La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño se aplica a todos los niños, cualquiera que sea su raza, religión o habilidades; sea lo que piensen o digan, cualquier tipo de familia de la que provengan. No importa dónde vivan los niños, qué idioma hablan, qué hacen sus familias, si son niños o niñas, cuál es su cultura, si tienen alguna discapacidad o si son ricos o pobres. Ningún niño debe ser tratado injustamente por ninguna base. (UNICEF 1990, 1)
En la superficie, la necesidad de sacar a colación el racismo, el clasismo o el sexismo parecería incongruente al mismo aliento que hablar de cuidado infantil para niños. Sin embargo, tristemente, es necesario. El prejuicio, el sesgo y la inequidad social entran en la vida de los niños de diversas maneras. Ya sea por motivos de raza, cultura, género, clase económica o estructura familiar, estas actitudes y realidades tienen un efecto negativo e hiriente en la calidad de vida y desarrollo.
Si bien la familia inmediata y extensa del niño proporciona el ambiente primario de socialización para los niños en sus primeros años, los prejuicios, los prejuicios y la inequidad social provienen de fuera de la familia. Los profesionales que brindan a los niños y a sus familias una gama de servicios (por ejemplo, proveedores de cuidado infantil, personal médico, trabajadores sociales) son una fuente de los mensajes que transmiten cuya forma de vida importa más y cuyos asuntos menos. Algunos de estos mensajes son obvios, algunos son sutiles e irónicamente, muchos no son intencionados. Algunos mensajes negativos provienen de las actitudes y comportamientos de los profesionales. Muchos provienen de dinámicas estructurales de las organizaciones en las que trabajan los profesionales del servicio humano, entre ellos los educadores de la primera infancia. Estos mensajes negativos pueden incluir políticas, procedimientos y creencias no examinadas que crean ventajas para algunos grupos y desventajas para otros grupos.
El efecto acumulativo de los mensajes sobre quién importa (más o menos) influye gradualmente en cómo los niños comienzan a comprender y sentir acerca de sí mismos y de los demás, incluso en el primer año de vida. Los mensajes también impactan su calidad de vida. La comprensión de las diversas formas de sesgo, prejuicio e inequidad y cómo influyen en los niños es fundamental para contrarrestar el daño potencial al desarrollo saludable. La comprensión crece desde la conciencia, el primer paso para practicar un cuidado culturalmente receptivo y no sesgado que nutre a todos los niños y familias. [245]
Responsabilidades éticas con las familias
En su declaración de posición Código de Conducta Ética y Declaración de Compromiso, la Asociación Nacional para la Educación de Niños Pequeños comparte los valores fundamentales que subrayan el comportamiento ético en el campo de la atención y educación de la primera infancia. Estos son:
“Apreciar la infancia como una etapa única y valiosa del ciclo vital humano
Basar nuestro trabajo en el conocimiento de cómo se desarrollan y aprenden los niños
Apreciar y apoyar el vínculo entre el niño y la familia
Reconocer que los niños son mejor entendidos y apoyados en el contexto de la familia, la cultura, la comunidad y la sociedad
Respetar la dignidad, el valor y la singularidad de cada individuo (hijo, miembro de la familia y colega)
Respetar la diversidad en niños, familias y compañeros
Reconocer que niños y adultos alcanzan todo su potencial en el contexto de relaciones que se basan en la confianza y el respeto”
También detallan las responsabilidades éticas que tienen los educadores de la primera infancia que afirman el compromiso con los valores fundamentales. En el apartado que comparte responsabilidades éticas con las familias, se incluyen los siguientes:
Dar la bienvenida a todos los miembros de la familia y fomentar su participación en el programa
“Respetar la dignidad y preferencias de cada familia y hacer un esfuerzo por conocer su estructura, cultura, idioma, costumbres y creencias para asegurar un ambiente culturalmente consistente para todos los niños y familias”
Respetar los valores de crianza de los hijos de las familias e involucrarlos en la toma de decisiones para sus hijos
Hacer todo lo posible para comunicarse de manera efectiva con las familias en un idioma que entiendan
Utilizar los insumos de las familias al planificar e implementar el programa
Y en la parte de declaración de compromiso de la declaración de posición, dos de los compromisos que hacen los educadores de primera infancia incluyen:
“Respetar y apoyar a las familias en su tarea de cuidar a los niños
Participar en un proceso continuo de autorreflexión, dándose cuenta de que las características personales, los prejuicios y las creencias tienen un impacto en los niños y las familias”. [247]