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1.4: Heráclito (Fragmentos)

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    4 Heráclito (Fragmentos)

    Heráclito 6

    Heráclito de Éfeso (/hɛrəˈklaɪtəs/; Griego: ρκλειτος Φσιος, Hērákleitos ho Éfésios; c. 535 — c. 475 a.C.) fue un filósofo griego presocrático, y originario de la ciudad de Éfeso, [2] entonces parte del Imperio persa. Era de filiación distinguida. Poco se sabe sobre su vida temprana y su educación, pero se consideraba a sí mismo como autodidacta y pionero de la sabiduría. De la vida solitaria que llevaba, y aún más de la naturaleza aparentemente acribillada y supuestamente paradójica de su filosofía y su énfasis en la inconsciencia innecesaria de la humanidad, se le llamó “El oscuro” y el “filósofo llorón”.

    Heráclito fue famoso por su insistencia en el cambio siempre presente como la esencia fundamental del universo, como se afirma en el famoso dicho: “Ningún hombre pisa nunca el mismo río dos veces” (ver panta rhei, abajo). Esta posición se complementó con su marcado compromiso con una unidad de opuestos en el mundo, afirmando que “el camino arriba y abajo son uno y el mismo”. A través de estas doctrinas Heráclito caracterizó a todas las entidades existentes por pares de propiedades contrarias, por lo que ninguna entidad puede ocupar jamás un solo estado a la vez. Esto, junto con su enunciado críptico de que “todas las entidades llegan a estar de acuerdo con este Logos" (literalmente, “palabra”, “razón”, o “cuenta”) ha sido objeto de numerosas interpretaciones.

    Vida

    La principal fuente de vida de Heráclito es Diógenes Laërtius, aunque algunos han cuestionado la validez de su relato como "un tejido de anécdotas helenísticas, la mayoría de ellas obviamente fabricadas a partir de declaraciones en los fragmentos conservados”. Diógenes dijo que Heráclito floreció en la 69 Olimpiada, 504—501 a.C. Todo el resto de las pruebas —la gente que se dice que conoció Heráclito, o las personas que estaban familiarizadas con su trabajo— confirman el floruit. Sus fechas de nacimiento y muerte se basan en una vida útil de 60 años, la edad a la que Diógenes dice morir, con el floruit en el medio.

    Diógenes dice que abdicó de la realeza (lo que puede significar o que estaba fundamentalmente equivocado o que lo consideró penoso. Dos letras existentes entre Heráclito y Darío I, citadas por Diógenes, son indudablemente falsificaciones posteriores.

    En cuanto a la educación, Diógenes dice que Heráclito fue “maravilloso” (taumasios, que, como explica Sócrates en Teeteto y Gorgias de Platón, es el comienzo de la filosofía) desde la infancia. Diógenes relata que Sotion dijo ser un “oyente” de Xenofanes, lo que contradice la declaración de Heráclito (así dice Diógenes) de que se había enseñado a sí mismo cuestionándose a sí mismo. Burnet afirma en todo caso que “... Los xenófanes dejaron a Ionia antes de que naciera Herakleitos”. Diógenes relata que de niño Heráclito había dicho que “no sabía nada” pero luego afirmó “saberlo todo”. Su afirmación de que “no escuchó a nadie” sino que “se cuestionó a sí mismo”, se puede colocar junto a su afirmación de que “las cosas que se pueden ver, escuchar y aprender son las que más valoro”.

    Diógenes relata que Heráclito tenía una mala opinión sobre los asuntos humanos. Creía que Hesíodo y Pitágoras carecían de comprensión aunque aprendidos y que Homero y Arquiloco merecían ser golpeados. Las leyes necesitaban ser defendidas como si fueran murallas de ciudad. Se dice que Timón lo llamó un “mob-reviler”. Heráclito odiaba a los atenienses y a sus compañeros Efesios, deseando a estos últimos riquezas en castigo por sus malos caminos. Dice Diógenes: “Finalmente, se convirtió en un odiador de su especie (misántropo) y vagó por las montañas... haciendo su dieta de pasto y hierbas”.

    La vida de Heráclito como filósofo fue interrumpida por la hidropesía. Los médicos que consultó no pudieron prescribir una cura. Diógenes enumera diversas historias sobre la muerte de Heráclito: En dos versiones, Heráclito se curó de la hidropesía y murió de otra enfermedad. En un relato, sin embargo, el filósofo “se enterró en un establo, esperando que el nocivo humor húmedo le fuera sacado por el calor del estiércol”, mientras que otro dice que se trató con un linimento de estiércol de vaca y, después de un día propenso al sol, murió y fue enterrado en el mercado. Según Neathes of Cyzicus, después de mancharse con estiércol, Heráclito fue devorado por perros.

    Obras

    Diógenes afirma que la obra de Heráclito era “un tratado continuo sobre la naturaleza, pero se dividió en tres discursos, uno sobre el universo, otro sobre política y un tercero sobre teología”. Teofrasto dice (en Diógenes) “... algunas partes de su obra [están] a medio terminar, mientras que otras partes [hicieron] un extraño popurrí”.

    Diógenes también nos cuenta que Heráclito depositó su libro como dedicatoria en el gran templo de Artemisa, el Artemisio, uno de los templos más grandes del siglo VI a.C y una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Los templos antiguos se usaban regularmente para almacenar tesoros, y estaban abiertos a particulares en circunstancias excepcionales; además, muchos filósofos posteriores en este período se refieren a la obra. Dice Kahn: “Hasta la época de Plutarco y Clemente, si no más tarde, el librito de Heráclito estaba disponible en su forma original para cualquier lector que optara por buscarlo”. Dice Diógenes: “el libro adquirió tal fama que produjo partisanos de su filosofía que se llamaban heracliteanos”.

    Al igual que con otros presocráticos, sus escritos sobreviven ahora sólo en fragmentos citados por otros autores.

    Caracterizaciones antiguas

    “El oscuro”

    En algún momento de la antigüedad adquirió este epíteto denotando que sus mayores dichos eran difíciles de entender. De acuerdo con Diógenes Laërtius, Timón de Filio lo llamó “el acertijo” (ανικτς ainiktēs), y explicó que Heráclito escribió su libro “bastante inclaramente” (asafesteron) para que solo los “capaces” lo intentaran. Para la época de Cicerón se había convertido en “la oscuridad” (σκοτειιιις — ho Skoteinós) porque había hablado nimis obscurē, “demasiado obscurē”, concerniente a la naturaleza y lo había hecho deliberadamente para ser malinterpretado. La traducción acostumbrada al inglés de σκοτειιις sigue el latín, “el Obscure”.

    El “filósofo llorón”

    Diógenes Laërtius atribuye a Teofrasto la teoría de que Heráclito no completó algunas de sus obras por melancolía. Más tarde se le refirió como el “filósofo llorón”, a diferencia de Demócrito, a quien se le conoce como el “filósofo risueño”. Si Stobaeo escribe correctamente, Sotion a principios del siglo I d.C. C. ya combinaba los dos en el imaginativo dúo de filósofos llorones y rientes: “Entre los sabios, en lugar de ira, Heráclito fue superado por las lágrimas, Demócrito por la risa”. El punto de vista es expresado por el satírico Juvenal:

    La primera de las oraciones, más conocida en todos los templos, es principalmente por las riquezas... Al ver esto entonces, ¿no elogias al único sabio Demócrito por reír... y al maestro de la otra escuela Heráclito por sus lágrimas?

    El motivo también fue adoptado por Lucian de Samosata en su “Venta de Credos”, en la que el dúo se vende juntos como producto complementario en la subasta satírica de filósofos. Posteriormente, fueron considerados un rasgo indispensable de los paisajes filosóficos. Montaigne propuso dos visiones arquetípicas de los asuntos humanos basadas en ellas, seleccionando Demócritus' para sí mismo. El filósofo llorón pudo haber sido mencionado en El comerciante de Venecia, de William Shakespeare. Donato Bramante pintó un fresco, “Demócrito y Heráclito”, en Casa Panigarola en Milán.

    Fragmentos de Heráclito 7

    1 Es prudente que los que escuchan, no yo, sino la Razón universal, confesen que todas las cosas son una sola.

    2 A esta Razón universal que despliego, aunque siempre existe, los hombres se hacen insensibles, tanto antes de que la hayan escuchado como cuando la hayan escuchado por primera vez. Porque a pesar de que todas las cosas suceden según esta Razón, los hombres actúan como si nunca hubieran tenido experiencia alguna al respecto cuando intentan tales palabras y obras como ahora estoy relacionando, describiendo cada cosa según su naturaleza y explicando cómo se ordena. Y algunos hombres son tan ignorantes de lo que hacen cuando están despiertos como olvidadizan lo que hacen cuando duermen.

    3 Los que escuchan y no entienden son como los sordos. De ellos el proverbio dice: “Presentes, están ausentes”.

    4 Ojos y oídos son malos testigos de hombres que tienen almas groseras.

    5 La mayoría de las personas no tienen comprensión de las cosas con las que se encuentran diariamente, ni, cuando se les instruye, tienen algún conocimiento correcto de ellas, aunque a sí mismas parecen tener.

    6 No entienden ni oír ni hablar.

    7 Si no esperas, no ganarás lo que no se espera, ya que es inalcanzable e inaccesible.

    8 buscadores de oro cavan sobre mucha tierra y encuentran poco oro.

    9 Debate.

    10 A la naturaleza le encanta ocultarse.

    11 El Dios cuyo oráculo está en Delfos no habla con franqueza ni oculta, sino que indica por señales.

    12 Pero la Sibila con boca furiosa pronunciando cosas solemnes, groseras y sin adornos, alcanza con su voz más de mil años, a causa del Dios.

    13 Lo que sea que se refiere a ver, escuchar y aprender, lo honro particularmente.

    14 Polibio iv. 40. Especialmente en la actualidad, cuando todos los lugares son accesibles ya sea por tierra o por agua, no debemos aceptar a poetas y mitólogos como testigos de cosas que se desconocen, ya que en su mayor parte nos proporcionan un testimonio poco confiable sobre cosas en disputa, según Heráclito.

    15 Los ojos son testigos más exactos que los oídos.

    16 Mucho aprendizaje no enseña a uno a tener comprensión, de lo contrario habría enseñado a Hesíodo y Pitágoras, y nuevamente a Xenofanes y Hecateo.

    17 Pitágoras, hijo de Mnesarco, practicó la investigación sobre todo a los hombres, y habiendo escogido estos tratados, hizo una sabiduría propia, mucho aprendizaje y mal arte.

    18 De todas cuyas palabras he escuchado, nadie llega a esto, para saber que la sabiduría está aparte de todos.

    19 Hay una sabiduría, para entender la voluntad inteligente por la cual todas las cosas son gobernadas a través de todos.

    20 Este mundo, el mismo para todos, ni ninguno de los dioses ni ningún hombre ha hecho, sino que siempre fue, y es, y será, un fuego siempre vivo, encendido en la medida debida, y en la medida debida extinguido.

    21 Las transmutaciones del fuego son, primero, el mar; y del mar, la mitad es tierra y la mitad el relámpago.

    22 Todas las cosas se intercambian por fuego y fuego por todas las cosas, así como artículos por oro y oro por productos.

    23 El mar se vierte y se mide en la misma proporción que existía antes de convertirse en tierra.

    24 Ansia y Saciedad.

    25 El fuego vive en la muerte de la tierra, el aire vive en la muerte del fuego, el agua vive en la muerte del aire, y la tierra en la muerte del agua.

    26 Fuego que viene sobre todas las cosas, las tamizará y se apoderará de ellas.

    27 ¿Cómo se puede escapar de lo que nunca pone?

    28 Rayo gobierna todos.

    29 El sol no sobrepasará sus límites, pues si lo hace, los Erinyes, ayudantes de la justicia, lo encontrarán.

    30 Los límites de la tarde y de la mañana son el Oso, y frente al Oso, los límites de Zeus resplandeciente.

    31 Si no hubiera sol, sería de noche.

    32 El sol es nuevo cada día.

    33 Diógenes Laertius i. 23. Él (scil. Thales) parece, según algunos, haber sido el primero en estudiar astronomía y en pronosticar los eclipses y movimientos del sol, como relata Eudemo en su relato de obras astronómicas. Y por ello es honrado por Xenofanes y Herodoto, y tanto Heráclito como Demócrito dan testimonio de él.

    34 Plutarco, Qu. Plat. viii. 4, p. 1007. Así, el Tiempo, tener una unión y conexión necesarias con el cielo, no es simple movimiento, sino, por así decirlo, movimiento en un orden, teniendo límites y periodos medidos. De los cuales el sol, siendo capataz y guardián para limitar, dirigir, nombrar y proclamar los cambios y estaciones que, según Heráclito, producen todas las cosas, es el ayudante del líder y primer Dios, no en las cosas pequeñas o triviales, sino en las más grandes e importantes.

    35 Hesíodo es maestro de las masas. Suponen que él había poseído el mayor conocimiento, quien efectivamente no sabía día y noche. Porque son uno.

    36 Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, abundancia y deseo. Pero se le cambia, así como cuando el incienso se mezcla con el incienso, pero se nombra según el placer de cada uno.

    37 Aristóteles, de Sensu 5, p. 443 a 21. Algunos piensan que el olor consiste en la exhalación ahumada, común a la tierra y al aire, y que para oler todas las cosas se convierten en esto. Y fue por esta razón que Heráclito decía así que si todas las cosas existentes se convirtieran en humo, la percepción sería por las fosas nasales.

    38 Las almas huelen en el Hades.

    39 El frío se vuelve cálido, y cálido, frío; húmedo se vuelve seco y seco, húmedo.

    40 Se dispersa y se reúne, va y viene.

    41 En el mismo río no se podía pisar dos veces, pues otras <and still other>aguas están fluyendo.

    42 †A quienes ingresan al mismo río, fluyen otras y aún otras aguas. †

    43 Aristóteles, Eth. Eud. vii. 1, p. 1235 a 26. Y Heráclito culpó al poeta que dijo: “¿Esa contienda se destruyó de entre dioses y hombres?” Porque no podría haber armonía sin objetos punzantes y planos, ni seres vivos sin varón y hembra que son contrarios.

    44 La guerra es el padre y el rey de todos, y ha producido a algunos como dioses y a otros como hombres, y ha hecho a algunos esclavos y a otros libres.

    45 No entienden: cómo lo que separa se une consigo mismo. Es una armonía de oposiciones, como en el caso del arco y de la lira.

    46 Aristóteles, Eth. Nic. viii. 2, p. 1155 b 1. En referencia a estas cosas, algunos buscan principios más profundos y más acordes con la naturaleza. Eurípides dice: “La tierra reseca ama la lluvia, y el cielo alto, cargado de humedad, ama a la tierra caer”. Y Heráclito dice: “Lo contrario se une, y de las diferencias resulta la armonía más bella, y todas las cosas se dan por la contienda”.

    47 La armonía oculta es mejor que la visible.

    48 No saquemos conclusiones imprudentemente sobre las cosas más grandes.

    49 Los filósofos deben ser aprendidos en muchas cosas.

    50 El camino recto y torcido de los laneros es uno y el mismo.

    51 Asses elegirían rastrojo en lugar de oro.

    52 El agua de mar es muy pura y muy asquerosa, pues, mientras que para los peces es potable y saludable, para los hombres es hiriente y no apta para beber.

    53 Columella, de Re Rústica viii. 4. El polvo seco y las cenizas deben colocarse cerca de la pared donde el techo o los aleros albergan la cancha, para que pueda haber un lugar donde las aves puedan rociarse, pues con estas cosas mejoran sus alas y plumas, si podemos creer Heráclito, el efesiano, quien dice: “Los cercos se lavan en barro y palomas en polvo”.

    54 Se deleitan con la suciedad.

    55 Todo animal es impulsado por golpes.

    56 La armonía del mundo es una armonía de oposiciones, como en el caso del arco y de la lira.

    57 El bien y el mal son lo mismo.

    58 Hipólito, Ref. haer. ix. 10. Y el bien y el mal (scil. son uno). Los médicos, por lo tanto, dice Heráclito, cortando, cauterizando, y en todos los sentidos torturando a los enfermos, se quejan de que los pacientes no les pagan una recompensa adecuada por efectuar así estos beneficios— †y sufrimientos†.

    59 Unir todo y parte, acuerdo e inconformidad, acorde y discordante; de todos viene uno, y de uno todo.

    60 No sabrían el nombre de la justicia, si no fuera por estas cosas.

    61 Schol. B. en Ilíada iv. 4, p. 120:Bekk. Dicen que no es adecuado que la vista de las guerras complazca a los dioses. Pero no es así. Porque las obras nobles los deleitan, y mientras las guerras y las batallas nos parecen terribles, a Dios no lo parecen. Porque Dios en su dispensación de todos los acontecimientos, los perfecciona en una armonía del todo, así como, en efecto, Heráclito dice que para Dios todas las cosas son bellas y buenas y correctas, aunque los hombres suponen que algunas tienen razón y otras malas.

    62 Debemos saber que la guerra es universal y derecho de lucha, y que por contienda surgen todas las cosas y † se usan †

    63 Porque está totalmente destinado...

    64 La muerte es lo que vemos despertar. Lo que vemos en el sueño es un sueño.

    65 Sólo hay una Sabiduría suprema. Quiere y quiere no ser llamado con el nombre de Zeus.

    66 El nombre del arco es vida, pero su obra es muerte.

    67 Los inmortales son mortales, mortales inmortales, viven en su muerte y mueren en su vida.

    68 Para las almas es muerte convertirse en agua, y para regar es muerte llegar a ser tierra, pero de la tierra viene el agua, y del agua, el alma.

    69 El camino hacia arriba y hacia abajo son uno y el mismo.

    70 El principio y el fin son comunes.

    71 Los límites del alma no te darías cuenta, aunque debes atravesar todos los sentidos.

    72 Para las almas es alegría mojarse.

    73 Un hombre cuando está borracho es dirigido por un joven sin barba, tropezando, ignorante a dónde va, teniendo un alma mojada.

    74 El alma seca es la más sabia y mejor.

    75 †El rayo seco es el alma más sabia y mejor.

    76 †Donde la tierra está seca, el alma es más sabia y mejor.

    77 El hombre, como luz de noche, se enciende y se apaga.

    78 Plutarco, Consol. ad Apolo. 10, p. 106. ¿Porque cuando la muerte no está presente con nosotros? Como efectivamente dice Heráclito: Vivos y muertos, despiertos y dormidos, jóvenes y viejos, son lo mismo. Para estos varios estados son transmutaciones entre sí.

    79 El tiempo es un niño jugando a las corrientes de aire, un reino infantil.

    80 Me he indagado.

    81 En el mismo río los dos pisamos y no pisamos. Los dos somos y no lo somos.

    82 Es cansancio sobre las mismas cosas trabajar y por ellas ser controladas.

    83 En cambio está el descanso.

    84 Una mezcla se separa cuando no se mantiene en movimiento.

    85 cadáveres son más inútiles que los excrementos.

    86 Al nacer, sólo van a vivir y morir, o más bien para encontrar descanso, y dejan hijos que igualmente van a morir.

    87 Plutarco, de Orac. def. 11, p. 415: Quienes adoptan la lectura hêbôntos (i. e. en la finca del hombre, véase Hesiodo, fr. 163, ed. Goettling) cuentan una generación a los treinta años, según Heráclito, tiempo en el que un padre puede tener un hijo que es él mismo a la edad de la pubertad.

    88 Io. Lydus de Mensibus iii. 10, p. 37, ed. Bonn.: Treinta es el número más natural, pues lleva la misma relación con decenas que tres a unidades. Entonces nuevamente es el ciclo mensual, y se compone de los cuatro números 1, 4, 9,16, que son los cuadrados de las unidades en orden. No sin razón, por lo tanto, Heráclito llama al mes una generación.

    89 En treinta años un hombre puede convertirse en abuelo.

    90 M. Antonino vi. 42. Todos trabajamos juntos para un fin, algunos conscientemente y con propósito, otros inconscientemente. Así como efectivamente Heráclito, creo, dice que los que duermen son compañeros de trabajo y fabricantes de las cosas que suceden en el mundo.

    91 La Ley de Entendimiento es común a todos. Quienes hablan con inteligencia deben aferrarse a lo que es común a todos, incluso con más fuerza de lo que una ciudad se aferra a su ley. Porque todas las leyes humanas dependen de una sola Ley divina, pues ésta gobierna en la medida en que quiera, y basta para todos, y abunda en exceso.

    92 Aunque la Ley de la Razón es común, la mayoría de las personas viven como si tuvieran un entendimiento propio.

    93 Están en contradicción con aquello con el que están en asociación más continua.

    94 No debemos actuar y hablar como si estuviéramos dormidos.

    95 Plutarco, de Superst. 3, p. 166: Heráclito dice: A los que están despiertos, hay un mundo en común, pero de los que están dormidos, cada uno es retirado a un mundo privado propio.

    96 Porque la naturaleza humana no posee entendimiento, sino lo divino sí.

    97 El hombre irreflexivo entiende la voz de la Deidad tan poco como el niño entiende al hombre.

    98 Platón, Hipp. maj. 289 B. Y no dice lo mismo Heráclito, a quien sacas adelante, que el más sabio de los hombres comparados con Dios aparece un simio en sabiduría y en belleza y en todas las demás cosas?

    99 Platón, Hipp. maj. 289 A. Eres ignorante, mi hombre, que hay un buen dicho de Heráclito, en el sentido de que el más hermoso de los simios es feo cuando se compara con otro tipo, y el más hermoso de los tiestos de tierra es feo cuando se compara con la doncella, como dice Hipias el sabio.

    100 El pueblo debe luchar por su ley como por sus muros.

    101 Los destinos mayores obtienen mayores recompensas.

    102 Dioses y hombres honran a los muertos en la guerra.

    103 La presunción debe apagarse incluso más que un incendio.

    104 Que los hombres tengan lo que deseen, no estaría bien. La enfermedad hace que la salud sea agradable y buena; hambre, saciedad; cansancio, descanso.

    105 Es difícil contender contra la pasión, por lo que sea que anhela compra con su vida.

    106 †Pertenece a todos los hombres conocerse a sí mismos y aprender el autocontrol.

    107 †El autocontrol es la virtud más elevada, y la sabiduría es decir la verdad y actuar conscientemente según la naturaleza.

    108 Es mejor ocultar la ignorancia, pero es difícil hacerlo en la relajación y sobre el vino.

    109 † Es mejor ocultar la ignorancia que exponerla.

    110 Es ley, también, obedecer la voluntad de uno.

    111 ¿Por qué sentido o comprensión tienen? Siguen juglares y toman la multitud por maestro, sin saber que muchos son malos y pocos buenos. Porque los mejores hombres eligen una cosa sobre todo: la gloria inmortal entre los mortales; pero las masas se llenan como ganado.

    112 En Priene vivía Bias, hijo de Teutamus, cuya palabra valía más que la de los demás.

    113 A mi, uno es diez mil si es el mejor.

    114 Los Efesios merecen, hombre por hombre, ser colgado, y que los jóvenes abandonen la ciudad, en la medida en que han desterrado a Hermodor, el hombre más digno entre ellos, diciendo: “Que nadie de nosotros sobresalga, y si hay tal, déjelo ir a otro lado y entre otras personas”.

    115 Los perros, también, ladran ante lo que desconocen.

    116 Por su incredulidad, escapa a sus conocimientos.

    117 A un hombre estúpido le encanta estar desconcertado por cada discurso.

    118 El más aprobado de los que son de buena reputación sabe hacer trampa. Sin embargo, la justicia atrapará a los hacedores y testigos de mentiras.

    119 Diógenes Laert. ix. 1. Y él (Heráclito) solía decir que Homero merecía ser echado de las listas y azotado, y Arquiloco igualmente.

    120 Un día es como todos.

    121 El personaje de un hombre es su daemon.

    122 Allí espera a los hombres después de la muerte lo que no esperan ni piensan.

    123 Y los que están ahí se levantarán y se convertirán en guardianes de los vivos y de los muertos.

    124 Noche-vagantes, Magios, bacanales, juerguistas en el vino, los iniciados.

    125 Por las cosas que se consideran misterios entre los hombres, celebran sacrílego.

    126 Y a estas imágenes rezan, como si se tratara de platicar con las casas sin saber nada de dioses o héroes, quiénes son.

    127 Porque si no fuera Dioniso a quien instituyen una procesión y cantan canciones en honor a la pudenda, sería la acción más vergonzosa. Pero Dioniso, en cuyo honor deliran en el frenesí bacchic, y Hades son lo mismo.

    128 Iamblico, de Mysteriis v. 16. Distingo dos tipos de sacrificios. Primero, los de los hombres totalmente purificados, como rara vez sucedería en el caso de un solo individuo, como dice Heráclito, o de algunos muy pocos hombres. En segundo lugar, los sacrificios materiales y corpóreos y los que surgen del cambio, como son aptos para aquellos que aún están atados por el cuerpo.

    129 Expiaciones.

    130 Cuando se contaminan, se purifican con sangre, ¡como si cualquiera que hubiera caído al barro se lavara con barro!


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