2.36: “La naturaleza, que se lavaba las manos en leche”
- Page ID
- 94581
\( \newcommand{\vecs}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)
\( \newcommand{\vecd}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash {#1}}} \)
\( \newcommand{\id}{\mathrm{id}}\) \( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)
( \newcommand{\kernel}{\mathrm{null}\,}\) \( \newcommand{\range}{\mathrm{range}\,}\)
\( \newcommand{\RealPart}{\mathrm{Re}}\) \( \newcommand{\ImaginaryPart}{\mathrm{Im}}\)
\( \newcommand{\Argument}{\mathrm{Arg}}\) \( \newcommand{\norm}[1]{\| #1 \|}\)
\( \newcommand{\inner}[2]{\langle #1, #2 \rangle}\)
\( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)
\( \newcommand{\id}{\mathrm{id}}\)
\( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\)
\( \newcommand{\kernel}{\mathrm{null}\,}\)
\( \newcommand{\range}{\mathrm{range}\,}\)
\( \newcommand{\RealPart}{\mathrm{Re}}\)
\( \newcommand{\ImaginaryPart}{\mathrm{Im}}\)
\( \newcommand{\Argument}{\mathrm{Arg}}\)
\( \newcommand{\norm}[1]{\| #1 \|}\)
\( \newcommand{\inner}[2]{\langle #1, #2 \rangle}\)
\( \newcommand{\Span}{\mathrm{span}}\) \( \newcommand{\AA}{\unicode[.8,0]{x212B}}\)
\( \newcommand{\vectorA}[1]{\vec{#1}} % arrow\)
\( \newcommand{\vectorAt}[1]{\vec{\text{#1}}} % arrow\)
\( \newcommand{\vectorB}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)
\( \newcommand{\vectorC}[1]{\textbf{#1}} \)
\( \newcommand{\vectorD}[1]{\overrightarrow{#1}} \)
\( \newcommand{\vectorDt}[1]{\overrightarrow{\text{#1}}} \)
\( \newcommand{\vectE}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash{\mathbf {#1}}}} \)
\( \newcommand{\vecs}[1]{\overset { \scriptstyle \rightharpoonup} {\mathbf{#1}} } \)
\( \newcommand{\vecd}[1]{\overset{-\!-\!\rightharpoonup}{\vphantom{a}\smash {#1}}} \)
(Publicado en 1902)
La naturaleza, que se lavaba las manos en leche,
Y se había olvidado de secarlos,
En lugar de tierra tomó nieve y seda,
A petición del amor para probarlos,
Si ella una amante pudiera componer
Para complacer la fantasía del amor fuera de esos.
Sus ojos él debería ser de luz,
Un aliento violeta, y labios de gelatina;
Su pelo no negro, ni demasiado brillante,
Y de la más suave abajo de su vientre;
En cuanto a ella por dentro lo tendría
Sólo de desvergüedad e ingenio.
A la súmulo del amor tal
La naturaleza hizo, pero con su belleza
Ella ha enmarcado un corazón de piedra;
Así como el amor, por mal destino,
Debe morir por ella a quien la naturaleza le dio,
Porque su querida no lo salvaría.
Pero el tiempo (que la naturaleza desprecia,
Y groseramente le da a su amor la mentira,
Hace que la esperanza sea una tonta, y la tristeza sabia)
Sus manos no se lavan ni se secan;
Pero al estar hechos de acero y óxido,
Convierte la nieve, la seda y la leche en polvo.
La luz, el vientre, los labios y la respiración,
Se atenúa, se decolora y destruye;
Con los que alimenta pero no llena la muerte,
Que a veces eran el alimento de las alegrías.
Sí, el tiempo entorpece cada ingenio vivo,
Y seca con ello toda la desvergüedad.
¡Oh, tiempo cruel! que toma en confianza
Nuestra juventud, nuestras alegrías, y todo lo que tenemos
Y nos paga pero con la edad y el polvo;
Quién en la tumba oscura y silenciosa
Cuando hemos vagado por todos nuestros caminos
Encierra la historia de nuestros días.