6.2: La rebelión de Shay
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En 1786 y 1787, pocos años después de que terminara la Revolución, miles de agricultores en el oeste de Massachusetts estaban luchando bajo una pesada carga de deuda. Sus problemas fueron empeorados por la debilidad de las economías locales y nacionales. Muchos líderes políticos vieron tanto la deuda como la economía en apuros como consecuencia de los Artículos de la Confederación, que proporcionaron al gobierno federal ninguna manera de recaudar ingresos y poco hicieron para crear una nación cohesionada a partir de los diversos estados. Los granjeros querían que el gobierno de Massachusetts los protegiera de sus acreedores, pero el estado apoyó en su lugar a los prestamistas. Mientras los acreedores amenazaban con embargar sus propiedades, muchos de estos agricultores, incluidos los veteranos de la Guerra Revolucionaria, tomaron las armas.
Liderados por un compañero veterano llamado Daniel Shays, estos hombres armados, los “Shaysites”, recurrieron a tácticas como las que los patriotas habían usado antes de la Revolución, formando bloqueos alrededor de los juzgados para evitar que los jueces emitieran órdenes de ejecución hipotecaria. Estos manifestantes veían su causa y sus métodos como una extensión del “Espíritu de 1776”; estaban protegiendo sus derechos y exigiendo la reparación de los agravios del pueblo.
El gobernador James Bowdoin, sin embargo, vio a los Shaysites como rebeldes que querían gobernar el gobierno a través de la violencia de la mafia. Llamó a miles de milicianos para dispersarlos. Un exgeneral revolucionario, Benjamin Lincoln, encabezó la fuerza estatal, insistiendo en que Massachusetts debe evitar “un estado de anarquía, confusión y esclavitud”. 3 En enero de 1787, la milicia de Lincoln detuvo a más de mil shaysites y reabrió los tribunales.
Daniel Shays y otros líderes fueron acusados de traición, y varios fueron condenados a muerte, pero finalmente Shays y la mayoría de sus seguidores recibieron indultos. Su protesta, que se conoció como la Rebelión de Shays, generó un intenso debate nacional. Si bien algunos estadounidenses, como Thomas Jefferson, pensaban que “una pequeña rebelión de vez en cuando” ayudaba a mantener libre al país, otros temían que la nación se deslizara hacia la anarquía y se quejaban de que los estados no podían mantener el control. Para nacionalistas como James Madison de Virginia, la rebelión de Shays fue un excelente ejemplo de por qué el país necesitaba un gobierno central fuerte. “La libertad”, advirtió Madison, “puede estar en peligro por los abusos de la libertad así como los abusos de poder”. 4