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11.5: Desarrollo Vocal Infantil

  • Page ID
    149575
    • Todd LaMarr
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    Desarrollo Vocal

    La calidad de las vocalizaciones de los bebés progresa notablemente durante el primer año de vida. Desde el nacimiento, los infantes producen vocalizaciones reflexivas, como gritos, alboroto y ruidos vegetativos (e.g., tos, eructos, estornudos), así como vocalizaciones prespeech (alias “protophone”) (Buder, Warlaumont & Oller, 2013; Oller et al., 2009). Los protofonos son sonidos similares al habla que incluyen balbuceo canónico (que consiste en sílabas canónicas como 'ba' o 'da' y secuencias, 'baba' o 'dada' y así sucesivamente) y balbuceo no canónico (por ejemplo, chillidos, gruñidos y sonidos similares a vocales). Los infantes producen aproximadamente 3,500 vocalizaciones protofónicas cada día (Oller et al., 2019). Los bebés comienzan a arrullar alrededor de los dos meses de edad. A los tres meses de edad, los bebés suelen demostrar una amplia gama de tipos vocales, como frambuesas, chillidos, gruñidos, vocales completas, gritos y susurros (Buder, Warlaumont & Oller, 2013; Oller, 2000). Entre los cuatro y los seis meses de edad, los infantes comienzan a producir sonidos de balbuceo de sílaba única (por ejemplo, da, ba) y luego combinan estos sonidos de sílabas (por ejemplo, dadada, bababa) entre los seis y ocho meses de edad. [1] [2]

    Cuidador sostiene al bebé en brazos mientras el lactante vocaliza
    Figura\(\PageIndex{1}\): Ejemplo de vocalización. ([3])

    El balbuceo representa los sonidos específicos utilizados en el lenguaje al que un niño está expuesto. Alrededor de los 7 meses los bebés suelen comenzar a demostrar balbuceo canónico, que contiene tanto consonantes como vocales con transiciones rápidas entre ellas. El balbuceo canónico se considera como el habla y es una base para las primeras palabras que los bebés comienzan a producir alrededor del primer cumpleaños (Oller, 2000; Stoel-Gammon & Cooper, 1984). La investigación translingüística muestra que los recién nacidos monolingües entre 8 y 12 meses de edad comienzan a producir la entonación característica (Whalen, Levitt & Wang, 1991), sílaba y formas verbales (Levitt & Utman, 1992; Levitt & Wang, 1991; Lleó, Prinz, El Mogharbel & Maldonado, 1996) del específico idioma al que están expuestos, ya sea español, ruso, tagalo, una lengua de señas o árabe (Petitto & Marentette, 1991; Sundara, Ward, Conboy & Kuhl, 2020). Curiosamente, la frecuencia de vocalizaciones infantiles tempranas se relaciona con el lenguaje expresivo a los doce meses de edad (Lyakso, Frolova & Grigorev, 2014; Werwach, Mürbe, Schaadt & Männel, 2021). [1] [4]

    Si bien las vocalizaciones tempranas de los bebés son importantes, es la combinación específica de vocalizaciones infantiles seguida de una respuesta del cuidador la que es el predictor más fuerte del crecimiento del lenguaje (Donnellan et al., 2020). Cuando los cuidadores responden a la vocalización de los bebés, crea una interacción diádica significativa que extiende el aprendizaje de idiomas. Cuando los cuidadores responden a las vocalizaciones similares al habla de los bebés, es más probable que los bebés produzcan otra vocalización similar al habla, creando un bucle interaccional rico en lenguaje (Warlaumont, Richards, Gilkerson & Oller, 2014) que está relacionado positivamente con el desarrollo posterior del vocabulario (Lopez, Walle, Pretzer & Warlaumont, 2020).


    [1] López et al., (2020). Las respuestas de los adultos a las vocalizaciones prelingüísticas infantiles se asocian con el vocabulario infantil: Un estudio de observación domiciliaria. PLoS One, 15 (11), e0242232.

    [2] Oller, et al., (2021). Los protofonos, precursores del habla, dominan el paisaje vocal infantil humano. Transacciones filosóficas de la Real Sociedad B, 376 (1836), 20200255. CC por 4.0

    [3] Imagen de Jonathan Borba en Unsplash.

    [4] Sundara et al., (2020). La exposición a un segundo idioma en la infancia altera la producción del habla. Bilingüismo: Lenguaje y Cognición, 23 (5), 978-991. CC por 4.0


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