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2.4: Competencia cultural

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    Descripción

    La competencia cultural es un concepto que surge del trabajo seminal de Madeleine Leininger, quien se formó como enfermera y antropóloga. Leininger vio por primera vez la importancia de la cultura en la prestación de cuidados de enfermería. La teoría de Leininger sobre la diversidad y universalidad del cuidado cultural (1995) se basa en el supuesto fundamental de que la cultura afecta las experiencias de salud y enfermedad de las personas, así como la prestación de cuidados de enfermería. Leininger (1995) postula que “la cultura es un aspecto integral y esencial del ser humano, y los aspectos del cuidado de la cultura no pueden pasarse por alto ni descuidarse” (p. 4). La cultura representa “el conocimiento aprendido, compartido y transmitido de valores, creencias, normas y formas de vida de un grupo en particular que guía a un individuo o grupo en su pensamiento, decisiones y acciones de manera modelada” (Leininger, 1995, p. 60). La religión, el género y la socialización influyen en los patrones culturales y crean una diversidad de necesidades cuando se aplican a la enfermería y la atención de la salud. Las enfermeras necesitan poseer competencia cultural al navegar por clientelas culturalmente diversas y lugares de trabajo multiculturales.

    La competencia cultural es tanto un proceso individual como organizacional (Andrews & Boyle, 2012). Purnell (2013) define la competencia cultural en el cuidado de la salud como “tener los conocimientos, habilidades y habilidades para brindar atención congruente con las creencias y prácticas culturales del paciente” (p. 7). Jeffreys (2010) se refiere a la competencia cultural como “un proceso de aprendizaje multidimensional que integra las habilidades transculturales de enfermería en las tres dimensiones (cognitiva, práctica y afectiva), implica autoeficacia transcultural (confianza) y tiene como objetivo lograr un cuidado de enfermería culturalmente competente” (p. 36). Campinha-Bacote (2002) define la competencia cultural como un “proceso continuo en el que el proveedor de salud se esfuerza continuamente por lograr la capacidad de trabajar efectivamente dentro del contexto cultural del cliente [individual, familiar, comunitario]” (p. 181). El Proceso de Competencia Cultural y Modelo de Atención de Campinha-Bacote (2002) se basa en el supuesto de que la competencia cultural es un proceso continuo de ser y devenir. Campinha-Bacote (2002) señala que para ser efectivo, este modelo “requiere que los proveedores de atención médica se vean a sí mismos como siendo culturalmente competentes en lugar de ser ya culturalmente competentes” (p. 181). Este proceso continuo significa que las enfermeras están inmersas en un proceso continuo de educación donde no hay un punto final para aprender sobre las diferencias culturales.

    En su artículo, Bourque Bearskin (2011) señala que “la cultura es todo acerca de las personas: la forma en que viven, la forma en que ven las cosas, la forma en que se comunican” (p. 4). Es a través de encuentros con pueblos de diferentes orígenes etnoculturales que las enfermeras inician su andadura para llegar a ser culturalmente competentes. La competencia cultural no puede ocurrir si no hay exposición a la diversidad cultural. De igual manera, Campinha-Bacote subraya que el encuentro con la diversidad cultural es un requisito previo o antecedente para el desarrollo de la competencia cultural. En su modelo, Campinha-Bacote describe cinco conceptos interrelacionados: (1) conciencia cultural, (2) conocimiento cultural, (3) habilidad cultural, (4) encuentros culturales y (5) deseo cultural.

    Evaluación Cultural

    La conciencia cultural implica evaluar los prejuicios culturales y raciales como un medio para identificar cómo los estereotipos culturales pueden afectar la prestación de cuidados de enfermería a grupos minoritarios culturales o lingüísticos. El conocimiento cultural se refiere al conocimiento sobre grupos culturales y cómo sus creencias y normas culturales pueden impactar en las percepciones y experiencias de salud y enfermedad, e influir en el acceso a la atención de la salud y las relaciones con enfermeras y otros profesionales de la salud. Es importante saber cómo la etnia y la raza pueden afectar a la farmacoterapéutica o cómo la cultura da forma al estilo de vida y otros comportamientos relacionados con la salud.

    Campinha-Bacote (2002) sostiene que el reconocimiento de la cultura implica que las enfermeras deben desarrollar conocimientos y habilidades culturales para realizar una evaluación cultural de cada cliente. Una evaluación cultural se define como “una evaluación o examen sistemático de individuos, grupos y comunidades en cuanto a sus creencias, valores y prácticas culturales para determinar necesidades explícitas y prácticas de intervención” en el contexto de los encuentros de salud (Leininger, 1995, p. 122). Otras teorías pueden utilizarse para realizar evaluaciones culturales utilizando el Modelo de Evaluación Transcultural de Giger y Davidhizar (2002), la Teoría de la Diversidad y Universalidad del Cuidado Cultural de Leininger (2002), el Modelo de Competencia Cultural de Purnell (2013) o el Modelo de Spector de la Diversidad Cultural en Salud y Enfermedad (2009). Por ejemplo, el Modelo de Evaluación Transcultural de Giger y Davidhizar (2002) explora seis fenómenos culturales, considerados culturalmente únicos entre las personas, que se convierten en objeto de evaluación cultural. Estas variables son: (1) comunicación, (2) espacio, (3) organización social, (4) tiempo, (5) control ambiental y (6) variaciones biológicas (Giger & Davidhizar, 2002, p. 185). De igual manera, el Modelo de Competencia Cultural de Purnell (2013) evalúa 12 dominios de la cultura. Los dominios de la cultura son:

    1) visión general, localidades habitadas y topografía, 2) comunicación, 3) roles y organización familiares, 4) cuestiones laborales, 5) ecología biocultural, 6) comportamientos de alto riesgo, 7) nutrición, 8) prácticas de embarazo y maternidad, 9) rituales de muerte, 10) espiritualidad, 11) atención médica practicada y 12) atención de salud proveedor. (Purnell, 2013, p. 18)

    Los encuentros culturales se centran en las interacciones transculturales. Las interacciones transculturales permiten a las enfermeras interactuar con clientes o grupos culturalmente diversos para cambiar o desafiar los prejuicios étnicos y raciales. La comunicación y el lenguaje son factores importantes para facilitar el acceso a las experiencias vividas de salud y enfermedad de los clientes. En casos de falta de fluidez lingüística, las enfermeras pueden utilizar intérpretes o corredores culturales para acceder al conocimiento de los clientes sobre su enfermedad o condiciones.

    La habilidad cultural representa la capacidad de realizar la evaluación cultural al reunirse con clientes o familias. El deseo cultural se refiere a la motivación y al genuino deseo de comprensión cultural, en contraposición a la obligación de encontrarse con la diversidad cultural. Campinha-Bacote sugiere que el cuidado es un antecedente del deseo cultural en el hecho de que la enfermera se preocupa por aquellos de diferentes culturas. El deseo cultural puede manifestarse a través de la apertura a la diversidad cultural y la voluntad de aprender de los demás. Campinha-Bacote explica que llegar a ser culturalmente competente es un esfuerzo interactivo y transformador.

    Guías Profesionales de Enfermería para la Atención Culturalmente Competente

    La prestación de atención culturalmente competente está plasmada en los estándares y códigos de ética establecidos por los organismos reguladores de enfermería internacionales, nacionales y provinciales, incluida la Asociación Canadiense de Enfermeras. El Consejo Internacional de Enfermeras (2012) menciona que “al brindar atención, la enfermera promueve un ambiente en el que se respetan los derechos humanos, los valores, las costumbres y las creencias espirituales del individuo, la familia y la comunidad” (p. 2). La Asociación Canadiense de Enfermeras apoya la visión de la justicia social que es inherente a la prestación de cuidados de enfermería culturalmente competentes. La Asociación Canadiense de Enfermeras (2010) define la competencia cultural como “un conjunto de comportamientos, actitudes y políticas congruentes que se unen en un sistema, agencia o entre profesionales y les permiten trabajar eficazmente en situaciones transculturales” (p. 1). En un documento titulado “Competencia cultural y seguridad cultural en la educación en enfermería: un marco para la enfermería de las Primeras Naciones, Inuit y Métis”, la Asociación de Enfermeras Aborígenes de Canadá (ahora Asociación Canadiense de Enfermeras Indígenas), la Asociación Canadiense de Escuelas de Enfermería y la La Asociación Canadiense de Enfermeras estipula que las enfermeras canadienses deben conocer el impacto del colonialismo en los problemas de salud indígenas para evitar las trampas del etnocentrismo y la imposición cultural. Las enfermeras necesitan aprender a comunicarse y respetar las formas indígenas de saber. Si bien la competencia cultural abarca atributos como la conciencia cultural, la sensibilidad y la humildad, el objetivo final de desarrollar y aplicar las competencias culturales básicas es defender y proteger la dignidad de individuos y grupos (Douglas et al., 2014).

    De igual manera, en Estados Unidos, la Oficina de Salud de las Minorías (OMH), que forma parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, requiere que los ciudadanos estadounidenses tengan acceso a “servicios cultural y lingüísticamente apropiados, sean respetuosos y respondan a las creencias, prácticas y necesidades de salud de los multiculturales y pacientes diversos” (OMH, 2017). Por lo tanto, la competencia cultural no es solo el deber individual y ético de la enfermera, sino también la responsabilidad de una organización, una responsabilidad de habilitar y facilitar el establecimiento de reglas y políticas que promuevan la competencia cultural dentro de las relaciones laborales en los lugares de trabajo de enfermería.

    Por último, la Asociación de Enfermeras Registradas de Saskatchewan (SRNA) estipula que el desarrollo de la seguridad cultural es una competencia fundamental que debe abordarse en los planes de estudio de enfermería. La competencia cultural se refleja en la Norma II.2 (44): “Negocia prioridades de atención y resultados deseados con los clientes mientras demuestra una conciencia sobre la seguridad cultural y la influencia de las relaciones de poder posicional existentes” (SRNA, 2013, p. 13). Examinamos ahora las características de las organizaciones culturalmente competentes.


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