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5.3: Obesidad Infantil

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    La disminución de la participación en la educación física escolar y el deporte juvenil es solo uno de los muchos factores que ha llevado a un aumento en el sobrepeso u obesidad de los niños. La medida actual para determinar el exceso de peso es el Índice de Masa Corporal (IMC) que expresa la relación entre la estatura y el peso. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los niños cuyo IMC es igual o superior al percentil 85 para su edad se consideran con sobrepeso, mientras que los niños que están en o por encima del 95 percentil se consideran obesos (Lu, 2016). En 2011-2012 aproximadamente 8.4% de los niños de 2-5 años fueron considerados con sobrepeso u obesidad, y 17.7% de los niños de 6-11 años tenían sobrepeso u obesidad (CDC, 2014b).

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    Figura 5.4: El sobrepeso puede ser una lucha de por vida. Fuente.

    El exceso de peso y obesidad en los niños se asocia con una variedad de afecciones médicas y cognitivas que incluyen presión arterial alta, resistencia a la insulina, inflamación, depresión y menor rendimiento académico (Lu, 2016). El sobrepeso también se ha relacionado con el deterioro del funcionamiento cerebral, lo que incluye déficits en el funcionamiento ejecutivo, la memoria de trabajo, la flexibilidad mental y la toma de decisiones (Liang, Matheson, Kaye y Boutelle, 2014). Los niños que comían más grasas saturadas se desempeñaron peor en las tareas de memoria relacional, mientras que comer una dieta alta en ácidos grasos omega-3 promovió habilidades de memoria relacional (Davidson, 2014). Mediante estudios en animales Davidson et al. (2013) encontraron que grandes cantidades de azúcares procesados y grasas saturadas debilitaron la barrera hematoencefálica, especialmente en el hipocampo. Esto puede hacer que el cerebro sea más vulnerable a sustancias nocivas que pueden perjudicar su funcionamiento. Otra habilidad importante del funcionamiento ejecutivo es controlar los impulsos y retrasar la gratificación. Los niños con sobrepeso muestran menos control inhibitorio que los niños con peso normal, lo que puede dificultarles evitar los alimentos poco saludables (Lu, 2016). En general, el sobrepeso cuando era niño aumenta el riesgo de deterioro cognitivo a medida que envejece.

    Una preocupación creciente es la falta de reconocimiento por parte de los padres de que los niños tienen sobrepeso u obesidad. Katz (2015) se refirió a esto como “Oblivobesidad”. Black et al. (2015) encontraron que los padres en el Reino Unido (Reino Unido) solo reconocían a sus hijos como obesos cuando estaban por encima del percentil 99.7 mientras que el punto de corte oficial para la obesidad está en el percentil 85. Oude Luttikhuis, Stolk y Sauer (2010) encuestaron a 439 padres y encontraron que 75% de los padres de niños con sobrepeso dijeron que el niño tenía un peso normal y 50% de los padres de niños obesos dijo que el niño tenía un peso normal. Para estos padres, el sobrepeso se consideró normal y la obesidad se consideró normal o un poco pesada. Doolen, Alpert y Miller (2009) informaron sobre varios estudios del Reino Unido, Australia, Italia y Estados Unidos, y en todos los lugares los padres tenían más probabilidades de percibir mal el peso de sus hijos. Black, Park, y Gregson (2015) concluyeron que a medida que aumenta el peso promedio de los niños, también aumenta lo que los padres consideran normal. No hace falta decir que si los padres no pueden identificar si sus hijos tienen sobrepeso no podrán intervenir y ayudar a sus hijos con el manejo adecuado del peso.

    Una preocupación añadida es que los propios niños no están identificando con precisión si tienen sobrepeso. En una muestra de Estados Unidos de 8-15 años, más del 80% de los niños con sobrepeso y el 70% de las niñas con sobrepeso percibieron mal su peso como normal (Sarafrazi, Hughes, & Borrud, 2014). También se señaló que a medida que aumentaba el nivel socioeconómico de los niños, la frecuencia de estos conceptos erróneos disminuyó. Parecía que las familias con más recursos estaban más conscientes de lo que define un peso saludable.

    Los niños con sobrepeso tienden a ser rechazados, ridiculizados, burlados y acosados por otros (StopBullying.gov, 2016). Esto ciertamente puede ser perjudicial para su autoimagen y popularidad. Además, los niños obesos corren el riesgo de sufrir problemas ortopédicos como lesiones de rodilla, y tienen un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares en la edad adulta (Lu, 2016). Es difícil para un niño obeso convertirse en un adulto no obeso. Además, el número de casos de diabetes pediátrica ha aumentado dramáticamente en los últimos años.

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    Figura 5.5. Fuente.

    Se están investigando intervenciones conductuales, incluida la capacitación de niños para superar el comportamiento impulsivo, para ayudar a los niños con sobrepeso (Lu, 2016). Se ha demostrado que la práctica de la inhibición fortalece la capacidad de resistir los alimentos poco saludables. Los padres pueden ayudar mejor a sus hijos con sobrepeso cuando son cálidos y solidarios sin usar la vergüenza o la culpa. Los padres también pueden actuar como el lóbulo frontal del niño hasta que se desarrolle ayudándolos a tomar decisiones correctas de alimentos y alabando sus esfuerzos (Liang, et al., 2014). La investigación también muestra que el ejercicio, especialmente el ejercicio aeróbico, puede ayudar a mejorar el funcionamiento cognitivo en niños con sobrepeso (Lu, 2016). Los padres deben tener precaución contra enfatizar solo la dieta para evitar el desarrollo de cualquier obsesión por la dieta que pueda conducir a trastornos alimentarios. En cambio, aumentar el nivel de actividad de un niño es de gran ayuda.


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