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3.4: Las Cuatro Causas (Física; Partes de Animales)

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    18 Las Cuatro Causas (Física; Partes de Animales)

    Física II 1-3; Partes de Animales I 1

    Física, Libro II 29

    Parte 1

    De las cosas que existen, algunas existen por naturaleza, otras por otras causas.
    'Por naturaleza' existen los animales y sus partes, y las plantas y los cuerpos simples (tierra, fuego, aire, agua) -pues decimos que estos y similares existen 'por naturaleza'.

    Todas las cosas mencionadas presentan una característica en la que difieren de las cosas que no están constituidas por la naturaleza. Cada uno de ellos tiene dentro de sí un principio de movimiento y de estacionariedad (respecto al lugar, o de crecimiento y disminución, o a modo de alteración). Por otro lado, una cama y un abrigo y cualquier otra cosa de ese tipo, qua recibir estas designaciones es decir, en la medida en que sean productos del arte, no tienen impulso innato de cambiar. Pero en la medida en que resultan estar compuestos de piedra o de tierra o de una mezcla de los dos, sí tienen tal impulso, y justo en esa medida lo que parece indicar que la naturaleza es fuente o causa de ser movida y de estar en reposo en aquello a lo que pertenece primordialmente, en virtud de sí misma y no en virtud de un atributo concomitante.

    Digo 'no en virtud de un atributo concomitante', porque (por ejemplo) un hombre que es médico podría curarse a sí mismo. Sin embargo, no es en la medida en que es paciente que posee el arte de la medicina: simplemente ha sucedido que el mismo hombre es médico y paciente, y es por eso que estos atributos no siempre se encuentran juntos. Así es con todos los demás productos artificiales. Ninguno de ellos tiene en sí mismo la fuente de su propia producción. Pero mientras que en algunos casos (por ejemplo las casas y los demás productos del trabajo manual) ese principio está en otra cosa externa a la cosa, en otros los que pueden provocar un cambio en sí mismos en virtud de un atributo concomitante, radica en las cosas mismas (pero no en virtud de lo que son).

    'Naturaleza' entonces es lo que se ha dicho. Las cosas 'tienen naturaleza' que tienen un principio de este tipo. Cada uno de ellos es una sustancia; porque es un sujeto, y la naturaleza siempre implica un sujeto en el que hereda.

    El término 'según la naturaleza' se aplica a todas estas cosas y también a los atributos que les pertenecen en virtud de lo que son, por ejemplo, la propiedad del fuego a llevar hacia arriba, que no es una 'naturaleza' ni 'tiene naturaleza' sino que es 'por naturaleza' o 'según la naturaleza'.

    Qué es la naturaleza, entonces, y se ha afirmado el significado de los términos 'por naturaleza' y 'según la naturaleza'. Esa naturaleza existe, sería absurdo tratar de probar; pues es obvio que hay muchas cosas de este tipo, y probar lo que es obvio por lo que no es es la marca de un hombre que es incapaz de distinguir lo que es evidente de lo que no lo es. (Este estado mental es claramente posible. Un hombre ciego de nacimiento podría razonar sobre los colores. Presumiblemente por lo tanto tales personas deben estar hablando de palabras sin ningún pensamiento para corresponder.)

    Algunos identifican la naturaleza o sustancia de un objeto natural con ese constituyente inmediato del mismo que tomado por sí mismo es sin arreglo, por ejemplo, la madera es la 'naturaleza' de la cama, y el bronce la 'naturaleza' de la estatua.

    Como indicio de esta Antífona señala que si plantaste una cama y la madera podrida adquirió el poder de enviar un tiro, no sería una cama la que se levantaría, sino madera-lo que demuestra que el arreglo conforme a las reglas del arte es meramente un incidental , mientras que la naturaleza real es la otra, que, además, persiste continuamente a través del proceso de elaboración.

    Pero si el material de cada uno de estos objetos tiene en sí misma la misma relación con otra cosa, digamos bronce (u oro) al agua, huesos (o madera) a la tierra y así sucesivamente, esa (dicen) sería su naturaleza y esencia. En consecuencia algunos afirman que la tierra, otros el fuego o el aire o el agua o algunos o todos estos, para ser la naturaleza de las cosas que son. Por lo que cualquiera de ellos se supone que tiene este carácter -ya sea una cosa o más de una cosa- esta o estas declaró que era la totalidad de la sustancia, siendo todo lo demás sus afectos, estados, o disposiciones. Cada cosa así sostenían eterna (pues no podía pasar a otra cosa), sino otras cosas para que surgieran y dejaran de ser tiempos sin número.

    Este es entonces un relato de la 'naturaleza', es decir, que es el sustrato material inmediato de las cosas que tienen en sí un principio de movimiento o cambio.

    Otra cuenta es que 'naturaleza' es la forma o forma que se especifica en la definición de la cosa.

    Porque la palabra 'naturaleza' se aplica a lo que es según la naturaleza y lo natural de la misma manera que 'arte' se aplica a lo que es artístico o una obra de arte. No debemos decir en este último caso que hay algo artístico en una cosa, si es una cama solo potencialmente, sin tener todavía la forma de cama; ni deberíamos llamarla obra de arte. Lo mismo ocurre con los compuestos naturales. Lo que es potencialmente carne o hueso aún no tiene su propia 'naturaleza', y no existe hasta que recibe la forma especificada en la definición, a la que nombramos al definir qué es la carne o el hueso. Así, en el segundo sentido de 'naturaleza' sería la forma o forma (no separable excepto en declaración) de las cosas que tienen en sí mismas una fuente de movimiento. (La combinación de los dos, por ejemplo, el hombre, no es 'naturaleza' sino 'por naturaleza' o 'natural').

    En efecto, la forma es 'naturaleza' más que la materia; pues una cosa se dice más propiamente que es lo que es cuando ha alcanzado la plenitud que cuando existe potencialmente. Nuevamente el hombre nace del hombre, pero no la cama de la cama. Por eso la gente dice que la figura no es la naturaleza de una cama, sino la madera es, si la cama brotó no una cama sino que la madera saldría. Pero aunque la figura sea arte, entonces sobre el mismo principio la forma del hombre es su naturaleza. Porque el hombre nace del hombre.

    También hablamos de la naturaleza de una cosa como exhibida en el proceso de crecimiento por el cual se alcanza su naturaleza. La 'naturaleza' en este sentido no es como 'doctoring', lo que lleva no al arte del doctor sino a la salud. El doctoring debe partir del arte, no conducir a ello. Pero no es de esta manera que la naturaleza (en un sentido) se relaciona con la naturaleza (en el otro). Lo que crece qua crece de algo a algo. ¿En qué entonces crece? No en aquello de lo que surgió sino en aquello a lo que tiende. La forma entonces es la naturaleza.

    'Forma' y 'naturaleza', debe agregarse, están en dos sentidos. Porque la privación también es en cierto modo forma. Pero ya sea en el venir incalificado a existir hay privaciones, es decir, una contraria a lo que viene a ser, debemos considerar más adelante.

    Parte 2

    Hemos distinguido, entonces, las diferentes formas en que se utiliza el término 'naturaleza'.

    El siguiente punto a considerar es cómo se diferencia el matemático del físico. Obviamente, los cuerpos físicos contienen superficies y volúmenes, líneas y puntos, y estos son el tema de las matemáticas.

    Además, ¿la astronomía es diferente de la física o de un departamento de la misma? Parece absurdo que se deba suponer que el físico conozca la naturaleza del sol o la luna, pero no conocer ninguno de sus atributos esenciales, particularmente porque los escritores sobre física obviamente sí discuten su forma también y si la tierra y el mundo son esféricos o no.

    Ahora el matemático, aunque él también trata de estas cosas, no obstante no las trata como los límites de un cuerpo físico; ni considera los atributos señalados como los atributos de tales cuerpos. Por eso los separa; porque en el pensamiento son separables del movimiento, y no hace diferencia, ni resulta falsedad alguna, si están separados. Los poseedores de la teoría de las Formas hacen lo mismo, aunque no son conscientes de ello; pues separan los objetos de la física, que son menos separables que los de las matemáticas. Esto se vuelve claro si se trata de exponer en cada uno de los dos casos las definiciones de las cosas y de sus atributos. 'Impar' y 'par', 'recto' y 'curvo', e igualmente 'número', 'línea', y 'figura', no implican movimiento; no tan 'carne' y 'hueso' y 'hombre' estos se definen como 'nariz chata ', no como 'curvado'.

    Evidencia similar es aportada por las ramas más físicas de las matemáticas, como la óptica, los armónicos y la astronomía. Estos son en cierto modo lo contrario de la geometría. Mientras que la geometría investiga líneas físicas pero no qua físicas, la óptica investiga líneas matemáticas, pero qua físicas, no qua matemáticas.

    Dado que la 'naturaleza' tiene dos sentidos, la forma y la materia, debemos investigar sus objetos como lo haríamos con la esencia del snubness. Es decir, tales cosas no son independientes de la materia ni pueden definirse únicamente en términos de materia. Aquí también de hecho uno podría plantear una dificultad. Ya que hay dos naturalezas, ¿de qué se preocupa el físico? ¿O debería investigar la combinación de los dos? Pero si la combinación de los dos, entonces también cada uno por separado. ¿Pertenece entonces a la misma o a diferentes ciencias conocer cada una de manera solidaria?

    Si miramos a los antiguos, la física se preocuparía por el asunto. (Fue sólo muy ligeramente que Empedocles y Demócrito tocaron las formas y la esencia.)

    Pero si por otro lado el arte imita a la naturaleza, y es parte de la misma disciplina conocer la forma y la materia hasta cierto punto (e.g., el médico tiene un conocimiento de salud y también de bilis y flema, en la que se realiza la salud, y el constructor tanto de la forma de la casa como de la materia, es decir, que es ladrillos y vigas, y así sucesivamente): si esto es así, sería parte de la física también conocer la naturaleza en ambos sentidos.

    Nuevamente, 'eso por el bien de cuyo', o el fin, pertenece al mismo departamento de conocimiento que los medios. Pero la naturaleza es el fin o 'eso por el bien de cuyo'. Porque si una cosa sufre un cambio continuo y hay una etapa que es la última, esta etapa es el final o 'aquella por el bien de la cual'. (Por eso el poeta se dejó llevar a hacer una declaración absurda cuando dijo 'tiene el final por el bien del cual nació”. Porque no toda etapa que es última pretende ser un fin, sino sólo la que es mejor.)

    Para las artes hacen su material (algunos simplemente lo 'hacen', otros lo hacen servible), y usamos todo como si estuviera ahí por nuestro bien. (También somos en cierto sentido un fin. 'Eso por el bien de cuyo' tiene dos sentidos: la distinción se hace en nuestra obra Sobre la filosofía.) Las artes, por tanto, que rigen la materia y tienen conocimiento son dos, a saber, el arte que utiliza el producto y el arte que dirige la producción del mismo. Es por ello que el arte de usar también es en cierto sentido directivo; pero difiere en que conoce la forma, mientras que el arte que es directivo como referente a la producción conoce la materia. Porque el timonel sabe y prescribe qué tipo de forma debe tener un timón, el otro de qué madera debe hacerse y por medio de qué operaciones. En los productos del arte, sin embargo, hacemos el material con miras a la función, mientras que en los productos de la naturaleza la materia está ahí todo el tiempo.

    Nuevamente, la materia es un término relativo: a cada forma corresponde una materia especial. ¿Hasta dónde debe entonces el físico conocer la forma o esencia? Hasta cierto punto, tal vez, como el médico debe conocer tendón o el bronce herrero (es decir, hasta que entienda el propósito de cada uno): y el físico se ocupa únicamente de cosas cuyas formas son efectivamente separables, pero no existen aparte de la materia. El hombre es engendrado por el hombre y también por el sol. El modo de existencia y esencia de lo separable es el negocio del tipo primario de filosofía a definir.

    Parte 3

    Ahora que hemos establecido estas distinciones, debemos proceder a considerar las causas, su carácter y número. El conocimiento es el objeto de nuestra indagación, y los hombres no piensan que saben nada hasta que han comprendido el 'por qué' de (que es captar su causa primaria). Así que claramente también nosotros debemos hacer esto tanto en lo que respecta a venir a ser como a fallecer y a todo tipo de cambio físico, para que, conociendo sus principios, podamos tratar de hacer referencia a estos principios cada uno de nuestros problemas.

    En un sentido, entonces, (1) aquello de lo que viene a ser una cosa y que persiste, se llama 'causa', por ejemplo, el bronce de la estatua, la plata del cuenco, y los géneros de los que el bronce y la plata son especies.

    En otro sentido (2) la forma o el arquetipo, es decir, el enunciado de la esencia, y sus géneros, se denominan 'causas' (por ejemplo de la octava la relación de 2:1, y generalmente número), y las partes en la definición.

    Nuevamente (3) la fuente primaria del cambio o de llegar a descansar; e.g., el hombre que dio consejos es una causa, el padre es causa del hijo, y generalmente lo que hace de lo que se hace y lo que causa el cambio de lo que se cambia.

    Nuevamente (4) en el sentido de fin o 'aquello por el bien de lo cual' se hace una cosa, e.g. La salud es la causa de caminar por ahí. ('¿Por qué anda por ahí?' decimos. 'Para estar sano', y, habiendo dicho eso, pensamos que hemos asignado la causa.) Lo mismo es cierto también de todos los pasos intermedios que se producen a través de la acción de otra cosa como medio hacia el final, por ejemplo, la reducción de la carne, la purga, las drogas o los instrumentos quirúrgicos son medios para la salud. Todas estas cosas son 'por el bien de' el fin, aunque difieren entre sí en que algunas son actividades, otras instrumentos.

    Esto entonces quizás agota el número de formas en que se utiliza el término 'causa'.

    Como la palabra tiene varios sentidos, se deduce que hay varias causas de lo mismo no meramente en virtud de un atributo concomitante), por ejemplo, tanto el arte del escultor como el bronce son causas de la estatua. Estas son causas de la estatua qua estatua, no en virtud de nada más que pueda ser solo no de la misma manera, siendo la una la causa material, la otra la causa de donde viene el movimiento. Algunas cosas se causan recíprocamente, por ejemplo, el trabajo duro causa aptitud y viceversa, pero nuevamente no de la misma manera, sino la una como fin, la otra como origen del cambio. Además lo mismo es la causa de resultados contrarios. Porque aquello que por su presencia trae consigo un resultado a veces es culpado de lograr lo contrario por su ausencia. Así atribuimos el naufragio de una nave a la ausencia del piloto cuya presencia fue la causa de su seguridad.

    Todas las causas ahora mencionadas caen en cuatro divisiones familiares. Las letras son las causas de las sílabas, el material de los productos artificiales, el fuego, &c., de los cuerpos, las partes del todo, y las premisas de la conclusión, en el sentido de 'aquello de que'. De estos pares, un conjunto son causas en el sentido de sustrato, por ejemplo, las partes, el otro conjunto en el sentido de la esencia-el todo y la combinación y la forma. Pero la semilla y el médico y el asesor, y generalmente el hacedor, son todas fuentes de donde se origina el cambio o la estacionariedad, mientras que las otras son causas en el sentido del fin o el bien del resto; porque 'eso por el bien de lo que' significa lo que es mejor y el fin de las cosas que conducen a ella. (Ya sea que digamos el 'bien en sí mismo o el 'bien aparente' no hace ninguna diferencia).

    Tal es entonces el número y la naturaleza de los tipos de causa.
    Ahora los modos de causalidad son muchos, aunque cuando se ponen bajo la cabeza ellos también se pueden reducir en número. Porque 'causa' se usa en muchos sentidos e incluso dentro del mismo tipo uno puede ser anterior a otro (e.g., el médico y el experto son causas de salud, la relación 2:1 y número de la octava), y siempre lo que es inclusivo a lo particular. Otro modo de causalidad es el incidental y sus géneros, por ejemplo, de una manera 'Polyclitus', en otro 'escultor' es la causa de una estatua, porque 'ser Polyclitus' y 'escultor' son incidentalmente unidos. También las clases en las que se incluye el atributo incidental; así podría decirse que 'un hombre' es la causa de una estatua o, en general, de 'una criatura viva'. Un atributo incidental también puede ser más o menos remoto, por ejemplo, supongamos que 'un hombre pálido' o 'un hombre musical' se decía que eran la causa de la estatua.

    Se puede hablar de todas las causas, tanto propias como incidentales, ya sea como potenciales o reales; por ejemplo, la causa de la construcción de una casa es “constructor de casas” o “construcción de constructores de casas”.

    Distinciones similares se pueden hacer en las cosas de las que son causas las causas, por ejemplo, de 'esta estatua' o de 'estatua' o de 'imagen' en general, de 'este bronce' o de 'bronce' o de 'material' en general. Así también con los atributos incidentales. Nuevamente podemos usar una expresión compleja para cualquiera y decir, por ejemplo, ni 'Polyclitus' ni 'sculptor' sino 'Polyclitus, sculptor'.

    Todos estos diversos usos, sin embargo, llegan a seis en número, bajo cada uno de los cuales nuevamente el uso es doble. Causa significa lo que es particular o un género, o un atributo incidental o un género de ese, y estos ya sea como un complejo o cada uno por sí mismo; y los seis ya sea como real o como potencial. La diferencia es tanto, que las causas que están realmente en funcionamiento y particulares existen y dejan de existir simultáneamente con su efecto, por ejemplo, esta persona sanadora con esta persona sanada y ese hombre de construcción de viviendas con esa casa construida; pero esto no siempre es cierto de las causas potenciales: la casa y el constructor de casas no fallecen simultáneamente.

    Al investigar la causa de cada cosa siempre es necesario buscar lo que es más preciso (como también en otras cosas): así el hombre construye porque es constructor, y un constructor construye en virtud de su arte de construir. Esta última causa entonces es anterior: y así en general.

    Además, los efectos genéricos deben asignarse a causas genéricas, efectos particulares a causas particulares, por ejemplo, estatua a escultor, esta estatua a este escultor; y los poderes son relativos a posibles efectos, en realidad causas operativas a cosas que realmente se están efectuando.

    Esto debe ser suficiente para nuestra cuenta del número de causas y los modos de causalidad.

    Sobre las Partes de los Animales, Libro I 30

    Parte 1

    Toda ciencia sistemática, la más humilde y la más noble por igual, parece admitir dos clases distintas de competencia; una de las cuales puede denominarse propiamente conocimiento científico del tema, mientras que la otra es una especie de conocimiento educativo de la misma. Para un hombre educado debe ser capaz de formarse un juicio imparcial y justo en cuanto a la bondad o maldad del método utilizado por un profesor en su exposición. Ser educado es de hecho poder hacer esto; e incluso el hombre de educación universal consideramos que es tal en virtud de que tiene esta capacidad. Sin embargo, por supuesto, se entenderá que sólo atribuimos la educación universal a aquel que en su propia persona es así crítico en todas o casi todas las ramas del conocimiento, y no a alguien que tiene una habilidad similar meramente en algún tema especial. Porque es posible que un hombre tenga esta competencia en alguna rama del conocimiento sin tenerla en absoluto.

    Es claro entonces que, como en otras ciencias, así en aquello que indaga en la naturaleza, debe haber ciertos cánones, por referencia a los cuales un oyente podrá criticar el método de una exposición profesa, independientemente de la cuestión de si las afirmaciones hechas son verdaderas o falsas. Deberíamos, por ejemplo (para dar una ilustración de lo que quiero decir), comenzar discutiendo cada especie-hombre, león, buey, y lo similar-tomando cada tipo en la mano inde. pensamente del resto, o deberíamos más bien tratar primero con los atributos que tienen en común en virtud de algún elemento común de su naturaleza, y partir de esto como base para su consideración por separado? Para géneros que son bastante distintos pero a menudo presentan muchos fenómenos idénticos, el sueño, por ejemplo, la respiración, el crecimiento, la decadencia, la muerte, y otras afecciones y afecciones similares, que pueden pasarse por alto para el presente, ya que aún no estamos preparados para tratarlos con claridad y precisión. Ahora bien, es claro que si tratamos con cada especie independientemente del resto, frecuentemente nos veremos obligados a repetir las mismas declaraciones una y otra vez; para caballo y perro y hombre presentes, todos y todos, cada uno de los fenómenos que acabamos de enumerar. Por lo tanto, una discusión de los atributos de cada especie por separado implicaría necesariamente repeticiones frecuentes en cuanto a caracteres, ellos mismos idénticos pero recurrentes en animales específicamente distintos. (Muy posiblemente también puede haber otros personajes que, aunque presentan diferencias específicas, aún se encuentran bajo una y la misma categoría. Por ejemplo, volar, nadar, caminar, arrastrarse, son claramente específicamente distintos, pero sin embargo son todas formas de progresión animal). Debemos, entonces, tener un entendimiento claro sobre la manera en que se va a llevar a cabo nuestra investigación; ya sea, quiero decir, primero en tratar con los caracteres comunes o genéricos, y después tomar en consideración peculiaridades especiales; o si vamos a comenzar directamente con lo último especies. Porque hasta el momento no se ha establecido una regla definitiva en esta materia. Entonces también hay una incertidumbre similar en cuanto a otro punto ahora por mencionar. ¿Debería el escritor que se ocupa de las obras de la naturaleza seguir el plan adoptado por los matemáticos en sus demostraciones astronómicas, y después de considerar los fenómenos presentados por los animales, y sus diversas partes, proceder posteriormente al tratamiento de las causas y la razón por la cual; o debería seguir algunas otro método? Y cuando estas preguntas son respondidas, queda otra más. Las causas preocupadas en la generación de las obras de la naturaleza son, como vemos, más de una. Ahí está la causa final y está la causa motora. Ahora debemos decidir cuál de estas dos causas viene primero, cuál en segundo lugar. Claro, sin embargo, esa causa es la primera a la que llamamos la definitiva. Porque esta es la Razón, y la Razón forma el punto de partida, tanto en las obras de arte como en las obras de la naturaleza. Para considerar cómo el médico o cómo se establece el constructor sobre su trabajo. Comienza por formarse para sí mismo un cuadro definido, en un caso perceptible a la mente, en el otro al sentido, de su fin el médico de la salud, el constructor de una casa -y esto sostiene adelante como la razón y explicación de cada paso posterior que da, y de su actuación de tal o cual manera como el caso puede ser. Ahora bien, en las obras de la naturaleza el buen final y la causa final es aún más dominante que en obras de arte como estas, ni la necesidad es un factor con la misma significación en todas ellas; aunque casi todos los escritores, mientras tratan de referir su origen a esta causa, lo hacen sin distinguir los diversos sentidos en que se utiliza el término necesidad. Porque hay necesidad absoluta, manifestada en fenómenos eternos; y hay necesidad hipotética, manifestada en todo lo que se genera por la naturaleza como en todo lo que es producido por el arte, ya sea una casa o lo que pueda. Porque si se va a realizar una casa u otro objeto final semejante, es necesario que tal y tal material exista; y es necesario que primero este entonces el que se produzca, y primero éste y luego el que se ponga en movimiento, y así sucesivamente en sucesión continua, hasta que se alcance el resultado final y final, para el sake del cual cada cosa anterior se produce y existe. Al igual que con estas producciones de arte, también lo es con las producciones de la naturaleza. El modo de necesidad, sin embargo, y el modo de ratiocinación son diferentes en las ciencias naturales de lo que son en las ciencias teóricas; de las cuales hemos hablado en otra parte. Porque en este último el punto de partida es aquello que es; en el primero lo que va a ser. Porque es aquello que aún está por ser salud, digamos, o un hombre que, por ser de tales y tales personajes, necesita la preexistencia o producción previa de este y aquel antecedente; y no éste o aquel antecedente que, por existir o ha sido generado, hace necesario que la salud o un hombre está en existencia, o entrará en, existencia. Tampoco es posible rastrear la serie de antecedentes necesarios a un punto de partida, del cual se puede decir que, existiendo desde la eternidad, ha determinado su existencia como su consecuente. Estos sin embargo otra vez, son asuntos que se han tratado en otro tratado. Ahí también se afirmó en qué casos existe la necesidad absoluta e hipotética; en qué casos también la proposición que expresa la necesidad hipotética es simplemente convertible, y qué causa es la que determina esta convertibilidad.

    Otra cuestión que no debe pasarse por alto sin consideración es, si el tema propio de nuestra exposición es aquel con el que se ocupaban los antiguos escritores, es decir, cuál es el proceso de formación de cada animal; o si no es más bien, cuáles son los personajes de un criatura dada cuando se forma. Porque no hay poca diferencia entre estas dos vistas. El mejor rumbo parece ser que debemos seguir el método ya mencionado, y comenzar con los fenómenos que presenta cada grupo de animales, y, cuando esto se haga, proceder después a exponer las causas de esos fenómenos, y a hacer frente a su evolución. Para otros lugares, como por ejemplo en la construcción de casas, esta es la verdadera secuencia. El plano de la casa, o la casa, tiene esta y aquella forma; y porque tiene esta y aquella forma, por lo tanto, su construcción se lleva a cabo de tal o cual manera. Porque el proceso de evolución es por el bien de la cosa finalmente evolucionada, y no esto por el bien del proceso. Empédocles, entonces, se equivocó cuando dijo que muchos de los personajes presentados por los animales eran meramente el resultado de ocurrencias incidentales durante su desarrollo; por ejemplo, que la columna vertebral se dividió tal como está en vértebras, porque pasó a estar rota debido a la posición contorsionada del feto en el útero. Al decir así pasó por alto el hecho de que la propagación implica una semilla creativa dotada de ciertas propiedades formativas. En segundo lugar, descuidó otro hecho, a saber, que el animal progenitor preexiste, no sólo en la idea, sino en realidad en el tiempo. Para el hombre se genera a partir del hombre; y así es la posesión de ciertos personajes por parte del padre lo que determina el desarrollo de personajes similares en el niño. La misma afirmación es buena también para las operaciones del arte, e incluso para las que aparentemente son espontáneas. Para el mismo resultado que se produce por el arte puede ocurrir espontáneamente. La espontaneidad, por ejemplo, puede traer consigo la restauración de la salud. Los productos del arte, sin embargo, requieren de la preexistencia de una causa eficiente homogénea con ellos mismos, como el arte de la estatuaria, que necesariamente debe preceder a la estatua; para ello no puede producirse de manera espontánea. El arte consiste efectivamente en la concepción del resultado a producir antes de su realización en el material. Como con la espontaneidad, así con el azar; para ello también produce el mismo resultado que el arte, y por el mismo proceso.

    El modo más apto, entonces, de tratamiento es decir, que un hombre tiene tal y tal partes, porque la concepción de un hombre incluye su presencia, y porque son condiciones necesarias de su existencia, o, si no podemos decir exactamente esto, que sería lo mejor de todo, entonces lo siguiente a él, es decir, que o es bastante imposible para él existir sin ellas, o, en todo caso, que es mejor para él que estén ahí; y su existencia implica la existencia de otros antecedentes. Así debemos decir, porque el hombre es un animal con tales y tales personajes, por lo tanto es el proceso de su desarrollo necesariamente tal como es; y por lo tanto se logra en tal y tal orden, esta parte se forma primero, la siguiente, y así sucesivamente; y después de una moda similar deberíamos explicar la evolución de todas las demás obras de la naturaleza.

    Ahora bien, aquello con lo que se dedicaban los escritores antiguos, que primero filosofaron sobre la Naturaleza, era el principio material y la causa material. Preguntaron qué es esto, y cuál es su carácter; cómo se genera el universo a partir de él, y por qué influencia motora, ya sea, por ejemplo, por antagonismo o amistad, ya sea por inteligencia o acción espontánea, asumiendo que el sustrato de la materia tiene ciertas propiedades inseparables; fuego, para instancia, tener una naturaleza caliente, tierra una fría; la primera para ser ligera, la segunda pesada. Porque hasta la génesis del universo es así explicada por ellos. Después de una moda similar se ocupan también del desarrollo de las plantas y de los animales. Dicen, por ejemplo, que el agua contenida en el cuerpo provoca por sus corrientes la formación del estómago y los demás receptáculos de alimento o de excreción; y que el aliento por su paso rompe las salidas de las fosas nasales; siendo el aire y el agua los materiales de los que están hechos los cuerpos; para todos representan la naturaleza como compuesta de tales sustancias o similares.

    Pero si los hombres y los animales y sus diversas partes son fenómenos naturales, entonces el filósofo natural debe tomar en consideración no sólo las últimas sustancias de las que están hechos, sino también la carne, el hueso, la sangre y todas las demás partes homogéneas; no solo estas, sino también las partes heterogéneas, como la cara, la mano, el pie; y deben examinar cómo cada una de estas llega a ser lo que es, y en virtud de qué fuerza. Porque decir cuáles son las últimas sustancias a partir de las cuales se forma un animal, afirmar, por ejemplo, que está hecho de fuego o tierra, no es más suficiente de lo que sería una cuenta similar en el caso de un sofá o similar. Porque no debemos contentarnos con decir que el sofá estaba hecho de bronce o madera o lo que fuera, sino que deberíamos tratar de describir su diseño o modo de composición con preferencia al material; o, si tratáramos del material, en todo caso sería con la concreción de material y forma. Porque un sofá es tal y tal forma encarnada en esta o aquella materia, o tal y tal asunto con esta o aquella forma; de manera que su forma y estructura deben incluirse en nuestra descripción. Porque la naturaleza formal es de mayor importancia que la naturaleza material.

    ¿Constituyen entonces la configuración y el color la esencia de los diversos animales y de sus diversas partes? Porque si es así, lo que diga Demócrito será estrictamente correcto. Porque tal parece haber sido su noción. En todo caso dice que es evidente para cada uno qué forma es la que hace al hombre, viendo que es reconocible por su forma y color. Y sin embargo, un cadáver tiene exactamente la misma configuración que uno vivo; pero para todo eso no es un hombre. Así que tampoco ninguna mano de bronce o madera o constituida de ninguna manera sino de la manera apropiada puede ser posiblemente una mano en más que nombre. Porque como un médico en una pintura, o como una flauta en una escultura, a pesar de su nombre no podrá hacer el oficio que ese nombre implica. Precisamente de la misma manera ninguna parte de un cadáver, como quiero decir como su ojo o su mano, es realmente un ojo o una mano. Decir, entonces, que la forma y el color constituyen al animal es una declaración inadecuada, y es mucho lo mismo que si un tallador de madera insistiera en que la mano que había cortado era realmente una mano. Sin embargo, los fisiólogos, cuando dan cuenta del desarrollo y las causas de la forma animal, hablan mucho como tal artesano. ¿Cuáles, sin embargo, me gustaría preguntar, son las fuerzas por las que se conformó la mano o el cuerpo en su forma? El tallador de madera quizá dirá, por el hacha o por la barrena; el fisiólogo, por el aire y por la tierra. De estas dos respuestas la del artificio es la mejor, pero sin embargo es insuficiente. Porque no le basta decir que por el golpe de su herramienta esta parte se conformó en una concavidad, esa en una superficie plana; sino que debe exponer las razones por las que asestó su golpe de tal manera que efectuara esto, y cuál era su objeto final; es decir, que la pieza de madera se convierta eventualmente en esta o aquella forma. Es claro, entonces, que la enseñanza de los viejos fisiólogos es inadecuada, y que el verdadero método es exponer cuáles son los caracteres definitivos que distinguen al animal en su conjunto; explicar qué es tanto en sustancia como en forma, y tratar de la misma manera con sus diversos órganos; de hecho, a proceder exactamente de la misma manera que deberíamos hacer, estábamos dando una descripción completa de un sofá.

    Si ahora este algo que constituye la forma del ser viviente es el alma, o parte del alma, o algo que sin el alma no puede existir; como parecería ser el caso, viendo en todo caso que cuando el alma se aparta, lo que queda ya no es un animal vivo, y que ninguno de las partes siguen siendo lo que eran antes, exceptuando en mera configuración, como los animales que en la fábula se convierten en piedra; si, digo, esto sea así, entonces vendrá dentro de la provincia del filósofo natural para informarse sobre el alma, y tratarla, ya sea en su totalidad, o, en cualquier tasa, de esa parte de ella que constituye el carácter esencial de un animal; y será su deber decir lo que es esta alma o esta parte del alma; y discutir los atributos que le atribuyen a este carácter esencial, sobre todo porque se habla de la naturaleza en dos sentidos, y la naturaleza de una cosa es o su la materia o su esencia; la naturaleza como esencia incluyendo tanto la causa motora como la causa final. Ahora bien, es en este último de estos dos sentidos que o bien el alma entera o alguna parte de ella constituye la naturaleza de un animal; y en la medida en que es la presencia del alma la que permite que la materia constituya la naturaleza animal, mucho más de lo que es la presencia de la materia lo que permite al alma, al indagador en la naturaleza está obligado en todos los terrenos a tratar del alma más que de la materia. Porque aunque la madera de la que están hechos constituye el sofá y el trípode, sólo lo hace porque es capaz de recibir tal y tal forma.

    Lo que se ha dicho sugiere la pregunta, si es el alma entera o sólo una parte de ella, cuya consideración entra dentro de la provincia de las ciencias naturales. Ahora bien, si es de toda el alma a la que esto debe tratar, entonces no hay lugar para ninguna otra filosofía al lado de ella. Porque como pertenece en todos los casos a una misma ciencia tratar temas correlacionados -una y la misma ciencia, por ejemplo, se ocupa de la sensación y de los objetos de sentido- y como por lo tanto el alma inteligente y los objetos del intelecto, al estar correlacionados, deben pertenecer a una y la misma ciencia, se deduce que las ciencias naturales tendrán que incluir a todo el universo en su provincia. Pero tal vez no sea el alma entera, ni todas sus partes colectivamente, la que constituye la fuente del movimiento; pero puede haber una parte, idéntica a la de las plantas, que es la fuente de crecimiento, otra, a saber, la parte sensorial, que es la fuente de cambio de calidad, mientras que todavía otra, y esta no la parte intelectual, es la fuente de la locomoción. Yo digo no la parte intelectual; porque otros animales que no sean el hombre tienen el poder de la locomoción, pero en ninguno más que en él hay intelecto. Así pues, es claro que no es de toda el alma a la que tenemos que tratar. Porque no es todo el alma la que constituye la naturaleza animal, sino sólo alguna parte o partes de ella. Además, es imposible que cualquier abstracción pueda formar un tema de ciencias naturales, viendo que todo lo que hace la Naturaleza es un medio para un fin. Porque así como las creaciones humanas son productos del arte, así los objetos vivos se manifiestan en los productos de una causa o principio análogo, no externo sino interno, derivado como el calor y el frío del universo ambiental. Y que el cielo, si tuviera un origen, fue evolucionado y es mantenido por tal causa, hay por tanto aún más razón para creer, que que los animales mortales así originados. Porque el orden y la definición se manifiestan mucho más claramente en los cuerpos celestes que en nuestro propio marco; mientras que el cambio y el azar son característicos de las cosas perecederas de la tierra. Sin embargo, hay algunos que, si bien permiten que todo animal exista y sea generado por la naturaleza, sin embargo sostienen que el cielo fue construido para ser lo que es por casualidad y espontaneidad; ¡el cielo, en el que no es discernible el signo más débil de azar o de desorden! Nuevamente, siempre que haya claramente algún final final, al que tiende una moción en caso de que nada se interponga en el camino, siempre decimos que tal fin final es el objetivo o propósito de la moción; y a partir de esto es evidente que debe haber algo u otro realmente existente, correspondiente a lo que llamamos con el nombre de la Naturaleza. Porque un germen dado no da lugar a ningún ser viviente casual, ni brota de ninguna casualidad uno; pero cada germen brota de un padre definido y da lugar a una progenie definida. Y así es el germen el que es la influencia gobernante y fabricante de la descendencia. Para estos es por naturaleza, siendo la descendencia en todo caso la que en la naturaleza brotará de ella. Al mismo tiempo la descendencia es anterior al germen; para el germen y la progenie perfeccionada se relacionan como el proceso de desarrollo y el resultado. Anterior, sin embargo, tanto al germen como al producto está el organismo del que se derivó el germen. Por cada germen implica dos organismos, el progenitor y la progenie. Porque germen o semilla es tanto la semilla del organismo del que procede, del caballo, por ejemplo, del que se derivó, como la semilla del organismo que eventualmente surgirá de él, de la mula, por ejemplo, que se desarrolla a partir de la semilla del caballo. La misma semilla entonces es la semilla tanto del caballo como de la mula, aunque de diferentes maneras como aquí se expone. Además, la semilla es potencialmente la que brotará de ella, y conocemos la relación de potencialidad con actualidad.

    Entonces hay dos causas, a saber, la necesidad y el fin final. Para muchas cosas se producen, simplemente como los resultados de la necesidad. Puede, sin embargo, preguntarse, de qué modo de necesidad estamos hablando cuando decimos esto. Porque no puede ser de ninguno de esos dos modos que se exponen en los tratados filosóficos. Existe, sin embargo, la tercera modalidad, en tales cosas en cualquier caso como se generen. Por ejemplo, decimos que la comida es necesaria; porque un animal no puede prescindir de ella. Este tercer modo es lo que se puede llamar necesidad hipotética. Aquí hay otro ejemplo de ello. Si un trozo de madera se va a dividir con un hacha, el hacha debe necesariamente ser dura; y, si dura, necesariamente debe estar hecha de bronce o hierro. Ahora exactamente de la misma manera el cuerpo, que al igual que el hacha es un instrumento -tanto el cuerpo como un todo y sus varias partes individualmente tienen operaciones definidas para las que están hechas- justo de la misma manera, digo, el cuerpo, si va a hacer su trabajo, debe necesariamente ser de tal y tal carácter, y hecho de tales y tales materiales.

    Es claro entonces que hay dos modos de causalidad, y que ambos deben, en la medida de lo posible, ser tomados en cuenta para explicar las obras de la naturaleza, o que en todo caso hay que intentar incluirlas a ambas; y que quienes fracasan en esto nos dicen en realidad nada sobre la naturaleza. Por causa primaria constituye la naturaleza de un animal mucho más que su materia. De hecho, hay pasajes en los que incluso Empedocles golpea esto, y siguiendo la guía de los hechos, se ve obligado a hablar de la relación (olugos) como constitutiva de la esencia y la naturaleza real de las cosas. Tal, por ejemplo, es el caso cuando explica lo que es un hueso. Porque no se limita a describir su material, y decir que es éste un elemento, o esos dos o tres elementos, o un compuesto de todos los elementos, sino que establece la relación (olugos) de su combinación. Al igual que con un hueso, tan manifiestamente lo es con la carne y todas las demás partes similares.

    La razón por la que nuestros predecesores fracasaron en golpear con este método de tratamiento fue, que no estaban en posesión de la noción de esencia, ni de ninguna definición de sustancia. El primero que se le acercó fue Demócrito, y estuvo lejos de adoptarlo como un método necesario en las ciencias naturales, pero fue simplemente traído a ella, a pesar de sí mismo, por restricción de hechos. En la época de Sócrates se hizo un acercamiento más cercano al método. Pero en este período los hombres dejaron de indagar en las obras de la naturaleza, y los filósofos desviaron su atención hacia la ciencia política y hacia las virtudes que benefician a la humanidad.

    Del método en sí el siguiente es un ejemplo. Al tratar con la respiración debemos demostrar que se lleva a cabo para tal o tal objeto final; y también debemos demostrar que esta y aquella parte del proceso es necesaria por esta y aquella otra etapa del mismo. Por necesidad nos referiremos a veces a la necesidad hipotética, a la necesidad, es decir, de que los antecedentes requeridos estén ahí, si se quiere alcanzar el fin final; y a veces necesidad absoluta, tal necesidad como la que une las sustancias y sus propiedades y caracteres inherentes. Para la descarga alterna y reentrada de calor y la entrada de aire son necesarias si vamos a vivir. Aquí tenemos a la vez una necesidad en el primero de los dos sentidos. Pero la alternancia de calor y refrigeración produce por necesidad una admisión y descarga alternas del aire exterior, y esta es una necesidad del segundo tipo.

    En lo anterior tenemos un ejemplo del método que debemos adoptar, y también un ejemplo del tipo de fenómenos, cuyas causas tenemos que investigar.


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