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4.2: Bloques de construcción de una teoría

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    David Whetten (1989) sugiere que hay cuatro bloques de construcción de una teoría: constructos, proposiciones, lógica y condiciones/supuestos límite. Los constructos capturan el “qué” de las teorías (es decir, qué conceptos son importantes para explicar un fenómeno), las proposiciones capturan el “cómo” (es decir, cómo se relacionan estos conceptos entre sí), la lógica representa el “por qué” (es decir, por qué están relacionados estos conceptos), y las condiciones/supuestos límite examina el “quién, cuándo y dónde” (es decir, bajo qué circunstancias funcionarán estos conceptos y relaciones). Aunque los constructos y las proposiciones se discutieron previamente en el Capítulo 2, los describimos nuevamente aquí en aras de la integridad.

    Los constructos son conceptos abstractos especificados en un alto nivel de abstracción que se eligen específicamente para explicar el fenómeno de interés. Recordemos del Capítulo 2 que los constructos pueden ser unidimensionales (es decir, encarnan un solo concepto), como el peso o la edad, o multidimensionales (es decir, encarnan múltiples conceptos subyacentes), como la personalidad o la cultura. Si bien algunos constructos, como la edad, la educación y el tamaño de la empresa, son fáciles de entender, otros, como la creatividad, los prejuicios y la agilidad organizacional, pueden ser más complejos y abstrusos, y otros como la confianza, la actitud y el aprendizaje, pueden representar tendencias temporales en lugar de estados estables. Sin embargo, todos los constructos deben tener una definición operativa clara e inequívoca que especifique exactamente cómo se medirá el constructo y en qué nivel de análisis (individual, grupal, organizacional, etc.). Las representaciones medibles de constructos abstractos se denominan variables. Por ejemplo, el cociente de inteligencia (IQ score) es una variable que se pretende medir una construcción abstracta llamada inteligencia. Como se señaló anteriormente, la investigación científica avanza a lo largo de dos planos: un plano teórico y un plano empírico. Los constructos se conceptualizan en el plano teórico, mientras que las variables se operacionalizan y miden en el plano empírico (observacional). Además, las variables pueden ser independientes, dependientes, mediadoras o moderadoras, como se discute en el Capítulo 2. La distinción entre constructos (conceptualizados a nivel teórico) y variables (medidas a nivel empírico) se muestra en la Figura 4.1.

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    Figura 4.1. Distinción entre conceptos teóricos y empíricos

    Las proposiciones son asociaciones postuladas entre constructos basados en la lógica deductiva. Las proposiciones se enuncian en forma declarativa e idealmente deberían indicar una relación causa-efecto (por ejemplo, si se produce X, entonces Y seguirá). Tenga en cuenta que las proposiciones pueden ser conjeturales pero DEBEN ser comprobable, y deben ser rechazadas si no están sustentadas en observaciones empíricas. Sin embargo, al igual que los constructos, las proposiciones se establecen a nivel teórico, y solo se pueden probar examinando la relación correspondiente entre las variables medibles de esos constructos. La formulación empírica de proposiciones, declaradas como relaciones entre variables, se denomina hipótesis. La distinción entre proposiciones (formuladas a nivel teórico) e hipótesis (probadas a nivel empírico) se representa en la Figura 4.1.

    El tercer bloque de construcción de una teoría es la lógica que proporciona las bases para justificar las proposiciones postuladas. La lógica actúa como un “pegamento” que conecta los constructos teóricos y aporta significado y relevancia a las relaciones entre estos constructos. La lógica también representa la “explicación” que se encuentra en el centro de una teoría. Sin lógica, las proposiciones serán ad hoc, arbitrarias y carentes de sentido, y no podrán vincularse a un “sistema de proposiciones” cohesivo que sea el corazón de cualquier teoría.

    Finalmente, todas las teorías están restringidas por suposiciones sobre valores, tiempo y espacio, y condiciones de límite que rigen dónde se puede aplicar la teoría y dónde no se puede aplicar. Por ejemplo, muchas teorías económicas asumen que los seres humanos son racionales (o generosamente racionales) y emplean la maximización de la utilidad basada en las expectativas de costos y beneficios como una forma de entender el comportamiento humano. En contraste, las teorías de la ciencia política asumen que las personas son más políticas que racionales, e intentan posicionarse en su entorno profesional o personal de una manera que maximice su poder y control sobre los demás. Dada la naturaleza de sus supuestos subyacentes, las teorías económicas y políticas no son directamente comparables, y los investigadores no deben utilizar teorías económicas si su objetivo es comprender la estructura de poder o su evolución en una organización. Asimismo, las teorías pueden tener suposiciones culturales implícitas (por ejemplo, si se aplican a culturas individualistas o colectivas), supuestos temporales (por ejemplo, si se aplican a etapas tempranas o etapas posteriores del comportamiento humano) y supuestos espaciales (por ejemplo, si se aplican a ciertas localidades pero no a otros). Si una teoría va a ser utilizada o probada adecuadamente, todos sus supuestos implícitos que forman los límites de esa teoría deben ser entendidos adecuadamente. Desafortunadamente, los teóricos rara vez afirman claramente sus suposiciones implícitas, lo que lleva a frecuentes aplicaciones erróneas de teorías a situaciones problemáticas en la investigación.


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