lectores competentes, debería llevar toda la carga de una comunicación exitosa. Tendemos a no pensar en el texto como un mediador frágil en un sistema complejo dentro del espacio humano interpersonal, y que las averías pueden ocurrir o ramificarse en cualquier parte. Ciertamente, atender con mayor atención al artefacto mediador con herramientas expertas de interpretación es útil, porque los textos son escenario de transferencia de acción. Sin embargo, el texto sólo se sienta en medio de un proceso, por muy bien y hábilmente que se atienda el texto. Por lo que debemos ver los procesos de toma de sentido dentro de las configuraciones sociales, en lugar de tomar el texto como un transportador universal de sentido, accesible a todos en cualquier circunstancia.

    Creación de alineación y legibilidad en la escritura

    La fragilidad del lenguaje escrito ejerce grandes presiones sobre la escritura para que sea entendida como situacionalmente relevante para el lector, digna de atención, legible, interpretable y útil para los fines de los lectores, todo ello dentro del contexto de un canal de comunicación asincrónico limitado de palabras (y gráficos u otros mejoras) en papel o una pantalla. A pesar de las dificultades, un texto exitoso debe evocar en la mente del lector significados lo suficientemente congruentes con las intenciones del escritor y solidario de las acciones deseadas a realizar por el lector para completar una transacción satisfactoria. Si bien los mundos de significado evocados en el lector por los textos literarios a veces se consideran en la teoría literaria, los mundos de significado son de hecho omnipresentes en todas las interacciones alfabetizadas y no son fáciles de lograr. Requieren altos grados de trabajo tanto de lector como de escritor, posturas cooperativas entre ellos, y una disposición para disciplinarse a los tecnicismos del lenguaje inscrito, incluyendo las herramientas más básicas del lenguaje escrito como las formas de escritura e inscripción, ortografías, gramáticas, y las convenciones de puntuación, que se discutirán en el siguiente capítulo.

    Uno de los mecanismos clave para lograr la alineación es lanzar mensajes en términos familiares y formas tipificadas. La necesidad de inteligibilidad refuerza así la dependencia de los géneros. Si, por ejemplo, necesitas información específica comparable de un grupo de encuestados, es probable que uses cuestionarios con preguntas en formatos familiares, para que los encuestados sepan lo que estás pidiendo y cómo podrían responder si así lo desean. Cuanto más inusual sea la información que busques y más abierto o inusual sea el formato, menos confiablemente las personas sabrán qué responder, y más difíciles serán sus respuestas de interpretar y comparar, y menor será la tasa de respuesta que probablemente obtenga.

    Otros dispositivos para localizar y alinear a los participantes son la reconstrucción narrativa de la situación de la escritura o del uso probable de la lectura, recordar a los lectores la información compartida e identificar explícitamente los intertextos compartidos relevantes. Los diseños familiares, lugares de publicación apropiados, fraseo familiar y un vocabulario técnico estrechamente definido, u otras variables de presentación también pueden ayudar a los lectores a identificar y alinearse con los significados proyectados en el texto y aprovechar las representaciones que ya tienen a mano.

    Las formulaciones que se basan en creencias familiares de la comunidad para su coherencia es lo que Aristóteles denominó entimemes, utilizados como dispositivo persuasivo. Si un discurso no hace explícitas todas las suposiciones y la lógica, sino que se apoya en los oyentes para hacer las conexiones y proporcionar las creencias facilitadoras, los oyentes evocarán sentimientos y significados ya en su mente y que sienten que son propios. También encontrarán que el orador es de una mente similar y por lo tanto, de confianza. Además, en la medida en que deben pensar activamente para ganar sentido, utilizando lo que ya conocen, las conclusiones se vuelven suyas, pues lo han pensado bien. Por lo tanto, es probable que toda la actuación compartida cree un vínculo común entre hablante y oyente. Por escrito, este sentido de sentido común y razonamiento es aún más importante para mantener el sentido de la situación, la atención y el significado. Pero si los entimemes y los géneros familiares definen el dominio total del significado despertado, entonces uno nunca lleva al lector más allá de lo familiar, como en las agotadoras diatribas del periodismo partidista o las “noticias” repetitivas de celebridades que varían solo en los nombres y ubicaciones.

    El potencial interaccional y los desafíos de evocar nuevos significados

    Por otro lado, la escritura crea oportunidades para una individuación de opinión más elaborada, una mayor originalidad de las declaraciones y una articulación más finamente perfeccionada. El proceso reflexivo y extendido de la escritura puede alejar al escritor aún más del lector y del probable contenido de la mente del lector. Esto pone una alta carga de mutualidad y trabajo duro tanto en el lector como en el escritor para crear significado a través de la delgada corriente de palabras inscritas. Este arduo trabajo mutuo se inicia a nivel de referencia, para asegurar que ambos interlocutores identifiquen suficientemente de cerca los objetos del mundo y los conceptos evocados por las palabras para ir por caminos de pensamiento suficientemente similares. Incluso los términos para objetos comunes, como silla, tienen una variedad de asociaciones mentales, cada uno de nosotros imaginando una versión prototípica de cada uno (ya sea un sillón tapizado o un sillón utilitario de metal plegable) y teniendo una gama de variaciones fácilmente imaginables (algunos incluirían fácilmente una formación rocosa natural y otros un banco multi-asiento como silla, mientras que otros podrían tener que pensar un poco para entender estas variantes como sillas). Los pronombres y otros términos deícticos suelen causar problemas a los escritores menos experimentados porque no son tan hábiles para dirigir a los lectores a lo que quieren indicar. Además, lo que es fácilmente atendido y aceptado como parte de la escena incluye una deíctica cultural de atención y límites. El análisis de H. Sacks (1995) de los dispositivos de categoría de membresía, el análisis de Hanks (1990) de los deixis culturales y la consideración de Bakhtin (1981) del cronotopo aclaran el horizonte cultural y de género de las expectativas sobre lo que es probable que incluya una escena.

    El problema con la alineación de conceptos es incluso mayor que el de los objetos materiales. La clase exacta de eventos cubiertos por un concepto, cómo opera un concepto en relación con otros conceptos, con qué sistema de razonamiento están relacionados los conceptos, uso idiosincrásico personal de términos dentro de mundos cognitivos privados y preocupaciones similares presentan problemas en alineación de significados imaginados por escritor y varios lectores. La formación disciplinaria intenta aliviar algunos de estos problemas, mediante la larga inculturación en conocimientos y prácticas disciplinares que restringen rangos de significados; sin embargo, incluso dentro de las discusiones disciplinarias, desacuerdos teóricos, malentendidos y otras desalineaciones crean deslizamientos en los significados conceptuales. Particularmente a medida que las personas están tratando de articular conceptos novedosos, es probable que utilicen términos clave de formas que no siempre parecen totalmente coherentes para sus compañeros a medida que alcanzan nuevos marcos de percepción.

    El problema de la alineación en la creación de significados va mucho más allá de la identificación de términos concretos o conceptuales individuales, ya que los textos crean grandes redes de significados que deben ser entendidos dentro de la estructura del texto y en relación con otras estructuras de significado que puedan ser llevadas a entender y evaluar el texto. Cómo cada reivindicación, cada oración se relaciona entre sí, qué estructuras de significado más grandes emergen de los textos y cómo ese significado encaja con otros marcos de pensamiento existentes presentan problemas tanto para lectores como para escritores. Este problema aparece en niveles cada vez más sofisticados a medida que los lectores y escritores se vuelven más hábiles y se involucran en dominios más especializados con distinciones y razonamientos más sutiles, reuniendo complejos más grandes de ideas y evidencia. A pesar de que el texto puede desplegarse temporalmente en una secuencia de oraciones, el significado emerge solo cuando el lector mantiene en mente toda la estructura del significado simultáneamente. De igual manera, los significados evocados al referirse a textos anteriores pueden ser problemáticos. Los lectores pueden encontrar diferentes temas sobresalientes en cada texto anterior citado, interpretándolos de manera diferente, asignando diferentes evaluaciones y relacionándolos de manera diferente entre sí. Incluso hacer un seguimiento de quién sostiene qué opinión en un artículo que cita a varias personas es difícil, y mucho menos qué posición ocupa el escritor con respecto a todos los textos discutidos y el tema general en discusión.

    Los géneros y otras tipificaciones pueden servir para alinear y limitar la interpretación, pero cuanto más tipificados y comunes, más restringen los significados potenciales que se pueden hacer. Los géneros pueden incluso tener el efecto perverso de limitar la precisión del mensaje, ya que existen estándares de aproximación suficientemente buenos para fines típicos integrados en géneros. Por lo tanto, si un género suele tener solo referencias amplias no citadas a las fuentes, fomenta la creencia de que los textos fuente son claros y unívocos en su significado y solo el significado más familiar debe extraerse de ellos. De igual manera, el uso del seccionamiento estándar de un argumento disminuye la carga de proporcionar una justificación explícita para la continuidad de las partes y la arquitectónica del conjunto. Por esta razón a menudo encontramos una consecuencia paradójica de que los artículos más típicos (los que están más cerca de las expectativas convencionales), aunque los más fáciles de leer, pueden no ser los más influyentes, porque aportan poca novedad a la discusión. En ocasiones, los textos altamente influyentes dentro de contextos disciplinarios o profesionales son híbridos, aportando recursos inesperados y modos de representación al razonamiento comunal. Estas contribuciones híbridas no pueden abandonar ni ignorar las expectativas disciplinarias, sino que traen e integran otros modos de discusión reconocibles para complementar los significados convencionales. Estas suplementaciones híbridas pueden ser polémicas y algunas pueden verlas como difíciles de entender, inapropiadas o irrelevantes, pero otras pueden ver la necesidad de los nuevos significados. Dicha controversia y expansión simultánea del razonamiento ocurrieron en la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Brown vs. Board of Education of Topeka donde se introdujeron evidencias científicas sociales de las autoconcepciones infantiles para argumentar que el principio jurídico de “separar pero igual” fue culpado porque condujo a consecuencias desiguales.

    La complejidad del significado novedoso puede crear tensión cognitiva y emocional tanto en el escritor como en el lector. A los escritores les cuesta pensar en las nuevas formas que sus argumentos les exigen, a veces no están seguros de hacia dónde se dirigen sus ideas, porque sus propias creencias y conocimientos previos ya no proporcionan guías firmes. Además, pueden estar apropiadamente ansiosos de que otros no los sigan a sus nuevos significados o los rechacen por escribir cosas tan extrañas y heterodoxas. El lector también necesita luchar contra las ideas preconcebidas para seguir nuevos significados sin rechazarlos de las manos por ser poco claros o extravagantes. Con bastante frecuencia he escuchado a la gente quejarse de la dificultad de los textos y afirmar que los textos están mal escritos cuando por todas las medidas textuales obvias de vocabulario, complejidad de oraciones, marcadores cohesivos, u organización de párrafos y textos los textos no son de ninguna manera excepcionales. Pero el significado era inusual, introduciendo material desconocido, poniendo el material familiar en perspectivas desconocidas, o mirando temas con mayor detalle de lo habitual. Estos problemas de articular y entender el significado desconocido pueden ocurrir en cualquier nivel: cuando un estudiante de secundaria debe escribir un ensayo que va más allá del resumen de la trama y un maestro debe ayudar al alumno a identificar el pensamiento naciente que está naciendo o cuando un Wittgenstein está tratando de articular una nueva filosofía perspectiva y los lectores están tratando de absorberla. El problema sigue siendo el mismo de cómo escritores y lectores pueden alinearse lo suficientemente bien sobre un texto para evocar significados adecuadamente congruentes.

    Una perspectiva interaccional nos ayuda a comprender más profundamente cómo la creación de constructos congruentes de la situación comunicativa es esencial para la participación alineada y la creación de significados, pero cuán difícil es crear congruencia en formas que van mucho más allá de las habilidades técnicas de inscripción, ortografía y gramática. Si bien la conversación cara a cara ofrece muchos dispositivos para mantener unida la interacción a pesar de las desalineaciones transitorias y las rupturas amenazadas, las interacciones alfabetizadas a distancia solo tienen atención a la palabra escrita, en producción y recepción, como mecanismo mediador. La atención alfabetizada en la creación de significados, llevada a cabo en la imaginación de los participantes separados, es frágil, empujando a los participantes a participar en las actividades y significados más normativos con el fin de aumentar las posibilidades de una alineación sólida de la comprensión. Sin embargo, el potencial de la escritura para crear un significado novedoso tienta al escritor a ser más ambicioso y desafiante en lo que el texto intenta transmitir. Transmitir con éxito un significado sustancialmente novedoso requiere que tanto el escritor como el lector atiendan cuidadosamente los matices y la arquitectónica del texto. Incluso con un alto compromiso y habilidad en ambos lados, el nivel de coalineación y comprensión mutua suele ser mucho menor de lo que podría sugerir la fijación del texto inscrito. Los textos sustancialmente novedosos, si transmiten significados frescos percibidos de valor potencial para los lectores, revelan su éxito al evocar una amplia discusión entre los lectores sobre el significado. El significado no es completamente obvio y unívoco a partir de una lectura simple del texto. La complejidad de construir un orden interaccional efectivo nos ayuda a comprender que el objetivo de la escritura no es un “texto perfecto” sino una alineación máxima de construcción de significados entre escritor y lector, creando significados para el lector de una manera que sea congruente con los significados que el escritor desea evocar y que conducen a los deseados pensamientos y acciones consecuentes que el escritor espera.


    This page titled 1.7: Del orden de interacción a los significados compartidos is shared under a CC BY-NC-ND 4.0 license and was authored, remixed, and/or curated by Charles Bazerman (WAC Clearinghouse) via source content that was edited to the style and standards of the LibreTexts platform; a detailed edit history is available upon request.