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LibreTexts Español

14.6: Notas

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    1. Horst Hammitzsch, Zen en el arte de la ceremonia del té, trans. Peter Lemesurier (Nueva York: Arkana/Penguin, 1979), pp. 11-19.
    2. Ibíd., pp 20-22, y 99-100.
    3. Nancy Wilson Ross, en su colección editada, The World of Zen: An East-West Anthology (Nueva York: Random House, 1960), p. 132, escribe: “En el siglo XVI no se establecieron menos de cien reglas para el cha-no-yu. Muchos de estos se refieren al uso adecuado de las flores, de cómo sacar el té, manejar el cucharón de agua caliente, el carbón, los caddies, los tazones de té, todo por hacer para crear, con verdadera paradoxicalidad zen, un sentido de naturalidad sin arte. Es en las primeras de estas intrincadas reglas, sin embargo, donde vislumbramos más claramente la filosofía inspirada en Zen que subyace al ritual.

      '"Si alguien desea ingresar al Camino del Té debe ser su propio maestro. Es sólo por observación cuidadosa que se aprende.

      'Es un tonto que da su opinión sin la experiencia adecuada.
      'No hay que escatimar dolores en ayudar a alguien ansioso por aprender.
      'Aquel que se avergüence de mostrar ignorancia nunca será bueno para nada.
      'Para llegar a ser experto uno necesita primero amor, segunda destreza, y luego perseverancia."'

    4. Para una explicación más completa, véase Hammitzsch, Zen in the Art of the Tea Ceremony, op. cit., pp. 66—75.
    5. Okakura Kakuzo, “El salón de té”, en su libro de Tbe (Rutland, VT: Charles E. Tuttle, 1956), pp. 58—60.
    6. Daisetz T. Suzuki, Zen y cultura japonesa, Bollingen Serie 64 (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1970), pp. 271-274, 305-306, y 308.
    7. Hammitzsch, Zen en el arte de la ceremonia del té, op. cit., pp. 63-66 y 75-76.
    8. James b.Wigginsandroberts.Ellwood, Christianity:A Cultural Perspective (Englewood Cliffs, N]: Prentice-Hall, 1988), pp. 130-133.
    9. Aquí y en lo que sigue Wiggins y Ellwood cita de La Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo (Londres: Williams y Norgote, 1914).
    10. Benjamin D. Williams y Harold B. Anstall, Orthodox Culture: A Living Continuity with the Synaggue, the Temple and the Early Chruch (Minneapolis, MN: Luz y vida, 1990), p. 170.
    11. Kenneth Sanguijuela, La oración verdadera: una invitación a la espiritualidad cristiana (San Francisco, CA: Harper y Row, 1980), pp. 94-96 y 102-110.
    12. Hay que decir aquí que el concepto genérico de sacrificio está sin duda originalmente conectado con el camino del rito sagrado. Su ocurrencia dentro de otras formas de ser religioso en muchas tradiciones religiosas parece mantener alusión metafórica a esa conexión. Sin embargo, el concepto mismo parece funcionar dentro de otras formas de ser religioso, pero que en la práctica equivale a algo característicamente diferente. Así, por ejemplo, en el camino de la mediación chamánica, mientras se puede involucrar la ofrenda ritual, el chamán o aspirante a chamán puede ofrecerse en sacrificio a la fuente del poder espiritual sobrenatural para servir como testigo de su poder benéfico y como canal para la expresión de ese poder en el mundo. Así también, el seguidor del camino de la devoción podría consagrarse sacrialmente por completo a la alabanza de “Dios”. O el seguidor del camino de la acción correcta podría sacrificarse sacrificamente por completo a ser testigo profético contra la corrupción del presente orden social.

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