Saltar al contenido principal
LibreTexts Español

4.5: Clemente de Alejandría

  • Page ID
    95116
  • \( \newcommand{\vecs}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)

    \( \newcommand{\vecd}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash {#1}}} \)

    \( \newcommand{\id}{\mathrm{id}}\) \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)

    ( \newcommand{\kernel}{\mathrm{null}\,}\) \( \newcommand{\range}{\mathrm{range}\,}\)

    \( \newcommand{\RealPart}{\mathrm{Re}}\) \( \newcommand{\ImaginaryPart}{\mathrm{Im}}\)

    \( \newcommand{\Argument}{\mathrm{Arg}}\) \( \newcommand{\norm}[1]{\| #1 \|}\)

    \( \newcommand{\inner}[2]{\langle #1, #2 \rangle}\)

    \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)

    \( \newcommand{\id}{\mathrm{id}}\)

    \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)

    \( \newcommand{\kernel}{\mathrm{null}\,}\)

    \( \newcommand{\range}{\mathrm{range}\,}\)

    \( \newcommand{\RealPart}{\mathrm{Re}}\)

    \( \newcommand{\ImaginaryPart}{\mathrm{Im}}\)

    \( \newcommand{\Argument}{\mathrm{Arg}}\)

    \( \newcommand{\norm}[1]{\| #1 \|}\)

    \( \newcommand{\inner}[2]{\langle #1, #2 \rangle}\)

    \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\) \( \newcommand{\AA}{\unicode[.8,0]{x212B}}\)

    \( \newcommand{\vectorA}[1]{\vec{#1}}      % arrow\)

    \( \newcommand{\vectorAt}[1]{\vec{\text{#1}}}      % arrow\)

    \( \newcommand{\vectorB}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)

    \( \newcommand{\vectorC}[1]{\textbf{#1}} \)

    \( \newcommand{\vectorD}[1]{\overrightarrow{#1}} \)

    \( \newcommand{\vectorDt}[1]{\overrightarrow{\text{#1}}} \)

    \( \newcommand{\vectE}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash{\mathbf {#1}}}} \)

    \( \newcommand{\vecs}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)

    \( \newcommand{\vecd}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash {#1}}} \)

    26 Clemente de Alejandría

    Los Stromata, o Miscelanías 40

    Libro I

    CAPÍTULO XIX — QUE LOS FILÓSOFOS HAN ALCANZADO A ALGUNA PORCIÓN DE LA VERDAD.

    Ya que, entonces, se testifica que los griegos han establecido algunas opiniones verdaderas, podemos a partir de este punto echar un vistazo a los testimonios. Pablo, en los Hechos de los Apóstoles, se registra que dijo a los areopagitas: “Percibo que vosotros somos más que ordinariamente religiosos. Porque mientras pasaba, y contemplaba tus devociones, encontré un altar con la inscripción, Al Dios Desconocido. Por tanto, a quien adoráis ignorantemente, a Él os lo declaro. Dios, que hizo el mundo y todas las cosas en él, viendo que Él es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos con manos; ni es adorado con manos de hombres, como si necesitara algo, viendo que da a todos vida, y aliento, y todas las cosas; y ha hecho de una sola sangre todas las naciones de los hombres para habitar sobre toda la faz de la tierra, y ha determinado los tiempos antes señalados, y los límites de su morada; para que busquen a Dios, si acaso sienten después de Él, y lo encuentren; aunque Él no esté lejos de cada uno de nosotros: porque en él vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser; como ciertos también de tu propios poetas han dicho: Porque nosotros también somos su descendencia.” De donde es evidente que el apóstol, valiéndose de ejemplos poéticos de los Fenómenos de Arato, aprueba lo bien hablado por los griegos; e intima que, por el Dios desconocido, Dios Creador era de manera indirecta adorado por los griegos; pero que era necesario por positivo conocimiento para aprehenderlo y aprenderlo por el Hijo. “Por tanto, te envío a los gentiles,” se dice, “para que abran sus ojos y los conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios; para que reciban perdón de pecados, y herencia entre los santificados por la fe que está en Mí”. Tales, entonces, son los ojos de los ciegos que se abren. El conocimiento del Padre por el Hijo es la comprensión de la “circunlocución griega”; y apartarse del poder de Satanás es cambiar del pecado, a través del cual se producía la esclavitud. No recibimos, en efecto, absolutamente toda la filosofía, sino aquella de la que habla Sócrates en Platón. “Porque hay (como dicen) en los misterios muchos portadores del tirso, pero pocos bacanales;” es decir, “que muchos son llamados, pero pocos elegidos”. En consecuencia, añade claramente: “Estos, en mi opinión, no son más que los que han filosofado el derecho; de pertenecer a cuyo número, yo mismo no he dejado nada deshecho en la vida, hasta donde pude, sino que me he esforzado en todos los sentidos. Si nos hemos esforzado correctamente y hemos logrado algo, sabremos cuándo hemos ido allí, si Dios quiere, un poco después”. ¿No parece entonces declarar de las Escrituras hebreas la esperanza del justo, a través de la fe, después de la muerte? Y en Demodocus (si esa es realmente obra de Platón): “Y no imaginen que lo llamo filosofar para pasar la vida alfareando sobre las artes, o aprendiendo muchas cosas, pero algo diferente; ya que, al menos, consideraría esto una desgracia”. Porque sabía, creo, “que el conocimiento de muchas cosas no educa la mente”, según Heráclito. Y en el quinto libro de la República. dice: “'¿Llamaremos entonces a todos estos, y a los demás que estudian tales cosas, y a los que se aplican a las artes más malas, filósofos?' 'De ninguna manera —dije—, sino como filósofos. ' —Y quién —dijo él—, ¿llamas verdad? 'Aquellos —dije yo—, que se deleitan en la contemplación de la verdad. Porque la filosofía no está en la geometría, con sus postulados e hipótesis; ni en la música, que es conjetural; ni en la astronomía, abarrotada de causas físicas, fluidas y probables. Pero el conocimiento del bien y de la verdad misma son requisitos, —lo que es bueno siendo una cosa, y los caminos hacia lo bueno otra'”. Para que no permita que el plan de estudios de formación sea suficiente para el bien, sino que coopere en despertar y entrenar el alma a los objetos intelectuales. Ya sea, pues, que digan que los griegos dieron por casualidad algunas declaraciones de la verdadera filosofía, es el accidente de una administración divina (porque nadie deificará, por el bien del presente argumento con nosotros, el azar); o por la buena fortuna, la buena fortuna no es imprevista. O si uno, por otro lado, dijera que los griegos poseían una concepción natural de estas cosas, conocemos al único Creador de la naturaleza; así como también llamamos a la justicia natural; o que tenían un intelecto común, reflexionemos quién es su padre, y qué justicia es en la economía mental.

    Porque eran uno para nombrar “predicción”, y asignar como su causa “enunciado combinado”, especifica formas de profecía. Además, otros dirán que algunas verdades fueron pronunciadas por los filósofos, en apariencia. El apóstol divino escribe en consecuencia respetándonos: “Por ahora vemos como a través de un vaso”; conociéndonos en él por reflexión, y contemplando simultáneamente, como podemos, la causa eficiente, a partir de aquella, que, en nosotros, es divina. Porque se dice: “Habiendo visto a tu hermano, has visto a tu Dios”; me parece que ahora el Dios Salvador nos es declarado. Pero después de la puesta a un lado de la carne, “cara a cara”, —entonces definitivamente y de manera integral, cuando el corazón se vuelve puro. Y por reflexión y visión directa, aquellos entre los griegos que han filosofado con precisión, ven a Dios. Para ello, a través de nuestra debilidad, son nuestras verdaderas visiones, como las imágenes se ven en el agua, y como vemos las cosas a través de cuerpos pelúcidos y transparentes. Excelentemente, pues, Salomón dice: “El que siembra justicia, obra fe”. “Y hay quienes, cosiendo los suyos, hacen aumentar”. Y otra vez: “Cuídate del verdor en la llanura, y cortarás pasto y recogerás heno maduro, para que tengas ovejas para vestiduras”. Ya ves cómo se debe tener cuidado para la ropa externa y para mantener. “Y conocerás inteligentemente las almas de tu rebaño”. “Porque cuando los gentiles, que no tienen la ley, hacen por naturaleza las cosas contenidas en la ley, éstos, al no tener la ley, son para sí mismos una ley; incircuncisión observando los preceptos de la ley”, según el apóstol, tanto antes de la ley como antes del advenimiento. Como si hiciera comparación de los adictos a la filosofía con los llamados herejes, la Palabra dice más claramente: “Mejor es un amigo que está cerca, que un hermano que habita lejos”. “Y el que confía en las falsedades, se alimenta de los vientos y persigue a las aves aladas”. No creo que la filosofía declare directamente la Palabra, aunque en muchos casos la filosofía intenta y nos enseña persuasivamente argumentos probables; pero ataca a las sectas. En consecuencia se agrega: “Porque ha abandonado los caminos de su propia viña, y vagó por las huellas de su propia ganadería”. Tales son las sectas que abandonaron la Iglesia primitiva. Ahora el que ha caído en herejía pasa por un desierto árido, abandonando al único Dios verdadero, indigente de Dios, buscando agua sin agua, llegando a una tierra deshabitada y sedienta, recogiendo la esterilidad con las manos. Y los indigentes de prudencia, es decir, los involucrados en herejías, “Yo ordeno”, comenta Sabiduría, diciendo: “Tocar el pan dulcemente robado y el agua dulce del robo”; la Escritura aplica manifiestamente los términos pan y agua a nada más que a esas herejías, que emplean pan y agua en la oblación, no según el canon de la Iglesia. Porque hay quienes celebran la Eucaristía con mera agua. “Pero vete, no te quedes en su lugar:” dace es la sinagoga, no la Iglesia. Lo llama por el nombre equívoco, lugar. Entonces se une: “Porque así pasarás por el agua de otro”; calculando el bautismo herético no agua propia y verdadera. “Y pasarás por el río de otro”, que se precipita y barre hacia el mar; en el que es arrojado quien, habiendo desviado de la estabilidad que es según la verdad, se apresura de nuevo a las olas paganas y tumultosas de la vida.

    CAPÍTULO XX — EN QUÉ SENTIDO LA FILOSOFÍA CONTRIBUYE A LA COMPRENSIÓN DE LA VERDAD DIVINA.

    Como muchos hombres que bajan el barco, no pueden llamarse muchas causas, sino una causa que consiste en muchas; —porque cada individuo por sí mismo no es la causa de que se dibuje el barco, sino junto con el resto ;— así también la filosofía, al ser la búsqueda de la verdad, contribuye a la comprensión de la verdad; no como ser el causa de comprensión, pero una causa junto con otras cosas, y co-operador; quizás también una causa conjunta. Y como las diversas virtudes son causas de la felicidad de un individuo; y como tanto el sol, como el fuego, y el baño, y la ropa son de uno calentándose: así que mientras la verdad es una, muchas cosas contribuyen a su investigación. Pero su descubrimiento es por el Hijo. Si entonces consideramos, la virtud es, en el poder, una. Pero es el caso, que cuando se exhibe en algunas cosas, se llama prudencia, en otras templanza, y en otras hombría o rectitud. Por la misma analogía, mientras que la verdad es una, en la geometría está la verdad de la geometría; en la música, la de la música; y en la filosofía correcta, habrá verdad helénica. Pero esa es la única verdad auténtica, inatacable, en la que somos instruidos por el Hijo de Dios. De la misma manera decimos, que el dracma siendo uno y el mismo, cuando se le da al capitán de la nave, se llama la tarifa; al recaudador, impuesto; al arrendador, renta; al maestro, honorarios; al vendedor, un serio. Y cada uno, ya sea virtud o verdad, llamado por el mismo nombre, es solo causa de su propio efecto peculiar; y de la mezcla de ellos surge una vida feliz. Porque no nos hacen felices solo por los nombres, cuando decimos que una buena vida es felicidad, y que el hombre que está adornado en su alma con virtud es feliz. Pero si la filosofía contribuye remotamente al descubrimiento de la verdad, al llegar, por diversos ensayos, después del conocimiento que toca cerca la verdad, el conocimiento que poseemos nosotros, ayuda al que pretende agarrarlo, de acuerdo con la Palabra, a aprehender el conocimiento. Pero la verdad helénica es distinta de la que sostenemos nosotros (aunque tiene el mismo nombre), tanto en lo que respecta a la extensión del conocimiento, ciertamente de demostración, poder divino, y similares. Porque se nos enseña de Dios, siendo instruidos en las verdaderamente “letras sagradas” por el Hijo de Dios. De donde aquellos, a quienes nos referimos, influyen en las almas no en la forma en que lo hacemos, sino por diferentes enseñanzas. Y si, por el bien de quienes son aficionados al hallazgo de fallas, debemos hacer una distinción, diciendo que la filosofía es una causa concurrente y cooperante de verdadera aprehensión, siendo la búsqueda de la verdad, entonces la consideraremos como un entrenamiento preparatorio para el hombre iluminado (tou gnwstikou); no asignando como causa aquello que no es sino la causa conjunta; ni como causa sustentadora, lo que es meramente cooperativo; ni dar a la filosofía el lugar de una condición sine qua non. Ya que casi todos nosotros, sin formación en artes y ciencias, y la filosofía helénica, y algunos incluso sin aprender en absoluto, a través de la influencia de una filosofía divina y bárbara, y por el poder, hemos recibido a través de la fe la palabra concerniente a Dios, entrenada por la sabiduría autooperante. Pero aquello que actúa en conjunto con otra cosa, siendo de por sí mismo incapaz de operar por sí mismo, lo describimos como cooperante y concurrente, y decimos que se convierte en una causa solo en virtud de que es una causa conjunta, y recibe el nombre de causa sólo respecto a su concurrencia con otra cosa, pero que por sí misma no puede producir el efecto correcto.

    Si bien en un momento la filosofía justificó a los griegos, no conducirlos a toda esa justicia a la que se determina cooperar, ya que el primer y segundo tramo de pasos te ayudan en tu ascenso al cenáculo, y el gramático ayuda al filósofo. No como si por su abstracción, la Palabra perfecta quedaría incompleta, o la verdad pereciera; ya que también la vista, y el oído, y la voz contribuyen a la verdad, sino que es la mente la facultad apropiada para conocerla. Pero de esas cosas que cooperan, algunas aportan una mayor cantidad de poder; otras, una menos. En consecuencia, la perspicuidad ayuda en la comunicación de la verdad, y la lógica para evitar que nos caigan bajo las herejías por las que somos asaltados. Pero la enseñanza, que es según el Salvador, es completa en sí misma y sin defecto, siendo “el poder y la sabiduría de Dios”; y la filosofía helénica no, por su aproximación, hace más poderosa la verdad; sino haciendo impotente el asalto de la sofistería contra ella, y frustrando a los traicioneros parcelas tendidas contra la verdad, se dice que es la adecuada “barda y muro de la viña”. Y la verdad que es según la fe es tan necesaria para la vida como el pan; mientras que la disciplina preparatoria es como salsa y dulces. “Al final de la cena, el postre es agradable”, según el Pindar tebano. Y la Escritura ha dicho expresamente: “El inocente se volverá más sabio por la comprensión, y el sabio recibirá conocimiento”. “Y el que habla de sí mismo”, dice el Señor, “busca su propia gloria; pero el que busca su gloria que le envió es verdadero, y no hay maldad en él”. Por otra parte, por lo tanto, el que se apropia de lo que pertenece a los bárbaros, y bóveda es suyo, hace mal, aumenta su propia gloria, y falsifica la verdad. Es tal que por la Escritura se llama “ladrón”. Por lo tanto, se dice: “Hijo, no seas mentiroso; porque la falsedad lleva al robo”.

    Sin embargo el ladrón posee realmente, lo que se ha poseído deshonestamente, ya sea oro, plata, o habla, o dogma. Las ideas, entonces, que han robado, y que son parcialmente ciertas, conocen por conjetura y deducción lógica necesaria: al convertirse en discípulos, por lo tanto, las conocerán con aprensión inteligente.

    Libro IV

    CAPÍTULO III — LA VERDADERA EXCELENCIA DEL HOMBRE.

    La mayoría de los hombres tienen una disposición inestable y desatendida, como la naturaleza de las tormentas. “La falta de fe ha hecho muchas cosas buenas, y la fe las cosas malas”. Y Epicharmo dice: “No te olvides de ejercer la incredulidad; porque son los tendones del alma”. Ahora bien, no creer la verdad trae la muerte, como creer, la vida; y otra vez, creer la mentira y no creer la verdad huye a la destrucción. Lo mismo ocurre con el autocontrol y el libertinaje. Afrenarse de hacer el bien es obra del vicio; pero evitar el mal es el comienzo de la salvación. Entonces el sábado, por abstinencia de males, parece indicar autocontrol. ¿Y qué, pregunto, es en lo que el hombre se diferencia de las bestias, y los ángeles de Dios, en cambio, son más sabios que él? “Le hiciste un poco más bajo que los ángeles”. Para algunos no interpretan esta Escritura del Señor, aunque Él también dio carne, sino del hombre perfecto y lo gnóstico, inferior en comparación con los ángeles en el tiempo, y por razón de la vestimenta [del cuerpo]. Yo llamo entonces sabiduría nada más que ciencia, ya que la vida no difiere de la vida. Porque vivir es común a la naturaleza mortal, es decir, al hombre, con aquello a lo que se ha avalado la inmortalidad; como también la facultad de contemplación y de autocontención, siendo una de las dos más excelente. Sobre esta base Pitágoras me parece haber dicho que solo Dios es sabio, ya que también el apóstol escribe en la Epístola a los Romanos: “Por la obediencia de la fe entre todas las naciones, siendo dada a conocer al único Dios sabio por medio de Jesucristo”; y que él mismo era filósofo, a causa de su amistad con Dios. En consecuencia se dice: “Dios platicó con Moisés como amigo con un amigo.” s Eso, entonces, que es verdad siendo claro para Dios, inmediatamente genera verdad. Y al gnóstico le encanta la verdad. “Ve”, se dice, “a la hormiga, babeo, y sé el discípulo de la abeja;” así habla Salomón. Porque si hay una función perteneciente a la naturaleza peculiar de cada criatura, igual del buey, y caballo, y perro, ¿cuál diremos que es la función peculiar del hombre? Es como, me parece, el Centauro, un producto tesaliano, compuesto de una parte racional e irracional, de alma y cuerpo. Pues bien, el cuerpo labra la tierra, y se apresura a ella; pero el alma se eleva a Dios: entrenada en la verdadera filosofía, acelera a su parentesco superior, apartándose de las lujurias del cuerpo, y además de éstas, del trabajo y del miedo, aunque hemos demostrado que la paciencia y el miedo pertenecen al hombre bueno.

    Porque si “por la ley es el conocimiento del pecado”, como alegan los que menosprecian la ley, y “hasta que la ley el pecado estuvo en el mundo”; sin embargo, “sin la ley el pecado estaba muerto”, nos oponemos a ellos. Porque cuando quitas la causa del miedo, del pecado, te has quitado el miedo; y mucho más, el castigo, cuando te has quitado lo que da origen a la lujuria. “Porque la ley no está hecha para el hombre justo”, dice la Escritura. Bueno, entonces, dice Heráclito: “No habrían sabido el nombre de Justicia si estas cosas no hubieran sido”. Y dice Sócrates, “que la ley no se hizo por el bien del bien”. Pero los cavilleros ni siquiera sabían esto, como dice el apóstol, “que el que ama a su hermano no hace mal”; por esto, “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás; y si hay algún otro mandamiento, está comprendido en la palabra, Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Así también se dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y “si el que ama a su prójimo no hace mal”, y si “todo mandamiento está comprendido en esto, el amoroso nuestro prójimo”, los mandamientos, amenazando con el miedo, obran amor, no odio. Por tanto, la ley es productiva de la emoción del miedo. “Para que la ley sea santa”, y en verdad “espiritual”, según el apóstol. Debemos, entonces, como es apropiado, al investigar la naturaleza del cuerpo y la esencia del alma, aprehender el fin de cada uno, y no considerar la muerte como un mal. “Porque cuando fuisteis siervos del pecado —dice el apóstol—, estabais libres de justicia. ¿Qué fruto habéis tenido entonces en aquellas cosas en las que ahora os avergüenzáis? Porque el fin de esas cosas es la muerte. Pero ahora, siendo librados del pecado, y haciéndose siervos de Dios, vosotros tendréis vuestro fruto para la santidad, y el fin para la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna, por medio de Jesucristo Señor nuestro”. La aseveración, entonces, puede ser amenazada, de que se ha demostrado que la muerte es la comunión del alma en estado de pecado con el cuerpo; y la vida la separación del pecado. Y muchas son las estacas y zanjas de la lujuria que nos impiden, y las fosas de ira e ira que deben ser superpuestas, y todas las maquinaciones que debemos evitar de quienes planean contra nosotros, —que ya no verían el conocimiento de Dios “a través de un vaso”.

    “La mitad de la virtud que el lejano Zeus toma Del hombre, cuando lo reduce a un estado de esclavitud”.

    Como esclavos la Escritura ve a los “bajo pecado” y “vendidos al pecado”, a los amantes del placer y del cuerpo; y a las bestias más que a los hombres, “a los que se han vuelto como ganado, caballos, relinchando tras las esposas de sus vecinos”. El licencioso es “el asno lujurioso”, el codicioso es el “lobo salvaje”, y el engañador es “una serpiente”. La separación, por tanto, del alma del cuerpo, hecha de un estudio de por vida, produce en el filósofo prontitud gnóstica, de manera que es fácilmente capaz de soportar la muerte natural, que es la disolución de las cadenas que unen el alma al cuerpo. “Porque el mundo es crucificado a mí, y yo al mundo”, dice el [apóstol]; “y ahora vivo, aunque en la carne, como teniendo mi conversación en el cielo”.

    Libro VIII

    CAPÍTULO V — APLICACIÓN DE DEMOSTRACIÓN AL SUSPENSO ESCÉPTICO DE SENTENCIA.

    Ahora el mismo tratamiento que se aplica a la demostración se aplica también a la siguiente pregunta. Algunos, por ejemplo, dicen que no puede haber varias causas originarias para un animal. Es imposible que pueda haber varias causas homogéneas originarias de un animal; pero que haya varias heterogéneas, no es absurdo.

    Supongamos el suspenso pirrónico del juicio, como dicen, [la idea] de que nada es seguro: es evidente que, comenzando por sí mismo, primero se invalida a sí mismo. O otorga que algo es cierto, que no debes suspender tu juicio sobre todas las cosas; o persiste en decir que no hay nada verdadero. Y es evidente, que primero no será verdad. Porque o bien afirma lo que es verdad o no afirma lo que es cierto. Pero si afirma lo que es verdad, admite, aunque de mala gana, que algo es cierto. Y si no afirma lo que es verdad, deja cierto lo que deseaba eliminar. Porque, en la medida en que el escepticismo que demuele se demuestre falso, en lo que va se demuestra que las posiciones que se están demoliendo son verdaderas; como el sueño que dice que todos los sueños son falsos. Porque en confundirse, es confirmatorio de los demás.

    Y, en fin, si es verdad, hará un comienzo consigo mismo, y no será escepticismo de nada más sino de sí mismo primero. Entonces si [tal hombre] aprehende que es un hombre, o que es escéptico, es evidente que no es escéptico. ¿Y cómo responderá al interrogatorio? Porque evidentemente no es escéptico al respecto. No, afirma incluso que sí duda.

    Y si hay que persuadirnos para que suspendamos nuestro juicio respecto a todo, primero suspenderemos nuestro juicio en lo que respecta a nuestro suspenso de juicio mismo, sea que vayamos a acreditarlo o no.

    Y si esta posición es cierta, que no sabemos lo que es verdad, entonces absolutamente nada se permite que sea cierto por ello. Pero si va a decir que incluso esto es cuestionable, si sabemos lo que es verdad; por esta misma afirmación concede que la verdad es cognoscible, en el mismo acto de aparecer para establecer la duda respetándola.

    Pero si una secta filosófica es una inclinacion hacia los dogmas, o, según algunos, una inclinacion a una serie de dogmas que tienen consistencia unos con otros y con los fenómenos, que tienden a una vida correcta; y el dogma es una concepción lógica, y la concepción es un estado y asentimiento de la mente: no solo escépticos, sino cada quien dogmatiza está acostumbrado en ciertas cosas a suspender su juicio, ya sea por falta de fuerza mental, o por falta de claridad en las cosas, o igual fuerza en las razones.

    CAPÍTULO VI — DEFINICIONES, GÉNEROS Y ESPECIES.

    Las introducciones y fuentes de preguntas son sobre estos puntos y en ellos.

    Pero antes de las definiciones, y manifestaciones, y divisiones, se debe plantear de qué manera se plantea la pregunta; y se deben tratar términos equívocos; y los sinomímos declarados con precisión de acuerdo a sus significaciones.

    Entonces hay que preguntarse si la proposición pertenece a esos puntos, que se consideran en relación con otros, o es tomada por sí misma. Además, si es, qué es, qué le sucede; o así, también, si es, qué es, por qué es. Y a la consideración de estos puntos, el conocimiento de Particulares y Universales, y los Antecedentes y las Diferencias, y sus divisiones, contribuyen.

    Ahora, la Inducción apunta a la generalización y definición; y las divisiones son la especie, y lo que es una cosa, y el individuo. La contemplación del Cómo aduce el supuesto de lo peculiar; y las dudas traen las diferencias particulares y las demostraciones, y de otra manera aumentan la especulación y sus consecuencias; y el resultado del conjunto es el conocimiento científico y la verdad.

    Nuevamente, la suma resultante de División se convierte en Definición. Para Definición se adopta antes de división y después: antes, cuando se admita o declare; después, cuando se demuestre. Y por Sensación el Universal se resume a partir del Particular. Para el punto de partida de la Inducción es Sensación; y el final es el Universal.

    La inducción, en consecuencia, no muestra lo que es una cosa, sino que es, o no lo es. División muestra lo que es; y Definición de manera similar con División enseña la esencia y lo que es una cosa, pero no si lo es; mientras que Demostración explica los tres puntos, si es, qué es, y por qué es.

    También hay Definiciones que contienen la Causa. Y como se puede saber cuando vemos, cuando vemos la Causa; y las Causas son cuatro —la materia, el poder móvil, la especie, el fin; la Definición será cuádruple.

    En consecuencia debemos tomar primero el género, en el que están los puntos que están más cercanos a los anteriores; y después de esto la siguiente diferencia. Y la sucesión de diferencias, cuando se corta y se divide, completa el “Qué es”. No hay necesidad de expresar todas las diferencias de cada cosa, sino las que forman la especie.

    El análisis geométrico y la síntesis son similares a la división y definición lógicas; y por división volvemos a lo simple y más elemental. Dividimos, por lo tanto, el género de lo que se propone para su consideración en las especies que contiene; como, en el caso del hombre, dividimos al animal, que es el género, en las especies que aparecen en él, la mortal, y la inmortal. Y así, dividiendo continuamente aquellos géneros que parecen estar compuestos en las especies más simples, llegamos al punto que es objeto de investigación, y que es incapaz de una mayor división.

    Porque, después de dividir “el animal” en mortal e inmortal, luego en terrestre y acuático; y nuevamente lo terrestre en los que vuelan y los que caminan; y dividiendo así la especie que está más cerca de lo que se busca, que también contiene lo que se busca, llegamos por división a las especies más simples, que no contiene otra cosa, sino lo que se busca solo.

    Por otra parte dividimos lo que camina en racional e irracional; y luego seleccionando de entre las especies, aprehendidas por la división, las que están al lado del hombre, y combinándolas en una sola fórmula, declaramos la definición de un hombre, que es animal, mortal, terrestre, ambulante, racional.

    De donde División aporta la clase de materia, buscando para la definición la sencillez del nombre; y la definición del artesano y hacedor, por composición y construcción, presenta el conocimiento de la cosa tal como es; no de aquellas cosas de las que tenemos nociones generales.

    A estas nociones decimos que las expresiones explicativas pertenecen. Para a estas nociones, también, son aplicables las divisiones.

    Ahora una División divide lo que se divide en especies, como género; y otra en partes, como un todo; y otra en accidentes.

    La división, entonces, de un todo en las partes, se concibe, en su mayor parte, con referencia a la magnitud; eso en los accidentes nunca se puede explicar del todo, si, necesariamente, la esencia es inherente a cada una de las existencias.

    De donde deben rechazarse ambas divisiones, y sólo se aprueba la división del género en especies, por lo que se caracteriza tanto la identidad que hay en el género, como la diversidad que subsiste en las diferencias específicas.

    La especie siempre se contempla en una parte. Por otro lado, sin embargo, si una cosa es parte de otra, no será también una especie. Porque la mano es parte de un hombre, pero no es una especie. Y el género existe en la especie. Porque [el género] está tanto en el hombre como en el buey. Pero el conjunto no está en las partes. Porque el hombre no está en sus pies. Por lo que también la especie es más importante que la parte; y cualesquiera que sean las cosas que se predicen del género serán todas predicadas de la especie.

    Es mejor, entonces, dividir el género en dos, si no en tres especies. Las especies que luego se dividen de manera más genérica, se caracterizan por la igualdad y la diferencia. Y luego dividiéndose, son caracterizados por los puntos genéricamente indicados.

    Para cada una de las especies es o bien una esencia; como cuando decimos, Algunas sustancias son corpóreas y algunas incorpóreas; o cuánto, o qué relación, o dónde, o cuándo, o haciendo, o sufriendo.

    Uno, por lo tanto, dará la definición de lo que posea el conocimiento; ya que uno no puede de ninguna manera conocer aquello que no puede abrazar y definir en el habla. Y como consecuencia del desconocimiento de la definición, el resultado es, que surgen muchas disputas y engaños. Porque si el que sabe la cosa tiene en su mente el conocimiento de ella, y puede explicar con palabras lo que concibe; y si la explicación del pensamiento es definición; entonces el que conoce la cosa debe de ser necesariamente capaz también de dar la definición.

    Ahora en las definiciones, se asume la diferencia, que, en la definición, ocupa el lugar de signo. La facultad de reír, en consecuencia, al agregarse a la definición del hombre, hace del todo —un animal racional, mortal, terrestre, andante, riente. Porque las cosas agregadas a modo de diferencia a la definición son los signos de las propiedades de las cosas; pero no muestran la naturaleza de las cosas mismas. Ahora dicen que la diferencia es la asignación de lo que es peculiar; y como lo que tiene la diferencia difiere de todo lo demás, lo que le pertenece solo, y se predice a la inversa de la cosa, debe en definiciones ser asumido por el primer género como principal y fundamental.

    En consecuencia, en las definiciones más grandes el número de especies que se descubren se encuentran en las diez Categorías; y en la menor, los puntos principales de la especie más cercana que se está tomando, marcan la esencia y naturaleza de la cosa. Pero el menos consta de tres, el género y dos especies esencialmente necesarias. Y esto se hace en aras de la brevedad.

    Decimos, entonces, El hombre es el animal que ríe. Y debemos asumir aquello que preeminentemente le sucede a lo que se define, o a su peculiar virtud, o a su peculiar función, y similares.

    En consecuencia, si bien la definición es explicativa de la esencia de la cosa, es incapaz de comprender con precisión su naturaleza. Por medio de la especie principal, la definición hace una exposición de la esencia, y casi tiene la esencia en la calidad.

    CAPÍTULO VII — SOBRE LAS CAUSAS DE DUDA O ASENTIMIENTO.

    Las causas productivas del escepticismo son dos cosas principalmente. Uno es el cambio y la inestabilidad de la mente humana, cuya naturaleza es generar disidencia, ya sea la de una con otra, o la de las personas consigo mismas. Y la segunda es la discrepancia que hay en las cosas; que, como era de esperar, se calcula para ser productiva de escepticismo.

    Porque, al no poder creer en todos los puntos de vista, por su naturaleza conflictiva; o no creer a todos, porque aquello que dice que todos son poco confiables está incluido en el número de los que lo son; o creer a unos e incrédulos a otros a causa del contrapeso, nos llevan al escepticismo.

    Pero entre las principales causas del escepticismo está la inestabilidad de la mente, que es productiva de la disidencia. Y la disidencia es la causa inmediata de la duda. De donde la vida está llena de tribunales y consejos; y, en fin, de selección en lo que se dice que es bueno y malo; que son los signos de una mente en duda, y detenida por debilidad por cuestiones conflictivas. Y hay bibliotecas llenas de libros, 'y compilaciones y tratados de quienes difieren en dogmas, y confían en que ellos mismos conocen la verdad que hay en las cosas.


    This page titled 4.5: Clemente de Alejandría is shared under a CC BY-SA 4.0 license and was authored, remixed, and/or curated by Noah Levin (NGE Far Press) via source content that was edited to the style and standards of the LibreTexts platform; a detailed edit history is available upon request.