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4.4: Filón de Alejandría

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    25 Filón de Alejandría

    SOBRE LAS VIRTUDES 39

    SOBRE EL CORAJE

    I. (1) Habiendo dicho anteriormente todo lo que parecía necesario sobre la justicia, y esos preceptos que están estrechamente relacionados con ella, procedo ahora en orden regular a hablar de coraje, no es decir por coraje ese delirio bélico y frenético, bajo la influencia de la pasión como su consejero, que el generalidad de los hombres toma para ello, pero el conocimiento; {1} {esto parece ser una imitación de lo que dice Platón en las Protágoras. “No debemos considerar a todos los hombres audaces (sarraleos) como valientes (andreious), porque la audacia se deriva de la habilidad humana, o de la ira, o de la locura; pero el coraje surge solo de la naturaleza, y de una buena disposición del alma”. —P. 350.} (2) para algunas personas, estando eufóricas por la audacia cuando tienen la fuerza corporal para asistirlas, se alinean en las filas de la guerra, con armadura completa, y matan innumerables huestes del enemigo a un hombre, ganando con sus hazañas el nombre indecoroso pero fino que suena de valor preeminente, siendo contabilizado por la multitud que juzga de tales asuntos sumamente gloriosos en su victoria, aunque de hecho han sido salvajes y brutales tanto en la naturaleza como en la práctica, habiendo sediento de sangre humana. (3) Pero luego como algunos hombres que, permaneciendo siempre en sus propias casas, mientras sus cuerpos han sido desgastados ya sea por larga enfermedad o por vejez dolorosa, aún estando sanos y vigorosos en la mayor parte de su alma, y estando llenos de pensamientos elevados, e inspirados con una fortaleza más valiente y feliz, nunca, ni siquiera en sus sueños, entrometidos con armas bélicas, sin embargo por su exposición y defensa de sabios consejos en beneficio común, muchas veces han restablecido tanto los asuntos privados de los individuos como la prosperidad común de su país cuando estaba en peligro, exponiendo razonamientos inflexibles e inflexibles sobre lo que realmente ha sido conveniente. (4) Estos hombres, entonces, son ellos quienes practican el verdadero coraje, siendo estudiosos y practicantes de sabiduría; pero esos otros hombres sólo tienen lo que no merece llamarse así aunque asuma el nombre, ya que viven en esa enfermedad incurable, la ignorancia, a la que uno puede llamar de manera muy apropiada y adecuada audacia, así como la gente dice que en las monedas el metal base suele llevar lo mismo impresión como el sello real y el dinero.

    II. 5) Además, tampoco hay poca cantidad de otras cosas en la vida humana que se confiesa que son muy difíciles de soportar, como la pobreza, y la falta de reputación, y la mutilación, y diversos tipos de enfermedades, por las que se descompone a los hombres de espíritu débil, no pudiendo levantarse en absoluto a través de su falta de coraje; pero aquellos hombres que están llenos de pensamientos elevados y espíritus nobles, se levantan para luchar contra estas cosas, y contender contra ellas con fortaleza y vigor excedente. ridiculizando y despreciando grandemente sus amenazas y ataques contra su pobreza; arreglando la riqueza, no esa riqueza que es ciego, pero aquello que ve agudamente, cuyas imágenes y atesora el alma está naturalmente orgullosa de atesorar; (6) para la pobreza ha derrocado innumerables multitudes de hombres, que como deportistas cansados, se han desmayado y caído, quedando reducidos a un estado de postración por su falta de verdadero coraje. Y si la verdad va a ser el juez, entonces nadie lo que sea realmente pobre, que tenga las riquezas indestructibles e inalienables de la naturaleza para su proveedor, el aire, ese primer y más necesario e incesante soporte de la vida, siendo continuamente inhalado noche y día, y además de eso las innumerables fuentes, y las suministro inagotable no solo de torrentes invernales sino de ríos regulares, amueblando arroyos eternos para beber, y además de esto la abundancia de todo tipo de alimentos para comer, y todas las descripciones de árboles que continuamente dan sus frutos anuales; porque estos son tesoros de los que nadie es indigente, sino todos los hombres de cada cuarto del globo los disfrutan en la mayor abundancia. (7) Pero si alguna persona, ignorando completamente la verdadera riqueza de la naturaleza, persigue en cambio las riquezas de opiniones vanas, confiando en esas riquezas que son ciegas en lugar de en las que están dotadas de visión aguda, y tomando una guía para su camino que es él mismo lisiado, tales hombres deben necesariamente caer abajo.

    III. (8) Ya antes hemos descrito esa riqueza que es la guarda del cuerpo, siendo la cosa descubierta y otorgada a los hombres por naturaleza; pero ahora hay que hablar de ese tipo más digno y respetable, que no pertenece a todos los hombres sino a aquellos que son ellos mismos verdaderamente respetables y gloriosos; esto tipo de riqueza la sabiduría proporciona por medio de doctrinas racionales, morales y naturales, y meditaciones de las que se derivan las virtudes, que erradican el lujo del alma, engendrando en ella un deseo de templanza y frugalidad, de acuerdo con el parecido con Dios al que apunta; (9) porque Dios es un siendo quien no necesita nada, ya que no hay nada de lo que sea indigente, sino como él mismo es todo suficiente para sí mismo. Pero el hombre malo es de gustos extravagantes, estando siempre sediento de lo que no tiene, por sus apetitos insaciables e inapacibles que abaniza y excita como el fuego, y enciende en llamas, dirigiéndolos hacia todo tipo de ganancias, ya sean grandes o pequeñas; pero el hombre virtuoso quiere pero poco , siendo colocado por así decirlo en las fronteras entre la naturaleza inmortal y la mortal, teniendo deseos en verdad por razón de que su cuerpo sea mortal, y su libertad de extravagancia porque su alma anhela continuamente la inmortalidad: (10) y así ordenan la riqueza contra la pobreza, y la gloria contra la falta de reputación; para la alabanza, teniendo la excelencia y la virtud como punto de partida, y fluyendo de ella como de una fuente eterna, no se mezcla con la multitud de hombres desconsiderados, que tienen la costumbre de poner al descubierto la inconsistencia del alma, con declaraciones inestables, que a veces no son avergonzados de vender a bajo precio en su deseo de ganancias de base, pronunciándolas en reproche a hombres seleccionados por su excelencia. Pero el número de tales hombres es pequeño, pues la virtud no es una cosa que se encuentra con frecuencia en la raza de los hombres: (11) sino como no se puede encontrar un antídoto o remedio perfecto para la mutilación de los sentidos externos, por lo que miles y miles de personas han muerto prematuramente mientras aún viven, prudencia, lo mejor de todas las cualidades dentro de nosotros, se pone contra ella para prevenirla, implantando ojos en nuestro intelecto, que por razón de su sagaz capacidad, son total y enteramente superiores en agudeza de visión a los ojos del cuerpo: (12) para estos últimos ver solo las superficies de las cosas que se les presentan, y requieren luz desde fuera para permitirles hacer eso, pero el intelecto penetra en los recesos más íntimos de los cuerpos, examinando e investigando de cerca la totalidad de ellos, y cada parte separada, y también las naturalezas de esas cosas incorpóreas, que los sentidos externos son incapaces de contemplar en absoluto. Porque casi se puede decir que la mente posee toda la agudeza de la visión del ojo, sin necesidad de ninguna luz espuria, sino siendo en sí misma una estrella, y por así decirlo una especie de representación o copia de los cuerpos celestiales: (13) en consecuencia, las enfermedades del cuerpo nos infligen muy poca lesión, mientras que nuestro las almas están en un estado sonoro; y la salud sana del alma consiste en una buena mezcla de los poderes conocedores del hambre, y el apetito, y la razón, el poder de razonamiento que tiene el predominio, y guiando a los otros dos, como un auriga guía y frena caballos restivos; (14) el nombre propio de esto estado saludable del alma es moderación, {2} {la palabra griega es soµphrosyneµ, de soµzoµ, “para preservar”, y pheµn, “la mente”, o como dice Philo, de soµteµria, “salvación”, toµ phronounti, “a nuestra parte pensante."} que produce salvación a la parte pensante de las facultades en nosotros; porque como está constantemente en peligro de ser abrumado por la impetuosidad de las pasiones, la moderación la sufre para no hundirse en las profundidades, sino que la levanta y la eleva en lo alto, dotándola de alma y vitalidad, y en cierto sentido de inmortalidad. (15) Pero en todos los temas que he mencionado aquí, hay amonestaciones y lecciones grabadas duramente en muchos pasajes de la ley, persuadiendo al obediente con gran gentileza, y al desobediente con cierta severidad, a despreciar todas las cosas que afectan al cuerpo y a todas las circunstancias externas, considerando que una vida conforme a la virtud es el único fin y objeto propiamente dicho, y deseando todo lo demás que parezca propicio para este fin; (16) y si en mis antiguos tratados no hubiera reflexionado sobre todos los puntos relacionados con la sencillez y la humildad, en esta ocasión me esforzaría en explicar el asunto con cierta amplitud, conectando y adaptando todos los preceptos que aparecen mentir dispersos en diferentes lugares pero como ya he dicho todo lo que la ocasión requirió sobre estos temas, no es necesario recapitular mis argumentos; (17) aquellos, sin embargo, que no son indiferentes al tema, sino que se han aplicado con diligencia al estudio de lo anterior tratados, deben ser conscientes de que casi todas las cosas que he dicho sobre la sencillez y la humildad se aplican igualmente a la valentía, ya que ese es también el atributo de un alma vigorosa, noble, y muy bien regulada, para despreciar todas las cosas que el orgullo es la costumbre de dignificar y ensalzar, a la destrucción total de la vida de acuerdo con la verdad.

    IV. (18) Pero tal ansiedad y energía son desplegadas por la ley al alcanzar el objeto de entrenar y ejercitar el alma para llenarla de coraje, que incluso ha descendido a particularidades en materia de vestimenta, ordenando lo que los hombres deben vestir, y prohibiendo con todas sus fuerzas que un hombre lleve las vestiduras de una mujer, para que ningún rastro de sombra de la hembra pueda apegarse a la parte masculina de la humanidad, a su descrédito; pues la ley, estando en todo momento en perfecta consistencia y conformidad con la naturaleza, desea establecer leyes que sean afines y en perfecta armonía entre sí desde de principio a fin, incluso en esos minuciosos puntos que, por su insignificancia, parecen estar por debajo del aviso de los legisladores ordinarios. (19) Porque como percibía que las figuras de hombres y mujeres, mirándolos como si hubieran sido formas esculpidas o pintadas, eran muy disímiles, y, además, que el mismo tipo de vida no se le asignó a ambos sexos (pues a la mujer se le asigna una vida doméstica, mientras que una política es más adecuada para el hombre), así también respecto de otras materias que en realidad no eran obras de la naturaleza, sino que aún estaban en estricta conformidad con la naturaleza, juzgó conveniente dictar mandamientos que fueron el resultado de un sentido sólido y sabiduría. Y éstas se relacionaban con el modo de vida, y con la indumentaria, y con otras cosas de ese tipo; (20) porque le pareció deseable que aquel que como verdaderamente hombre se mostrara hombre en estos detalles también, y sobre todo en materia de vestimenta, ya que, como lleva eso tanto de día como de noche, debe cuidar de que no hay indicación en ella de ninguna falta de coraje varonil. (21) Y, de la misma manera, habiendo equipado también a la mujer con los adornos adecuados a ella, la ley le prohíbe asumir el vestido de un hombre, manteniendo a distancia hombres-mujeres tanto como lo hace mujeres-hombres; porque el legislador era muy consciente de que cuando sólo se quitó una sola cosa en la propia economía de la casa, nada más quedaría en la misma posición que debía y como estaba en antes.

    V. (22) Además, como los asuntos de los hombres suelen ser vistos con referencia a dos tiempos diferentes, el de la paz y el de la guerra, se puede ver que hay virtudes particulares que son visibles en cada periodo. Ahora bien, de las otras virtudes que hemos hablado anteriormente, y volveremos a hablar si surge alguna necesidad; pero, como momento presente, es mejor que examinemos el coraje, no de manera superficial, cuyas obras, incluso en tiempo de paz, el legislador ha celebrado en muchos pasajes de su entrega de la ley, siempre teniendo debidamente en cuenta el tiempo, como mencionamos en el lugar apropiado. Por lo tanto, ahora empezaremos a hablar de sus efectos como relativos a la guerra, habiendo predicho primero así mucho a modo de prefacio, (23) que cuando hace salir el rollo de todos los soldados del ejército no le parece conveniente convocar a todos los jóvenes de la nación, pero algunos excusa, declarando muy razonable causas para su exención del servicio militar. Y, sobre todo, exime a todos aquellos que están alarmados o cobardes, ya que probablemente serían tomados prisioneros por su afeminación innata, y de causar miedo al resto que luchaba a su lado; (24) porque el vecino de un hombre es muy apto para tomar la impresión de cualquiera de sus faltas, y especialmente este es el caso ya que la razón de los hombres se confunde en ese momento por razón del desorden de la contienda, y es incapaz de alcanzar una noción acertada de la imagen real de los asuntos; porque, en ese momento, no están acostumbrados a llamar prudencia prudencia timidez, y de considerar el miedo como un conocimiento prudente de la futuro, y sobre un deseo de seguridad como cobardía poco varonil, invirtiendo la conducta más vergonzosa con denominaciones engañosas y dignas. (25) Para, por tanto, que los asuntos de su propio pueblo no se vean heridos por la cobardía de quienes salen a la batalla, mientras el enemigo obtiene éxito y gloria, matando esos cobardes enemigos con gran desprecio, y siendo también conscientes de que un inactivo cobarde irresoluto no sirve de nada, sino más bien un obstáculo para el éxito, el legislador quitó del ejército a todos aquellos que estaban desprovistos de audacia, y a los que se inclinaban a desmayarse o encogerse por cobardía, tal como me imagino ningún general obligaría a los hombres afligidos con alguna enfermedad corporal a salir a la guerra, sino que permitiría que su débil salud suplicara su excusa. (26) Y la cobardía es una enfermedad, y también peor que cualquiera de las que afectan al cuerpo, en la medida en que destruye las facultades del alma; por enfermedades del cuerpo, en efecto, están en su apogeo pero por un corto período, pero la cobardía es un mal que crece con el hombre en mayor grado, o, en todo caso, no menos que las partes del cuerpo que están unidas a él, escindiéndose al alma desde su primera infancia hasta el extremo mismo de la vejez, a menos que Dios mismo se interponga a curarlo; porque todas las cosas son posibles para Dios. (27) Y, además, el legislador no convoca ni siquiera a todos los hombres de impetuosa valentía, ni aunque estén llenos de fuerza y energía, tanto en alma como en cuerpo, y ansiosos de ser los primeros en el conflicto y en el encuentro del peligro; sino, habiendo alabado ellos por su buena voluntad, porque muestran una disposición dispuesta a compartir los peligros de sus compatriotas, y ansioso, y carente de miedo, procede a indagar si están enredados en alguna circunstancia importante que tenga un fuerte poder de atracción influyente. (28) Porque, dice, “Si alguno tiene últimamente construyó una casa, y aún no ha entrado en ella para morar en ella; o si alguno ha plantado un viñedo recién arreglado, habiéndose plantado los esquejes en el suelo, pero que aún no ha llegado a la época de su fruto; o si alguno ha abrazado a una virgen y no consumado su matrimonio; él se excusará de todo servicio militar.” La humanidad encuentra aquí una excusa para tal exención por dos causas; (29) en primer lugar, para que, como los acontecimientos de la guerra son inciertos, otros que nunca han trabajado en la obra no puedan cosechar los frutos del trabajo de estos hombres; pues parecía ser algo difícil para un hombre no poder ni siquiera disfrutar de lo que realmente le pertenecía, sino que un hombre construyera una casa y otro morara en ella; y para que un hombre plantara una viña y para otro, que nunca la plantara, gozara del fruto de la misma; y que un hombre adoptara una esposa, pero para quien no la haya abrazado concluyera el matrimonio; ya que no era conveniente que esos que había entretenido buenas esperanzas respetando la vida para encontrarlos a todos desconcertados y vanos. (30) Y, en segundo lugar, que los hombres no estuvieran en guerra con sus cuerpos mientras sus almas estaban lejos de la batalla; porque es imposible sino que las mentes de los hombres en tal condición como se ha descrito anteriormente deben ser retenidas y mantenido en el tramo, de un deseo de disfrutar de las cosas de las que han sido arrancadas. Porque como hombres que tienen hambre o sed, si solo ven algo de comer o beber, perseguirlo y correr tras él sin apartarse nunca en su afán de alcanzarlo, así también los hombres que han trabajado para obtener una esposa legítima, o una casa, o la posesión de una granja, y que en sus esperanzas creen que el tiempo para su disfrute de cada uno de estos objetos es casi llegado, si entonces se les priva de ese disfrute, resistan, para que aunque puedan estar presentes en el cuerpo en otra parte, no estén presentes con la mejor parte de su alma, por lo que es que los hombres triunfan o fracasen.

    VI. (31) Por lo tanto nuestro legislador no considera apropiado incluir a esos hombres, o a cualquiera en una condición similar, en el rollo de sus soldados, sino sólo aquellos que no tienen circunstancias domésticas de tal naturaleza para detenerlos, a fin de que con inclinaciones libres y sin vergüenza puedan dedicarse a la persecución de peligro sin encogerse; pues como un cuerpo débil o lisiado no deriva ninguna ventaja de una panoplia de armadura, que más bien descartará por ser incapaz de soportarlo, así, de la misma manera, un cuerpo vigoroso causa aflicción a un alma enferma al no estar en conformidad con sus circunstancias existentes. (32) Y nuestro legislador, teniendo en cuenta estos hechos, selecciona no sólo a los capitanes, y a los generales, y a los demás líderes del ejército, sino que también escoge por separado a cada soldado individual, examina en qué estado se encuentra respecto al buen estado de cuerpo y firmeza mental, examinando su cuerpo para ver si está ileso en todas sus partes, y en la sana salud, y en todas sus articulaciones y extremidades bien adaptadas a las posiciones y acciones que se le puedan requerir; examinando también el alma, para ver si está llena de confianza y valentía adecuada, si es intrépida, intrépida e inspirada con un espíritu noble, si es ansioso de honor e inclinado a preferir la muerte con gloria a una vida sin gloria; (33) para cada una de estas cualidades y circunstancias es individualmente un poder separado, si se quiere decir la verdad clara. Y si todos están unidos en un solo individuo, entonces exhiben más abundantemente un cierto poderío invencible e irresistible, sometiendo a todos sus enemigos sin pérdida.

    VII. (34) Y los volúmenes sagrados contienen las pruebas más innegables de lo que aquí se ha dicho. La más numerosa de todas las naciones es la de los árabes, cuyo antiguo nombre era los madieneos. Estas personas están inimablemente dispuestas hacia los hebreos, por ninguna otra causa más que porque honran y adoran a la Causa más alta y poderosa de todas las cosas, como estar dedicada al Creador y Padre del universo como su pueblo peculiar, y habiendo probado todos los dispositivos imaginables y agotado cada artificio para hacer que abandonen la adoración del único Dios verdadero y vivo, y que abandonen la santidad y adopten la impiedad, pensaron que si podían hacerlo deberían poder fácilmente sacar lo mejor de ellos. Pero cuando, a pesar de haber hecho y dicho innumerables cosas, habían fracasado en todo, como gente moribunda que ahora desesperan de su seguridad, idearon un dispositivo de la siguiente naturaleza. (35) Habiendo enviado por la más bella de sus mujeres, les dijeron: Ya ves lo invencible la multitud de los hebreos es; y una defensa para ellos más formidable que incluso su número es su unanimidad y acuerdo; y la causa más grande y poderosa de esta unanimidad es la idea que entretienen del Dios único, de la cual, como de fuente, derivan un afecto unido e indisoluble el uno por el otro . (36) Pero el hombre puede ser atrapado por el placer, y sobre todo por el placer que procede de las conexiones con las mujeres. Y sois muy hermosos, y la belleza es por naturaleza algo seductor; y la juventud es una época de la vida muy apta para caer en la intemperancia. (37) Y no tengáis miedo de los nombres de concubinato o adulterio, como si os traigan vergüenza, sino que pongan en contra de los nombres las ventajas que se derivarán de los hechos , por el cual cambiarás tu mala reputación, que perdurará solo por un día, en una gloria que nunca envejecerá ni morirá; abandonando tus cuerpos, en efecto, en lo que va de apariencia, que, sin embargo, es solo un deseo y una maniobra para derrotar al enemigo, y conservando aún la virginidad de tus almas, en que para el futuro establecerás el sello eterno de pureza. (38) Y esta guerra tendrá una gloria novedosa como haber sido traída a un tema exitoso por medio de las mujeres, y no por medio de los hombres. Porque confesamos que nuestro sexo está en peligro de ser derrotado, porque nuestros enemigos están mejor provistos de todos los aparatos de guerra y necesarios para la batalla; pero tu sexo está más completamente armado, y obtendrás la mayor de todas las ventajas, es decir, la victoria; llevándote el premio sin tener que encuentran algún peligro; porque sin ninguna pérdida o derramamiento de sangre, o de hecho, más bien podría decir, sin siquiera una lucha, dominarás al enemigo a primera vista de ti, simplemente por ser visto por él. (39) Cuando escucharon esto, dejaron de pensar o de prestar la más mínima consideración a su carácter por la pureza de la vida, estando bastante desprovistos de toda educación adecuada, y en consecuencia consintieron, aunque durante todo el resto de sus vidas habían puesto una hipócrita apariencia de modestia, y así ahora se adornaban con costosas prendas y collares, y todos esos otros apéndices con los que se encuentran las mujeres acostumbrados a ponerse en marcha, y dedicaron toda su atención a realzar su belleza natural, y hacerla más brillante (porque el objeto de su búsqueda no era poco importante, siendo el atractivo de los jóvenes que estaban bien inclinados a ser seducidos), y así salieron al público (40). Y cuando se acercaron a ellos, propusieron miradas inmodestas y desenfrenadas, y buscaron atraerlos con palabras acariciantes, danzas y movimientos lascivos; y de esta manera seduvieron la compañía de poca profundidad de los jóvenes, jóvenes cuyas disposiciones no tenían lastre ni firmeza en ellos. Y por la vergüenza de sus propios cuerpos cautivaron las almas de quienes vinieron a ellos, llevándolos a sacrificios impíos que no deberían haber sido sacrificados, y a libaciones que nunca deberían haberse ofrecido en honor a deidades hechas con manos, y así los alejaron de la adoración de el único y verdaderamente divino Dios. Y cuando cumplieron su propósito, enviaron las buenas nuevas a los hombres de su nación; (41) y habrían sido probables que hubieran atraído a otros también del tipo más firme y de mente fuerte, si el Dios generoso y misericordioso no hubiera tomado compasión de su estado infeliz, y por la pronta castigo a los que se habían extraviado y labraba la locura (y eran veinticuatro mil hombres), por lo que amonestaba y controlaba con terror a aquellos otros que estaban en peligro de ser arrastrados por el torrente. (42) Pero el gobernante de toda la nación, infundiendo en los oídos de su pueblo doctrinas de piedad, y encantando las almas de sus súbditos con ellos, seleccionó y escogió a mil hombres de cada tribu, escogiéndolos en cuanto a su excelencia, y les mandó a infligir al enemigo el castigo por la traición que habían ideado por medio de las mujeres, cuando esperaban destruir el todo multitud arrojándolos desde las alturas de su pura y sublime piedad, aunque, en efecto, sólo pudieron engañarlos a aquellos a quienes he enumerado.

    VIII. (43) Estos hombres, entonces, estando dispuestos contra ellos, un pequeño número contra muchas miríadas de hombres, y haciendo uso de su habilidad, y ejerciendo todo su coraje, como si cada individuo fuera él mismo un anfitrión, se precipitaron sobre las densas falanjas de manera despectiva, y matando a todos los que conocieron, cortaron bajando los batallones densamente poblados, y todas las fuerzas que estaban en reserva como refuerzo para llenar las filas donde los hombres fueron asesinados, de manera que derrocaron muchas miríadas con su mero grito único, hasta que no quedó ni uno de todos los jóvenes del ejército contrario. Y mataron también a todas las mujeres que habían asentido a los implementos impíos de los hombres, llevándose vivas a las doncellas, por su compasión por su edad inocente, (44) y aunque llevaron esta terrible guerra a una terminación exitosa, no perdieron a uno solo de sus propios hombres; sino a cada hombre que salía a la batalla volvió de nuevo inherido e ileso, así como entró en el conflicto, o mejor dicho, si se quiere decir la verdad real, con vigor redoblado; para su alegría por esta victoria hizo que su fuerza no fuera inferior a lo que había sido en un principio; (45) y la causa de esto, era simplemente que incluso cortejaban peligro en su ansiedad de involucrarse en la contienda en la causa de la piedad, en la que Dios, ese aliado invencible, lucha frente a ellos como su campeón, inspirando sus mentes con sabios consejos, e implantando el vigor más poderoso en sus cuerpos. (46) Y hay pruebas evidentes de que Dios era su aliado, en el hecho que muchos miríadas de hombres fueron derrotados por unos pocos, y que ningún hombre del enemigo escapó, y que ni una de sus propias tropas fue asesinada, y que el ejército no fue disminuido ni en número ni en poder; (47) por lo que dice Moisés en sus exhortaciones a su Pueblo: {3} {#de 28:15.} “Si practicas la justicia, y la santidad, y las otras virtudes, disfrutarás de una vida sin problemas por las guerras e invariablemente pacífica; o si alguna guerra viene sobre ti, someterás con facilidad a tus enemigos, siendo Dios el líder de tu hueste, aunque invisiblemente, que se ocupa de poner su poderío para salvar lo bueno. ( 48) Por lo tanto, si tus enemigos vienen sobre ti con muchas miríadas de hombres, una hostia tanto de infantería como de caballería, confiando en la belleza de su armadura; y si preocupan todos los lugares fuertes y defendibles, y se convierten en amos del país, y si se regocijan en suministros sin límites, aún no seas tú alarmado y miedo, aunque seas indigente de las cosas de las que tienen abundancia, como aliados, y armas, y situaciones, y buenas oportunidades, y los suministros de guerra.” (49) Porque muy a menudo un viento violento, cayendo sobre ellos como sobre un buque mercante cargado de todo tipo de cosas buenas, tiene a la vez derrocaron y destruyeron estas cosas; mientras que sobre los que han sido abastecidos imperfectamente, y que han estado tristes, colgando de sus cabezas como mazorcas de maíz que se marchitan bajo la sequía y la enfermedad, Dios de repente se ha derramado y derramado sus poderes salvadores, y ha hecho que se levanten y se conviertan en próspero y perfecto. (50) De lo cual es claro que se une a lo que es santo y justo; porque aquellos cuyo aliado es Dios son consumamente felices, pero aquellos a quienes es enemigo están hundidos en las profundidades más bajas de la miseria.

    Esto parece suficiente para decirlo en la presente ocasión sobre el tema de la valentía.


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