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12.9: Neurociencia Social

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    Por Tiffany A. Ito y Jennifer T. Kubota

    Universidad de Colorado Boulder, Universidad de Nueva York

    Este módulo proporciona una visión general del nuevo campo de la neurociencia social, que combina el uso de métodos y teorías de la neurociencia para comprender cómo otras personas influyen en nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento. El módulo revisa la investigación que mide las respuestas neuronales y hormonales para comprender cómo hacemos juicios sobre otras personas y reaccionamos al estrés. A través de estos ejemplos, ilustra cómo la neurociencia social aborda tres preguntas diferentes: (1) cómo se puede ampliar nuestra comprensión del comportamiento social cuando consideramos las respuestas neuronales y fisiológicas, (2) cuáles son los sistemas biológicos reales que implementan el comportamiento social (por ejemplo, qué cerebro específico áreas están asociadas con tareas sociales específicas), y (3) cómo los sistemas biológicos son impactados por los procesos sociales.

    objetivos de aprendizaje

    • Definir la neurociencia social y describir sus tres objetivos principales.
    • Describir cómo se utilizan medidas de actividad cerebral como EEG y fMRI para hacer inferencias sobre los procesos sociales.
    • Discutir cómo ocurre la categorización social.
    • Describir cómo se puede utilizar la simulación para hacer inferencias sobre otros.
    • Discutir las formas en que otras personas pueden causar estrés y también protegernos contra el estrés.

    La psicología tiene una larga tradición de usar nuestro cerebro y nuestro cuerpo para comprender mejor cómo pensamos y actuamos. Por ejemplo, en 1939 Heinrich Kluver y Paul Bucy retiraron (es decir lesionados) los lóbulos temporales en algunos monos rhesus y observaron el efecto sobre el comportamiento. En estas lesiones se incluyó una zona subcortical del cerebro llamada amígdala. Después de la cirugía, los monos experimentaron profundos cambios de comportamiento, incluida la pérdida del miedo. Estos resultados proporcionaron evidencia inicial de que la amígdala juega un papel en las respuestas emocionales, hallazgo que desde entonces ha sido confirmado por estudios posteriores (Phelps & LeDoux, 2005; Whalen & Phelps, 2009).

    ¿Qué es la neurociencia social?

    La neurociencia social utiliza de manera similar el cerebro y el cuerpo para entender cómo pensamos y actuamos, con un enfoque en cómo pensamos y actuamos hacia otras personas. Más específicamente, podemos pensar en la neurociencia social como un campo interdisciplinario que utiliza una gama de medidas de neurociencia para entender cómo otras personas influyen en nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento. Como tal, la neurociencia social estudia los mismos temas que la psicología social, pero lo hace desde una perspectiva multinivel que incluye el estudio del cerebro y el cuerpo. La Figura 12.9.1 muestra el alcance de la neurociencia social con respecto a los campos más antiguos de la psicología social y la neurociencia. Aunque el campo es relativamente nuevo —el término apareció por primera vez en 1992 (Cacioppo & Berntson, 1992 )—, ha crecido rápidamente, gracias a los avances tecnológicos que hacen que las medidas del cerebro y el cuerpo sean más baratas y poderosas que nunca, y al reconocimiento de que la información neuronal y fisiológica son crítico para entender cómo interactuamos con otras personas.

    La Figura 1 se compone de dos partes. El primero es un diagrama de Venn que muestra la neurociencia social como un espacio de superposición entre la neurociencia y la psicología social. La segunda parte de la figura muestra la influencia bidireccional entre los procesos neuronales y fisiológicos y los estados psicológicos y entre los estados psicológicos y el comportamiento.
    Figura 12.9.1: La neurociencia social es la intersección de la psicología social y la neurociencia. Bajo este enfoque multinivel, los procesos neurales/fisiológicos y el comportamiento son dos cosas que podemos medir u observar. Los estados psicológicos no se pueden observar directamente, pero entenderlos es el objetivo. Los neurocientíficos sociales utilizan los procesos neurales/fisiológicos observables y las respuestas conductuales para hacer inferencias sobre estados psicológicos no observables. Las flechas bidireccionales muestran que se supone que todos los niveles de análisis se influyen entre sí (por ejemplo, los estados psicológicos pueden influir en las respuestas neuronales y las respuestas neuronales pueden influir en los estados psicológicos).

    La neurociencia social puede considerarse tanto como un enfoque metodológico (utilizando medidas del cerebro y el cuerpo para estudiar los procesos sociales) como una orientación teórica (ver los beneficios de integrar la neurociencia en el estudio de la psicología social). El enfoque general en la neurociencia social es comprender los procesos psicológicos que subyacen a nuestro comportamiento social. Debido a que esos procesos psicológicos son fenómenos intrapsíquicos que no se pueden observar directamente, los neurocientíficos sociales se basan en una combinación de respuestas neuronales y fisiológicas medibles u observables así como comportamientos manifiestos reales para hacer inferencias sobre estados psicológicos (ver Figura 1). Mediante este enfoque, los neurocientíficos sociales han podido perseguir tres tipos diferentes de preguntas: (1) ¿Qué más podemos aprender sobre el comportamiento social cuando consideramos las respuestas neuronales y fisiológicas? (2) ¿Cuáles son los sistemas biológicos reales que implementan el comportamiento social (por ejemplo, qué áreas específicas del cerebro están asociadas con tareas sociales específicas)? y (3) ¿Cómo impactan los sistemas biológicos por los procesos sociales?

    En este módulo, revisamos tres preguntas de investigación que se han abordado con neurociencia social que ilustran los diferentes objetivos del campo. Estos ejemplos también te exponen a algunas de las medidas de uso frecuente.

    ¿Cómo juzgamos automáticamente a otras personas?

    La categorización social es el acto de clasificar mentalmente a alguien como perteneciente a un grupo. ¿Por qué hacemos esto? Es un atajo mental efectivo. En lugar de pensar con esfuerzo en cada detalle de cada persona que encontramos, la categorización social nos permite confiar en la información que ya conocemos sobre el grupo de la persona. Por ejemplo, al clasificar el servidor de tu restaurante como un hombre, podrás activar rápidamente toda la información que tengas almacenada sobre los hombres y usarla para guiar tu comportamiento. Pero este atajo viene con costos potencialmente altos. Las creencias de grupo almacenadas pueden no ser muy precisas, e incluso cuando describen con precisión a algunos miembros del grupo, es poco probable que sean ciertas para cada miembro que encuentres. Además, muchas creencias que asociamos con grupos —llamadas estereotipos — son negativas. Esto significa que confiar en la categorización social a menudo puede llevar a las personas a hacer suposiciones negativas sobre los demás.

    Los costos potenciales de la categorización social hacen que sea importante entender cómo ocurre la categorización social. ¿Es raro o ocurre a menudo? ¿Es algo que podemos detener fácilmente o es difícil de anular? Una dificultad para responder a estas preguntas es que las personas no siempre son conscientes de lo que están haciendo. En este caso, tal vez no siempre nos demos cuenta cuando estamos categorizando a alguien. Otra preocupación es que incluso cuando las personas son conscientes de su comportamiento, pueden ser reacias a reportarlo con precisión a un experimentador. En el caso de la categorización social, a los sujetos les puede preocupar que se vean mal si reportan con precisión clasificar a alguien en un grupo asociado con estereotipos negativos. Por ejemplo, muchos grupos raciales están asociados con algunos estereotipos negativos, y a los sujetos les puede preocupar que admitir clasificar a alguien en uno de esos grupos signifique creer y usar esos estereotipos negativos.

    Hombre con gorra EEG.
    Figura 12.9.2: Este hombre lleva una tapa de electrodo elástico en la que se cosen electrodos individuales (dentro de los círculos blancos) en ubicaciones estandarizadas. [Imagen: Hans, CC0 Dominio Público, goo.gl/m25gce]

    La neurociencia social ha sido útil para estudiar cómo ocurre la categorización social sin tener que depender de medidas de autoinforme, en lugar de medir las diferencias de actividad cerebral que ocurren cuando las personas se encuentran con miembros de diferentes grupos sociales. Gran parte de este trabajo se ha registrado utilizando el electroencefalograma, o EEG. EEG es una medida de la actividad eléctrica generada por las neuronas del cerebro. Comparar esta actividad eléctrica en un momento dado con lo que una persona está pensando y haciendo al mismo tiempo nos permite hacer inferencias sobre la actividad cerebral asociada a estados psicológicos específicos. Una característica particularmente agradable del EEG es que proporciona información de sincronización muy precisa sobre cuándo ocurre la actividad cerebral. El EEG se mide de forma no invasiva con pequeños electrodos que descansan sobre la superficie del cuero cabelludo. Esto suele hacerse con una tapa elástica elástica, como la que se muestra en la Figura 12.9.2, en la que se cosen los pequeños electrodos. Los investigadores simplemente tiran de la gorra sobre la cabeza del sujeto para colocar los electrodos en su lugar; usarlo es similar a usar un gorro de natación. Luego se le puede pedir al sujeto que piense en diferentes temas o se involucre en diferentes tareas a medida que se mide la actividad cerebral.

    Para estudiar la categorización social, a los sujetos se les han mostrado imágenes de personas que pertenecen a diferentes grupos sociales. La actividad cerebral registrada de muchos ensayos individuales (por ejemplo, mirando a muchos individuos negros diferentes) se promedia juntos para tener una idea general de cómo responde el cerebro al ver a individuos que pertenecen a un grupo social en particular. Estos estudios sugieren que la categorización social es un proceso automático —algo que ocurre con poca conciencia o control— especialmente para dimensiones como género, raza y edad (Ito & Urland, 2003; Mouchetant-Rostaing & Giard, 2003). Los estudios muestran específicamente que la actividad cerebral difiere cuando los sujetos ven a miembros de diferentes grupos sociales (por ejemplo, hombres versus mujeres, negros versus blancos), lo que sugiere que las diferencias de grupo están siendo codificadas y procesadas por el perceptor. Un hallazgo interesante es que estos cambios cerebrales ocurren tanto cuando se les pide a propósito a los sujetos que categoricen a las personas en grupos sociales (por ejemplo, para juzgar si la persona es negra o blanca), como también cuando se les pide que hagan algo que desvíe la atención de las clasificaciones grupales (por ejemplo, hacer un juicio de personalidad sobre la persona) (Ito & Urland, 2005). Esto nos dice que no tenemos que pretender hacer clasificaciones grupales para que sucedan. También es muy interesante considerar la rapidez con la que ocurren los cambios en las respuestas cerebrales. La actividad cerebral se ve alterada al ver a miembros de diferentes grupos dentro de los 200 milisegundos de ver la cara de una persona. Eso son sólo dos décimas de segundo. Una respuesta tan rápida da más apoyo a la idea de que la categorización social ocurre automáticamente y puede que no dependa de la intención consciente.

    En general, esta investigación sugiere que nos involucramos en la categorización social con mucha frecuencia. De hecho, parece suceder automáticamente (es decir, sin que nosotros pretendamos conscientemente que suceda) en la mayoría de las situaciones para dimensiones como género, edad y raza. Dado que clasificar a alguien en un grupo es el primer paso para activar un estereotipo grupal, esta investigación proporciona información importante sobre la facilidad con la que se pueden activar los estereotipos. Y debido a que es difícil para las personas informar con precisión sobre las cosas que suceden tan rápido, este tema ha sido difícil de estudiar utilizando medidas de autoinforme más tradicionales. Por lo tanto, el uso de EEG ha sido útil para proporcionar nuevas ideas interesantes sobre el comportamiento social.

    ¿Utilizamos nuestro propio comportamiento para ayudarnos a entender a los demás?

    Clasificar a alguien en un grupo social y luego activar el estereotipo asociado es una forma de hacer inferencias sobre los demás. Sin embargo, no es el único método. Otra estrategia es imaginar cuáles serían nuestros propios pensamientos, sentimientos y comportamientos en una situación similar. Entonces podemos usar nuestra reacción simulada como una mejor suposición sobre cómo responderá otra persona (Goldman, 2005). Después de todo, somos expertos en nuestros propios sentimientos, pensamientos y tendencias. Puede ser difícil saber lo que otras personas sienten y piensan, pero siempre podemos preguntarnos cómo nos sentiríamos y actuaríamos si estuviéramos en su lugar.

    Ha habido cierto debate sobre si la simulación se utiliza para entrar en la mente de otros (Carruthers & Smith, 1996; Gallese & Goldman, 1998). La investigación en neurociencia social ha abordado esta cuestión observando las áreas cerebrales utilizadas cuando las personas piensan en sí mismas y en los demás. Si las mismas áreas cerebrales están activas para los dos tipos de juicios, da soporte a la idea de que el yo puede ser utilizado para hacer inferencias sobre otros a través de la simulación.

    Sabemos que un área en la corteza prefrontal llamada corteza prefrontal medial (mPFC) —ubicada en la mitad del lóbulo frontal— está activa cuando la gente piensa en sí misma (Kelley, Macrae, Wyland, Caglar, Inati, & Heatherton, 2002). Esta conclusión proviene de estudios que utilizan resonancia magnética funcional o resonancia magnética fMRI. Mientras que el EEG mide la actividad eléctrica del cerebro, la fMRI mide los cambios en la oxigenación de la sangre que fluye en el cerebro. Cuando las neuronas se vuelven más activas, el flujo sanguíneo a la zona aumenta para traer más oxígeno y glucosa a las células activas. fMRI nos permite imaginar estos cambios en la oxigenación al colocar a las personas en una máquina o escáner fMRI (Figura 12.9.3), que consiste en grandes imanes que crean fuertes campos magnéticos. Los imanes afectan la alineación de las moléculas de oxígeno dentro de la sangre (es decir, cómo están inclinadas). A medida que las moléculas de oxígeno se mueven dentro y fuera de alineación con los campos magnéticos, sus núcleos producen energía que se puede detectar con sensores especiales colocados cerca de la cabeza. Grabar fMRI implica tener al sujeto acostado en una pequeña cama que luego se enrolla en el escáner. Si bien la fMRI requiere que los sujetos permanezcan quietos dentro del escáner pequeño y los imanes grandes involucrados son ruidosos, el escaneo en sí es seguro e indoloro. Al igual que EEG, entonces se le puede pedir al sujeto que piense en diferentes temas o se involucre en diferentes tareas a medida que se mide la actividad cerebral. Si sabemos lo que una persona está pensando o haciendo cuando la fMRI detecta un aumento del flujo sanguíneo a un área cerebral en particular, podemos inferir que parte del cerebro está involucrada con el pensamiento o la acción. La fMRI es particularmente útil para identificar qué áreas cerebrales particulares están activas en un momento dado.

    Un investigador se está preparando para asegurar la bobina de cabeza sobre un participante que entra en una máquina de resonancia magnética.
    Figura 12.9.3: Escáner de resonancia magnética funcional (fMRI) utilizado para obtener imágenes del cerebro mientras las personas realizan tareas. El escáner permite a los investigadores ver los cambios en la oxigenación de la sangre en ubicaciones específicas del cerebro durante una tarea. Las imágenes se recogen utilizando potentes imanes y ondas de radio que desplazan la posición de los átomos en la sangre oxigenada que se precipita a las áreas involucradas en la realización de la tarea. Las resonancias magnéticas no son invasivas y no se conocen riesgos por la exposición a los campos magnéticos o a las ondas de radio. Los sujetos yacen en la cama while con la cabeza dentro de la bobina principal, luego la cama se mueve hacia el escáner. [Imagen: Janne Moren, https://goo.gl/MKb2jn, CC BY-NC-SA 2.0, goo.gl/toc0zf]

    La conclusión de que el mPFC está asociado con el yo proviene de estudios que miden fMRI mientras los sujetos piensan en sí mismos (por ejemplo, diciendo si los rasgos son descriptivos de sí mismos). Utilizando este conocimiento, otros investigadores han analizado si la misma área cerebral está activa cuando las personas hacen inferencias sobre otras. Mitchell, Neil Macrae y Banaji (2005) mostraron a los sujetos fotos de extraños y les hicieron juzgar lo complacida que estaba la persona de que le tomaran una foto o cuán simétrica aparecía el rostro. Juzgar si alguien está contento de ser fotografiado requiere hacer una inferencia sobre los sentimientos internos de alguien —a esto lo llamamos mentalización —. Por el contrario, los juicios de simetría facial se basan únicamente en las apariencias físicas y no implican la mentalización. Una comparación de la actividad cerebral durante los dos tipos de juicios muestra más actividad en el MPFC al hacer los juicios mentales versus físicos, sugiriendo que esta área cerebral está involucrada al inferir las creencias internas de los demás.

    Hay otros dos aspectos notables de este estudio. Primero, la mentalización sobre otros también aumentó la actividad en una variedad de regiones importantes para muchos aspectos del procesamiento social, incluyendo una región importante para representar el movimiento biológico (surco temporal superior o STS), un área crítica para el procesamiento emocional (amígdala), y una región también involucrados en pensar sobre las creencias de los demás (unión parietal temporal, TPJ) (Gobbini & Haxby, 2007; Schultz, Imamizu, Kawato, & Frith, 2004) (Figura 12.9.4). Este hallazgo muestra que es probable que un conjunto distribuido e interactuante de áreas cerebrales esté involucrado en el procesamiento social. En segundo lugar, la actividad en la parte más ventral del MPFC (la parte más cercana al vientre en lugar de hacia la parte superior de la cabeza), que se ha asociado de manera más consistente con pensar en el yo, fue particularmente activa cuando los sujetos mentalizaron sobre personas que calificaron como similares a ellos mismos. Se cree que la simulación es más probable para otros similares, por lo que este hallazgo respalda la conclusión de que usamos la simulación para mentalizar sobre otros. Después de todo, si te encuentras con alguien que tiene el mismo gusto musical que tú, probablemente asumirás que tienes otras cosas en común con él. Por el contrario, si aprendes que alguien ama la música que odias, podrías esperar que se difiera de ti de otras maneras (Srivastava, Guglielmo, & Beer, 2010). Usar una simulación de nuestros propios sentimientos y pensamientos será más preciso si tenemos razones para pensar que las experiencias internas de la persona son como las nuestras. Por lo tanto, es más probable que utilicemos la simulación para hacer inferencias sobre otros si pensamos que son similares a nosotros.

    Dos imágenes sagitales del cerebro.
    Figura 12.9.4: Las áreas del cerebro más comúnmente asociadas con el procesamiento de uno mismo y otros. El Panel A es una vista sagital, mirando el interior del cerebro como si estuviera cortado por la mitad. El panel B es una vista lateral, mostrando el cerebro desde el exterior. La corteza prefrontal medial (MpFc) (Estructura 1) se activa comúnmente cuando se piensa en uno mismo y cuando se piensa en otros similares. Adicionalmente, la amígdala (Estructura 2) es importante para aprender y detectar cosas importantes en nuestros entornos y juega un papel importante en el aprendizaje y la expresión del miedo. La unión parietal temporal (TPJ) (Estructura 3), ubicada en la intersección de los lóbulos parietal y temporal, se activa cuando la gente piensa en las creencias de los demás. La actividad en el surco temporal superior (STS) (Estructura 4) se observa comúnmente cuando las personas ven el movimiento biológico. La activación común de esta red de regiones cuando la gente piensa en los sentimientos, pensamientos e intenciones de los demás indica que el procesamiento de los demás implica una serie de procesos psicológicos complejos.

    Esta investigación es un buen ejemplo de cómo la neurociencia social está revelando la neuroanatomía funcional del comportamiento social. Es decir, nos dice qué áreas cerebrales están involucradas con el comportamiento social. El MPFc (así como otras áreas como el STS, amígdala y TPJ) está involucrado en hacer juicios sobre el yo y los demás. Esta investigación también proporciona nueva información sobre cómo se hacen inferencias sobre otros. Mientras que algunos han dudado del uso generalizado de la simulación como medio para hacer inferencias sobre otros, la activación del MPFC al mentalizar sobre otros, y la sensibilidad de esta activación a la similitud entre uno mismo y otro, proporciona evidencia de que la simulación ocurre.

    ¿Cuál es el costo del estrés social?

    El estrés es una experiencia lamentablemente frecuente para muchos de nosotros. El estrés, que puede definirse ampliamente como una amenaza o desafío para nuestro bienestar, puede ser el resultado de eventos cotidianos como un examen de curso o eventos más extremos como experimentar un desastre natural. Ante un estresante, la actividad del sistema nervioso simpático aumenta con el fin de preparar nuestro cuerpo para responder al reto. Esto produce lo que Selye (1950) llamó una respuesta de lucha o huida. La liberación de hormonas, que actúan como mensajeros de una parte de un organismo (por ejemplo, una célula o glándula) a otra parte del organismo, es parte de la respuesta al estrés.

    Una pequeña cantidad de estrés puede ayudarnos a mantenernos alerta y activos. En comparación, los estresores sostenidos, o estrés crónico, afectan negativamente nuestra salud y perjudican el desempeño (Al'Absi, Hugdahl, & Lovallo, 2002; Black, 2002; Lazarus, 1974). Esto sucede en parte a través de la secreción crónica de hormonas relacionadas con el estrés (por ejemplo, Davidson, Pizzagalli, Nitschke, & Putnam, 2002; Dickerson, Gable, Irwin, Aziz, & Kemery, 2009). En particular, el estrés activa el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal (HPA) para liberar cortisol (ver Figura 12.9.5 para una discusión). El estrés crónico, a través del aumento del cortisol, perjudica la atención, la memoria y el autocontrol (Arnsten, 2009). Los niveles de cortisol se pueden medir de forma no invasiva en fluidos corporales, incluyendo sangre y saliva. Los investigadores suelen recolectar una muestra de cortisol antes y después de una tarea potencialmente estresante. En un método común de recolección, los sujetos colocan hisopos de polímero debajo de la lengua durante 1 a 2 minutos para absorber la saliva. Las muestras de saliva son luego almacenadas y analizadas posteriormente para determinar el nivel de cortisol presente en cada punto temporal.

    Figura 12.9.5: Eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal (HPA). Las flechas negras representan la vía de respuesta al estrés que comienza en el cerebro en el hipotálamo (un área dentro del cerebro). El estrés provoca que las neuronas del hipotálamo liberen la hormona liberadora de corticotrofina (CRH). El CRH se transporta a la glándula pituitaria, otra zona del cerebro, que activa la secreción de la hormona andrenocorticotrópica (ACTH). A su vez, la ACTH estimula las glándulas suprarrenales que se asientan encima de los riñones. Las glándulas suprarrenales están compuestas por la corteza suprarrenal externa y la médula suprarrenal interna. La corteza suprarrenal secreta glucorcorticoides (incluyendo cortisol) y la médula secreta epinefrina y norepinefrina. El estrés, tanto psicológico como físico, activa el eje HPA y da como resultado la liberación sistémica de cortisol, epinefrina y norepinefrina.

    Mientras que los primeros investigadores del estrés estudiaron los efectos de los estresores físicos como los ruidos fuertes, los neurocientíficos sociales han sido fundamentales para estudiar cómo nuestras interacciones con otras personas pueden causar estrés. Esta pregunta ha sido abordada a través de la neuroendocrinología, o el estudio de cómo actúan el cerebro y las hormonas en concierto para coordinar la fisiología del cuerpo. Un aporte de este trabajo ha sido comprender las condiciones bajo las cuales otras personas pueden causar estrés. En un estudio, Dickerson, Mycek y Zaldívar (2008) pidieron a los estudiantes universitarios que pronunciaran un discurso ya sea solos o a otras dos personas. Cuando los alumnos dieron el discurso frente a otros, hubo un marcado incremento del cortisol en comparación con cuando se les pidió que dieran un discurso solos. Esto sugiere que al igual que el estrés físico crónico, los estresores sociales cotidianos, como que otros juzguen tu desempeño, induce una respuesta al estrés. Curiosamente, el simple hecho de dar un discurso en la misma habitación con alguien que está haciendo otra cosa no indujo una respuesta al estrés. Esto sugiere que la mera presencia de otros no es estresante, sino más bien es el potencial para que ellos nos juzguen lo que induce el estrés.

    Preocuparse por lo que otras personas piensan de nosotros no es la única fuente de estrés social en nuestras vidas. Otras investigaciones han demostrado que interactuar con personas que pertenecen a diferentes grupos sociales que nosotros —lo que los psicólogos sociales llaman miembros externos — puede aumentar las respuestas al estrés fisiológico. Por ejemplo, las respuestas cardiovasculares asociadas con el estrés como la contractilidad de los ventrículos cardíacos y la cantidad de sangre bombeada por el corazón (lo que se llama gasto cardíaco) aumentan al interactuar con el grupo externo en comparación con los miembros del grupo interno (es decir, personas que pertenecen al mismo grupo social que hacemos) (Mendes, Blascovich, Likel, & Hunter, 2002). Este estrés puede derivar de la expectativa de que las interacciones con otros diferentes serán incómodas (Stephan & Stephan, 1985) o la preocupación por ser juzgados como hostiles y prejuiciados si la interacción va mal (Plant & Devine, 2003).

    La investigación recién revisada muestra que los eventos en nuestra vida social pueden ser estresantes, pero ¿las interacciones sociales siempre son malas para nosotros? No. De hecho, mientras que otros pueden ser la fuente de mucho estrés, también son un gran amortiguador contra el estrés. La investigación sobre el apoyo social muestra que confiar en una red de individuos en tiempos difíciles nos brinda herramientas para lidiar con el estrés y puede alejar la soledad (Cacioppo & Patrick, 2008). Por ejemplo, las personas que reportan un mayor apoyo social muestran un menor aumento de cortisol al realizar un discurso frente a dos evaluadores (Eisenberger, Taylor, Gable, Hilmert, & Lieberman, 2007).

    ¿Qué determina si otros aumentarán o disminuirán el estrés? Lo que importa es el contexto de la interacción social. Cuando tiene potencial para reflexionar mal sobre el yo, la interacción social puede ser estresante, pero cuando brinda apoyo y comodidad, la interacción social puede protegernos de los efectos negativos del estrés. El uso de la neuroendocrinología midiendo los cambios hormonales en el cuerpo ha ayudado a los investigadores a comprender mejor cómo los factores sociales impactan nuestro cuerpo y en última instancia nuestra salud.

    Conclusiones

    Los seres humanos son criaturas intensamente sociales — nuestras vidas están entrelazadas con otras personas y nuestra salud y bienestar dependen de los demás. La neurociencia social nos ayuda a comprender la función crítica de cómo damos sentido e interactuamos con otras personas. Este módulo brinda una introducción a lo que es la neurociencia social y lo que ya hemos aprendido de ella, pero aún queda mucho por entender. A medida que avanzamos, una dirección futura emocionante será comprender mejor cómo interactúan las diferentes partes del cerebro y el cuerpo para producir los numerosos y complejos patrones de comportamiento social que muestran los humanos. Insinuamos algo de esta complejidad cuando revisamos investigaciones que muestran que mientras el MPFC está involucrado en la mentalización, otras áreas como el STS, la amígdala y el TPJ también lo son. Es probable que también haya áreas cerebrales adicionales involucradas, interactuando de formas que aún no entendemos completamente. Estas áreas cerebrales a su vez controlan otros aspectos del cuerpo para coordinar nuestras respuestas durante las interacciones sociales. La neurociencia social continuará investigando estas preguntas, revelando nueva información sobre cómo ocurren los procesos sociales, al tiempo que aumenta nuestra comprensión de los procesos neuronales y fisiológicos básicos.

    Recursos externos

    Sociedad de Neurociencia Social
    http://www.s4sn.org
    Video: Vea una demostración de datos de fMRI que se están recolectando.

    Video: Vea un ejemplo de datos EEG que se están recopilando.

    Video: Visualiza dos tareas que se usan con frecuencia en el laboratorio para crear estrés: dar un discurso frente a extraños y hacer cálculos matemáticos en voz alta frente a otros. Observe cómo algunos sujetos muestran signos obvios de estrés, pero en algunas situaciones, los cambios de cortisol sugieren que incluso las personas que parecen tranquilas están experimentando una respuesta fisiológica asociada al estrés.

    Video: Vea un video utilizado por Fritz Heider y Marianne Simmel en un estudio histórico sobre la percepción social publicado en 1944. Su objetivo era investigar cómo percibimos a otras personas, y lo estudiaron al ver con qué facilidad aplicamos interpretaciones similares a las personas a estímulos no sociales.
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    Preguntas de Discusión

    1. Categorizar a alguien como miembro de un grupo social puede activar estereotipos grupales. La investigación EEG sugiere que la categorización social ocurre de forma rápida y a menudo automática. ¿Qué nos dice esto sobre la probabilidad de que se produzcan estereotipos? ¿Cómo podemos usar esta información para desarrollar formas de evitar que sucedan los estereotipos?
    2. Mira este video, similar a lo que usaron Fritz Heider y Marianne Simmel en un estudio histórico sobre percepción social publicado en 1944, e imagínese contarle a un amigo lo que sucedió en el video. intentionperception.org/wp-co... ider_Flash.swf. Después de ver el video, piensa en lo siguiente: ¿Describió el movimiento de los objetos únicamente en términos geométricos (por ejemplo, un triángulo grande movido de izquierda a derecha), o describió los movimientos como acciones de seres animados, tal vez incluso de personas (por ejemplo, el círculo entra en la casa y cierra la puerta)? En la investigación original, 33 de 34 sujetos describieron la acción de las formas utilizando términos humanos. ¿Qué nos dice esto sobre nuestra tendencia a mentalizar?
    3. Considera los tipos de cosas que te parecen estresantes. ¿Cuántos de ellos son de naturaleza social (por ejemplo, están relacionados con tus interacciones con otras personas)? ¿Por qué cree que nuestras relaciones sociales tienen tal potencial de estrés? ¿De qué manera las relaciones sociales pueden ser beneficiosas y servir de amortiguador para el estrés?

    El vocabulario

    Amígdala
    Una región localizada profundamente dentro del cerebro en el área medial (hacia el centro) de los lóbulos temporales (paralela a las orejas). Si pudieras trazar una línea a través del ojo inclinada hacia la parte posterior de tu cabeza y otra línea entre tus dos orejas, la amígdala estaría ubicada en la intersección de estas líneas. La amígdala está involucrada en la detección de estímulos relevantes en nuestro entorno y ha sido implicada en respuestas emocionales.
    Proceso automático
    Cuando un pensamiento, sentimiento o comportamiento ocurre con poco o ningún esfuerzo mental. Por lo general, los procesos automáticos se describen como involuntarios o espontáneos, a menudo resultantes de una gran cantidad de práctica o repetición.
    Cortisol
    Una hormona producida por las glándulas suprarrenales, dentro de la corteza. El cortisol ayuda al cuerpo a mantener la presión arterial y la función inmune. El cortisol aumenta cuando el cuerpo está bajo estrés.
    Electroencefalograma
    Una medida de la actividad eléctrica generada por las neuronas del cerebro.
    Respuesta de lucha o huida
    La respuesta fisiológica que se produce en respuesta a una amenaza percibida, preparando al cuerpo para las acciones necesarias para hacer frente a la amenaza.
    Resonancia magnética funcional
    Una medida de los cambios en la oxigenación del flujo sanguíneo a medida que las áreas del cerebro se vuelven activas.
    Neuroanatomía funcional
    Clasificar cómo las regiones dentro del sistema nervioso se relacionan con la psicología y el comportamiento.
    Hormonas
    Químicos liberados por las células en el cerebro o el cuerpo que afectan a las células en otras partes del cerebro o el cuerpo.
    Eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal (HPA)
    Un sistema que involucra el hipotálamo (dentro del cerebro), la glándula pituitaria (dentro del cerebro) y las glándulas suprarrenales (en la parte superior de los riñones). Este sistema ayuda a mantener la homeostasis (manteniendo los sistemas del cuerpo dentro de rangos normales) regulando la digestión, la función inmune, el estado de ánimo, la temperatura y el uso de energía. A través de esto, el HPA regula la respuesta del cuerpo al estrés y a las lesiones.
    Ingrupo
    Un grupo social al que un individuo se identifica o pertenece.
    Lesiones
    Daño o anormalidad tisular debido, por ejemplo, a una lesión, cirugía o un problema vascular.
    Corteza prefrontal medial
    Una zona del cerebro ubicada en medio de los lóbulos frontales (en la parte frontal de la cabeza), activa cuando las personas mentalizan sobre el yo y los demás.
    Mentalización
    El acto de representar los estados mentales de uno mismo y de los demás. La mentalización permite a los humanos interpretar las intenciones, creencias y estados emocionales de los demás.
    Neuroendocrinología
    El estudio de cómo actúan el cerebro y las hormonas en concierto para coordinar la fisiología del cuerpo.
    Outgroup
    Un grupo social al que un individuo no se identifica ni pertenece.
    Simulación
    Imitación imaginaria o real del comportamiento o sentimientos ajenos.
    Categorización social
    El acto de clasificar mentalmente a alguien en un grupo social (e.g., como femenino, anciano, bibliotecario).
    Apoyo social
    Un sentimiento subjetivo de confort psicológico o físico proporcionado por familiares, amigos y otros.
    Estereotipos
    Las creencias o atributos que asociamos con un grupo social específico. Estereotipos se refiere al acto de asumir que por ser miembro de un grupo en particular, posee los atributos del grupo. Por ejemplo, los estereotipos ocurren cuando asumimos que alguien es poco emocional solo porque es hombre, o particularmente atlético solo porque ella es afroamericana.
    Estrés
    Una amenaza o desafío para nuestro bienestar. El estrés puede tener tanto un componente psicológico, que consiste en nuestros pensamientos y sentimientos subjetivos acerca de ser amenazados o desafiados, así como un componente fisiológico, que consiste en la respuesta de nuestro cuerpo a la amenaza o desafío (ver “respuesta de lucha o huida”).
    Surco temporal superior
    El surco (una fisura en la superficie del cerebro) que separa la circunvolución temporal superior de la circunvolución temporal media. Ubicada en los lóbulos temporales (paralelos a las orejas), está involucrada en la percepción del movimiento biológico o el movimiento de objetos animados.
    Sistema nervioso simpático
    Una rama del sistema nervioso autónomo que controla muchos de los órganos internos del cuerpo. La actividad del SNS generalmente moviliza la respuesta de lucha o huida del cuerpo.
    Unión parietal temporal
    El área donde se encuentran los lóbulos temporales (paralelos a las orejas) y los lóbulos parciales (en la parte superior de la cabeza hacia la espalda). Esta área es importante para mentalizar y distinguir entre el yo y los demás.

    Referencias

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