8.17: Religión y Espiritualidad

Grzywacz y Keyes (2004) encontraron que además de los comportamientos de salud personal, como el ejercicio regular, el peso saludable y no fumar, se ha demostrado que las conductas sociales, incluida la participación en actividades relacionadas con la religión, están positivamente relacionadas con la salud óptima. No obstante, no sólo los que están involucrados en una religión específica los que se benefician, sino que también lo hacen los identificados como espirituales. Según Greenfield, Vaillant y Marks (2009), la religiosidad se refiere a comprometerse con las doctrinas, los valores, las tradiciones y los comiembros de un grupo religioso formal. En contraste, la espiritualidad se refiere al sentido intrapsíquico de conexión de un individuo con algo trascendente (lo que existe aparte de un universo no limitado por el material) y los posteriores sentimientos de asombro, gratitud, compasión y perdón. La investigación ha demostrado una fuerte relación entre la espiritualidad y el bienestar psicológico, independientemente de la participación religiosa de un individuo (Vaillant, 2008). Adicionalmente, Sawatzky, Ratner, & Chiu (2005) encontraron que la espiritualidad estaba relacionada con una mayor calidad de vida tanto para individuos como para sociedades.

Figura 8.38. Fuente.

Con base en reportes de la Encuesta Nacional de la Edad Media 2005 en Estados Unidos, Greenfield et al. (2009) encontraron que mayores niveles de espiritualidad se asociaron con menores niveles de afecto negativo y mayores niveles de afecto positivo, crecimiento personal, propósito en la vida, relaciones positivas con los demás, auto- aceptación, dominio ambiental y autonomía. En contraste, la participación religiosa formal solo se asoció con mayores niveles de propósito en la vida y crecimiento personal solo entre los adultos mayores y menores niveles de autonomía. En resumen, parece que la participación religiosa formal y la espiritualidad se relacionan de manera diferente con el bienestar psicológico general de un individuo.

Edad: Los individuos mayores identifican la religión/espiritualidad como más importantes en sus vidas que los más jóvenes (Beit-Hallahmi y Argyle, 1998). Esta diferencia de edad se ha explicado por varios factores, entre ellos, que la religión y la espiritualidad ayudan a las personas mayores a hacer frente a las pérdidas relacionadas con la edad, brindan oportunidades de socialización y apoyo social en la vida posterior, y demuestran un efecto de cohorte en que los individuos mayores se socializaron más ser religiosos y espirituales que los más jóvenes (Greenfield et al., 2009).

Género: En Estados Unidos, las mujeres reportan identificarse como más religiosas y espirituales que los hombres (de Vaus & McAllister, 1987). Según el Pew Research Center (2016), las mujeres en Estados Unidos tienen más probabilidades de decir que la religión es muy importante en sus vidas que los hombres (60% vs. 47%). Las mujeres estadounidenses también tienen más probabilidades que los hombres estadounidenses de decir que oran diariamente (64% vs. 47%) y asistir a servicios religiosos al menos una vez a la semana (40% vs. 32%). Las teorías para explicar esta diferencia de género incluyen que las mujeres pueden beneficiarse más de los aspectos social-relacionales de la religión/espiritualidad porque las relaciones sociales influyen más fuertemente en la salud mental de las mujeres. Adicionalmente, las mujeres han sido socializadas para internalizar los comportamientos vinculados con los valores religiosos, como la cooperación y la crianza, más que los varones (Greenfield et al., 2009).

Figura 8.39.

A nivel mundial: Para medir las creencias y prácticas religiosas de hombres y mujeres de todo el mundo, el Pew Research Center (2016) realizó encuestas a la población general en 84 países entre 2008 y 2015. En general, se estima que 83% de las mujeres a nivel mundial se identificaron con una religión en comparación con 80% de los hombres Esto equivalía a 97 millones más de mujeres que de hombres identificándose con una religión. No había países en los que los hombres fueran más religiosos que las mujeres en 2 puntos porcentuales o más. Entre los cristianos, las mujeres reportaron mayores tasas de asistencia semanal a la iglesia y mayores tasas de oración diaria. En contraste, las mujeres
musulmanas y los hombres musulmanes mostraron niveles similares de religiosidad, excepto la frecuencia de asistencia a los servicios de culto. Debido a las normas religiosas, los hombres musulmanes adoraban en una mezquita con más frecuencia que las mujeres musulmanas. De igual manera, los hombres judíos asistían a una sinagoga con más frecuencia que las mujeres judías. En el judaísmo ortodoxo, los servicios comunales de culto no pueden realizarse a menos que esté presente un minyan, o quórum de al menos 10 hombres judíos, asegurando así que los hombres tendrán altos índices de asistencia. Sólo en Israel, donde aproximadamente 22% de todos los adultos judíos se autoidentifican como ortodoxos, un porcentaje mayor de hombres que de mujeres reportaron participar en la oración diaria.