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8.3: Dormir

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    Según la Academia Americana de Medicina del Sueño (Kasper, 2015) los adultos requieren al menos 7 horas de sueño por noche para evitar los riesgos de salud asociados con la privación crónica del sueño. Menos de 6 horas y más de 10 horas tampoco se recomienda para quienes se encuentran en edad media (Fundación Nacional del Sueño, 2015). No es sorprendente que muchos estadounidenses no reciban las 7-9 horas de sueño recomendadas. Los resultados adicionales incluyeron que en 1993, 67% de los estadounidenses sintieron que estaban durmiendo lo suficiente, pero en 2013 solo 56% sintió que recibía tanto sueño como era necesario. Además, 43% de los estadounidenses en 2013 creían que se sentirían mejor con más sueño. En 2013, solo 59% de los adultos estadounidenses cumplieron con ese estándar, mientras que en 1942, 84% lo hizo (Jones, 2013). Esto significa que el 41% de los estadounidenses reciben menos de la cantidad recomendada de sueño nocturno.

    Problemas del sueño: Según la encuesta Sleep in America (National Sleep Foundation, 2015), 9% de los estadounidenses reportan haber sido diagnosticados con un trastorno del sueño, y de esos 71% tiene apnea del sueño y 24% padece insomnio. El dolor también es un factor que contribuye en la diferencia entre la cantidad de sueño que los estadounidenses dicen que necesitan y la cantidad que están recibiendo. Se presenta un promedio de 42 minutos de deuda de sueño para quienes tienen dolor crónico, y 14 minutos para quienes han sufrido dolor agudo en la semana pasada. El estrés y la mala salud en general también son componentes clave de una duración más corta del sueño y una peor calidad del sueño. Aquellos en la mediana edad con menor satisfacción con la vida experimentaron mayor retraso en el inicio del sueño que aquellos con mayor satisfacción con la vida. El retraso en el inicio del sueño podría ser el resultado de la preocupación y la ansiedad durante la mediana edad, y las mejoras en esas áreas deberían mejorar el sueño. Por último, la menopausia puede afectar la duración y calidad del sueño de una mujer (Fundación Nacional del Sueño, 2016).

    Niños en el hogar y dormir: Como era de esperar, tener hijos en casa afecta la cantidad de sueño que uno recibe. Según un análisis del Centro Nacional de Estadísticas de Salud 2016 (CDC, 2016) tener hijos disminuye la cantidad de sueño que recibe un individuo, sin embargo, tener pareja puede mejorar la cantidad de sueño tanto para hombres como para mujeres. El Cuadro 8.6 ilustra el porcentaje de individuos que no reciben siete horas de sueño por noche en función del rol parental.

    Cuadro 8.6
    Demográfica Duerme Menos de 7 Horas
    Madres Solteras 43.5%
    Madres con pareja 31.2%
    Mujeres sin hijos 29.7%
    Padre Soltero 37.5%
    Padres con pareja 34.1%
    Hombres sin hijos 32.3%

    Consecuencias negativas del sueño insuficiente: Hay muchas consecuencias de dormir muy poco, e incluyen cambios físicos, cognitivos y emocionales. La privación del sueño suprime las respuestas inmunes que combaten las infecciones, y puede conducir a obesidad, deterioro de la memoria e hipertensión (Ferrie et al., 2007; Kushida, 2005). El sueño insuficiente está relacionado con un mayor riesgo de cáncer de colon, cáncer de mama, enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2 (Pattison, 2015). La falta de sueño puede aumentar el estrés ya que el cortisol (una hormona del estrés) permanece elevado lo que mantiene al cuerpo en un estado de alerta e hiperexcitación que aumenta la presión arterial. El sueño también se asocia con la longevidad. Dew et al. (2003) encontraron que los adultos mayores que tenían mejores patrones de sueño también vivieron más tiempo. Durante el sueño profundo se libera una hormona del crecimiento que estimula la síntesis de proteínas, descompone la grasa que suministra energía y estimula la división celular. En consecuencia, una disminución en el sueño profundo contribuye a que se libere menos hormona del crecimiento y la posterior disminución física observada en el envejecimiento (Pattison, 2015).

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    Figura 8.10: La importancia del sueño. Fuente.

    Las alteraciones del sueño también pueden afectar el funcionamiento de la glucosa en la edad adulta media. Mujeres caucásicas, afroamericanas y chinas que no trabajaban por turnos de 48 a 58 años que no tomaban medicamentos relacionados con la insulina, participaron en el Estudio de la Salud de la Mujer a través de la Nación (SWAN) Estudio del sueño y posteriormente fueron examinadas aproximadamente 5 años después (Taylor et al., 2016). El índice de masa corporal (IMC) y la resistencia a la insulina se midieron en dos momentos. Los resultados indicaron que los horarios irregulares de sueño, incluyendo horarios de dormir muy variables y permanecer despiertos mucho más tarde de lo habitual, se asocian en mujeres de mediana edad con resistencia a la insulina, lo que es un indicador importante de salud metabólica, incluido el riesgo de diabetes. El riesgo de diabetes aumenta en las mujeres de mediana edad, y los horarios irregulares de sueño pueden ser una razón importante porque los horarios irregulares a la hora de acostarse exponen al cuerpo a diferentes niveles de luz, que es la señal de sincronización más importante para el reloj circadiano del cuerpo. Al interrumpir el tiempo circadiano, la variabilidad de la hora de acostarse puede afectar el metabolismo de la glucosa y la homeostasis energética.


    This page titled 8.3: Dormir is shared under a CC BY-NC-SA license and was authored, remixed, and/or curated by Martha Lally and Suzanne Valentine-French.